Capítulo 23. Verdades, Citas y Besos. Parte 2.
— ¿Entonces, haremos esto? – su voz es casi un susurro y yo, a pesar de mi condición, siento que dese hacerlo.
— Si tu estás dispuesta yo… pues, también – sonrío con eso que las chicas llaman: encanto.
— Pero debes recordar que yo no soy de las que se deslumbra, muy por el contrario, tiendo a descubrir más cosas de lo que pretendo – entiendo, es mucho más inteligente y menos cabecita hueca.
— Si bueno, yo… quero saber si ¿quieres ser mi novia? – pregunto muy rápido, por primera vez me siento tan nervioso que mi cuerpo hormiguea y me falta un poco el aire, las manos me tiemblan y creo que necesito un minuto.
— ¿Está todo en orden Jacques? Te ves pálido – y vaya que lo estoy, siento que puedo desmayarme en cualquier momento.
— ¡Si, lo estoy! – miro sus ojos de un color tan
¡Esto es increíble! He perdido el sentido de la vergüenza totalmente y me he convertido en una pervertida como el sujeto que desea ser mi novio. Aunque no voy a negar que lo he disfrutado mucho y ese… ¡oh por favor! Es la primera vez que lo siento de ese modo y no tengo idea si me agrada que sea con él o no. Es un hombre experimentado y sabe lo que hace, pero eso puede ser un arma de doble filo ya que todavía no me dice sus intenciones verdaderas, tampoco es que yo sea mejor ¿cierto? Lo he utilizado para conocer las cosas que no he experimentado hasta ahora, sin embargo se ha comportado como un caballero a pesar de sus hábitos peculiares de Don Juan.Anoche me dejó en la puerta del apartamento y dijo que si necesitaba compañía, no tenía problema en quedarse conmigo sin que tuviese que preocuparme por algo sexual o por algún compromiso. Eso es muy dulce de su parte, pero yo me sentí bien y bueno… nos despedimos hasta otro día.—¿Qué
Llevo más de media hora estacionado en la esquina cerca del edificio donde reside Isobel, pero aun no me decido a subir, sé que le dije me esperara, sin embargo no quiero verme desesperado ante ella y por esa razón me encuentro aquí como un idiota debatiéndome entre ir o no. No me siento seguro de querer hacerlo y mas que todo es porque me siento temeroso de que algo pase y me pueda dañar, ya estoy bastante maltrecho para tener que lidiar con un desengaño amoroso o un engaño y… menos aun con esto desconocido que vengo sintiendo desde hace un rato, o lo que es peor, desde que la vi en esa fiesta y de manera muy atrevida y espontánea la besé. —¡Prefiero lo que sentía antes! Que no sentía nada por nada ni nadie – cubr mi rostro en actitud de preocupacion. —¿Me habla señor? – James cree que le hablo a él. —No, bueno, si que te hablo – es para que no me tilde de loco. —
—¿No deberías estar tratando de decirme a que viniste? – expresa Isobel con voz ahogada ante los besos que le propino en el cuello, dado que estamos en la cama y yo sobre ella.—¡Lo que debería estar haciendo es propinándote unas nalgadas por meterte en lo que no te llaman señorita – lamo el valle entre sus senos y grita excitada.—¡Es que ese idiota, oh sí más por favor! – me froto contra su entrepierna logrando que se arquee, su respiración trabajosa me vuelve un animal hambriento sobre este pequeño cuerpo que esparce placer por todo el mío.Chupo su labio inferior y acaricio sus caderas por encima de la ropa, tiembla estremeciéndose de anhelo, de placer, nunca había estado en esta posición – y no me refiero a estar encima – me da mucho placer que se encuentre extasiada con lo que hago. Subo de nuevo hacia su oreja derecha y muerdo el lóbulo. Grita de nuevo. Tira de mi cabello y me parece un gesto de desesperació
Me encuentro frente a la casa de la abuela, necesito anunciar que tengo una novia, pero me rehúso a traerla aun, hasta que no sepa que todo va a estar bien ya que mi maldita familia tiene la particularidad de ser hiriente y perversa a mas no poder, la someterán a cualquier cantidad de preguntas indiscretas y tratarán – todos – de humillarla para que no se cumpla con el testamento del abuelo en conchupancia con mi padre ¡los odio a los dos! Por cosas diferentes, pero los odio. Hoy es un buen día para hacer el anuncio en el almuerzo que se hace anualmente en conmemoración de la muerte de mi tío el idiota Vladimir Hawkins, quien murió por sobredosis de heroína, hace cuatro largos años, no era el favorito, pero era el menos porquería de la familia. Exceptuando a mi abuela y mi tía que al parecer no son miembros de la misma. Decido entrar a la Mansión y encuentro en el camino a mi tía Agatha, es una de las razones por las que vengo a esta cueva mal
Mi corazón duele al ver su rostro esperanzado, no podía negarme a traerla, ellas tenían derecho a conocerla, ellas más que nadie, el corazón más puro, el alma más noble Agatha Hawkins, dedicada a su familia, ha cuidado de todos olvidándose de su propia vida. No quiero ser quien rompa ese corazón en mil pedazos porque no deseo que vean a mi Pequeña Bruja ¡ok, eso fue dramático y ridículo! Pero es exactamente lo que siento y no deseo que mi… esta gente la lastime. —¡No lo sé tía, es muy pronto! – respondo de forma cariñosa ante esos ojos idénticos a los míos. —¡Tic, toc, tic, toc, muchacho, se acaba el tiempo! – su risa me hiela la sangre, pero no de miedo. Quizás en algún momento temblé por eso pero no ahora. Busco a mi hermano y lo veo alejado viendo la escena junto mis otros dos hermanos, ninguna de las dos Analice se encuentran presente ya, mi madre fue a la sala de estar para quedarse con Belinda y Marshall y lo agradezco, por
Salgo del restaurante Chino rumbo al apartamento. Respiro entrecortado tan solo de pensar que voy a verla. Llamo por teléfono a mi chofer para que me lleve a su casa y poder cenar con ella. —¡Buenas noches Sr. Hawkins! – saluda Robert. —¡Buenas noches Robert! – digo cordial, se toca la gorra respetuoso. Ingreso a la limusina para que me lleve al apartamento de Isobel y podamos cenar a gusto. Llevo su cena favorita como me lo ha hecho saber en alguna ocasión que estuvimos platicando. Nos detenemos frente al edificio - edificación que nos pertenece por cierto – salgo del auto y me dirijo a las puertas giratorias. Subo hasta el piso correspondiente, toco la puerta y abre la Pequeña Bruja más hermosa que mis ojos hayan visto. —¡Buenas noches Isobel! – vi su estremecimiento cuando escuchó mi voz que salió mas seductora de lo normal. —¡Hola! – dice en un suspiro
Despierto sobresaltado, dormí tan profundamente que ni siquiera me percaté de cuando sucedió. Isobel continúa dormida sobre mi pecho, su aliento cálido acaricia mi cuello y cierro los ojos disfrutándolo. Abrazo su cuerpo acariciando su sedosa piel, en la madrugada se quitó la ropa para vestirse con la horrorosa pijama que luce en este momento, tendré que educarla en cuanto a eso porque me gustan las mujeres sexis y seductoras, eso implica que se sepa vestir incluso en la cama, para que me sobren las ganas de quitarle la ropa cuando quiera hacerle el amor, aunque me encantaría hacerlo ahora aun con ese trapo horrendo que lleva puesto. Acaricio su espesa cabellera, parece un montón de estopa ¡Dios, nunca había visto nada igual! Y que me gustara tanto. Sonrío. Se remueve sobre mí, esta incómoda, pero no debería quejarse porque ella solita subió a mi pecho. Introduzco las manos entre su camiseta y acaricio su piel, recuerdo anoche entre flashes que balb
Salgo del baño envuelta en mi albornoz favorito de felpa con marcas de pisadas de mi animal favorito: el gato. Jacques ha salido a buscar desayuno después de haberme hecho pasar un rato extraordinario entre vergüenza, excitación y placer. Escucho ruidos fuera y me asomo a la puerta ¡ahí está! Perfecto y sonriente hablando por el teléfono colocado entre el hombro y el oído, se ve elegante, distinguido. Sus movimientos son tan gráciles que se ve irreal, no me di cuenta que había salido de la habitación hasta que estuve cerca. Su impresión fue momentánea, pero no pude reconocer si fue por mi presencia que no esperaba o porque la bata de baño le causó algo así como aversión. Lo noté en el instante que paseó su hermosa azul mirada por mi cuerpo. Y su comentario por supuesto.—¿Pero qué coño llevas puesto Isobel? – sus ojos se abrieron y yo rodé los míos. Regresó el odioso.—¡Vete a la mierda Hawkins! – me retiro de allí y corre a abrazarme y