— ¿No deberías estar tratando de decirme a que viniste? – expresa Isobel con voz ahogada ante los besos que le propino en el cuello, dado que estamos en la cama y yo sobre ella.
— ¡Lo que debería estar haciendo es propinándote unas nalgadas por meterte en lo que no te llaman señorita – lamo el valle entre sus senos y grita excitada.
— ¡Es que ese idiota, oh sí más por favor! – me froto contra su entrepierna logrando que se arquee, su respiración trabajosa me vuelve un animal hambriento sobre este pequeño cuerpo que esparce placer por todo el mío.
Chupo su labio inferior y acaricio sus caderas por encima de la ropa, tiembla estremeciéndose de anhelo, de placer, nunca había estado en esta posición – y no me refiero a estar encima – me da mucho placer que se encuentre extasiada con lo que hago. Subo de nuevo hacia su oreja derecha y muerdo el lóbulo. Grita de nuevo. Tira de mi cabello y me parece un gesto de desesperació
Me encuentro frente a la casa de la abuela, necesito anunciar que tengo una novia, pero me rehúso a traerla aun, hasta que no sepa que todo va a estar bien ya que mi maldita familia tiene la particularidad de ser hiriente y perversa a mas no poder, la someterán a cualquier cantidad de preguntas indiscretas y tratarán – todos – de humillarla para que no se cumpla con el testamento del abuelo en conchupancia con mi padre ¡los odio a los dos! Por cosas diferentes, pero los odio. Hoy es un buen día para hacer el anuncio en el almuerzo que se hace anualmente en conmemoración de la muerte de mi tío el idiota Vladimir Hawkins, quien murió por sobredosis de heroína, hace cuatro largos años, no era el favorito, pero era el menos porquería de la familia. Exceptuando a mi abuela y mi tía que al parecer no son miembros de la misma. Decido entrar a la Mansión y encuentro en el camino a mi tía Agatha, es una de las razones por las que vengo a esta cueva mal
Mi corazón duele al ver su rostro esperanzado, no podía negarme a traerla, ellas tenían derecho a conocerla, ellas más que nadie, el corazón más puro, el alma más noble Agatha Hawkins, dedicada a su familia, ha cuidado de todos olvidándose de su propia vida. No quiero ser quien rompa ese corazón en mil pedazos porque no deseo que vean a mi Pequeña Bruja ¡ok, eso fue dramático y ridículo! Pero es exactamente lo que siento y no deseo que mi… esta gente la lastime. —¡No lo sé tía, es muy pronto! – respondo de forma cariñosa ante esos ojos idénticos a los míos. —¡Tic, toc, tic, toc, muchacho, se acaba el tiempo! – su risa me hiela la sangre, pero no de miedo. Quizás en algún momento temblé por eso pero no ahora. Busco a mi hermano y lo veo alejado viendo la escena junto mis otros dos hermanos, ninguna de las dos Analice se encuentran presente ya, mi madre fue a la sala de estar para quedarse con Belinda y Marshall y lo agradezco, por
Salgo del restaurante Chino rumbo al apartamento. Respiro entrecortado tan solo de pensar que voy a verla. Llamo por teléfono a mi chofer para que me lleve a su casa y poder cenar con ella. —¡Buenas noches Sr. Hawkins! – saluda Robert. —¡Buenas noches Robert! – digo cordial, se toca la gorra respetuoso. Ingreso a la limusina para que me lleve al apartamento de Isobel y podamos cenar a gusto. Llevo su cena favorita como me lo ha hecho saber en alguna ocasión que estuvimos platicando. Nos detenemos frente al edificio - edificación que nos pertenece por cierto – salgo del auto y me dirijo a las puertas giratorias. Subo hasta el piso correspondiente, toco la puerta y abre la Pequeña Bruja más hermosa que mis ojos hayan visto. —¡Buenas noches Isobel! – vi su estremecimiento cuando escuchó mi voz que salió mas seductora de lo normal. —¡Hola! – dice en un suspiro
Despierto sobresaltado, dormí tan profundamente que ni siquiera me percaté de cuando sucedió. Isobel continúa dormida sobre mi pecho, su aliento cálido acaricia mi cuello y cierro los ojos disfrutándolo. Abrazo su cuerpo acariciando su sedosa piel, en la madrugada se quitó la ropa para vestirse con la horrorosa pijama que luce en este momento, tendré que educarla en cuanto a eso porque me gustan las mujeres sexis y seductoras, eso implica que se sepa vestir incluso en la cama, para que me sobren las ganas de quitarle la ropa cuando quiera hacerle el amor, aunque me encantaría hacerlo ahora aun con ese trapo horrendo que lleva puesto. Acaricio su espesa cabellera, parece un montón de estopa ¡Dios, nunca había visto nada igual! Y que me gustara tanto. Sonrío. Se remueve sobre mí, esta incómoda, pero no debería quejarse porque ella solita subió a mi pecho. Introduzco las manos entre su camiseta y acaricio su piel, recuerdo anoche entre flashes que balb
Salgo del baño envuelta en mi albornoz favorito de felpa con marcas de pisadas de mi animal favorito: el gato. Jacques ha salido a buscar desayuno después de haberme hecho pasar un rato extraordinario entre vergüenza, excitación y placer. Escucho ruidos fuera y me asomo a la puerta ¡ahí está! Perfecto y sonriente hablando por el teléfono colocado entre el hombro y el oído, se ve elegante, distinguido. Sus movimientos son tan gráciles que se ve irreal, no me di cuenta que había salido de la habitación hasta que estuve cerca. Su impresión fue momentánea, pero no pude reconocer si fue por mi presencia que no esperaba o porque la bata de baño le causó algo así como aversión. Lo noté en el instante que paseó su hermosa azul mirada por mi cuerpo. Y su comentario por supuesto.—¿Pero qué coño llevas puesto Isobel? – sus ojos se abrieron y yo rodé los míos. Regresó el odioso.—¡Vete a la mierda Hawkins! – me retiro de allí y corre a abrazarme y
Jacques salió del apartamento tras la llamada de su hermano por tercera vez en la mañana para que asistiera a una reunión de suma importancia para la empresa y para todos en general – se refiere a su familia – me quedo debatiendo entre salir a cambiar mi guardarropa o simplemente recostarme en la cama a disfrutar de las sensaciones que deja ese hombre en mi piel así no me toque. Marco el número de mi amiga rubia y tonta, quien huyó de nuevo con el enclenque de su novio de características apolíneas hasta que habla y eso no es todo, ni siquiera se despidió de mí, por menos que eso le habría dejado de hablar, pero ahora me considero una mujer madura. Responde al tercer repique con voz rasposa por el sueño u otra cosa en la que me rehúso a pensar.—¿Isobel? ¡hola! – suena como queriendo levantarse.—Hola rubia boba – resopla y escucho unos murmullos junto a un gruñido ¡me vale mierda que el idiota gruña como per
Las puertas del ascensor se abrieron y al entrar al apartamento quedé pasmada.Es… gigante…Magnífico…Fastuoso…—¡Wow, es… increíble, hermoso e inmenso! – me gire a mirarlo y se encontraba de pie con las manos en los bolsillos balanceándose de las puntas de los pies a los talones con una expresión idiota en la cara.Cien veces más grande que mi ático…Cien veces más hermoso y más costoso.—Me alegra que te guste ¡bienvenida! – sus ojos brillan y yo pongo los míos en blanco.—¡Es… pomposo como tú! – estoy demasiado impresionada y él exageradamente satisfecho a juzgar por su sonrisa de presunción.
—¡No es lo que piensas! – pongo los ojos en blanco.—¿En serio? Realmente pensé que tú, solo tú con tu arrogancia y la forma que tienes de hacerme sentir insegura de mí y segura de ti… no dirías esa mierda – giro para irme a la habitación en busca de mis zapatos.—¡Dios mío Isobel! ¿qué pensabas que diría frente a tu mirada acusatoria? ¡casi me señalaste como culpable! – casi me reí en su cara asustada, se que no mentirá.—¡Pero es tan cliché! ¿comprendes lo frustrante que es? – me observa como si fuese un corderito —¡Ay por favor Jacques! – ruedo los ojos.—¿Qué? ¡Yo no he hecho nada Pequeña, tu sacaste conclusiones adelantada