XII

— ¿Ese desgraciado te lastimó verdad? ahora puedes decírmelo, no están presentes la partida de porquerías que son sus amigos - ella negó, solo lloraba. Le era imposible parar — ¡Háblame tesoro por favor! - silencio y sollozos — ¡Ya basta, me cansé y voy a buscar esa mierda millonaria para patearle el culo! - saltó de la cama donde se encontraba recostada para tomar el pomo de la puerta.

— ¡No Yolanda, no salgas quédate conmigo! - suplicó su amiga entre el ahogo de su llanto.

— ¿Cómo quieres que me quede aquí? ¡mírate, parece que alguien murió! - sus ojos lagrimeaban y su nariz perfectamente perfilada y respingona se encontraba roja e hinchada.

— Sólo estoy asustada aún, descuida en un momento pasará - su amiga la observó dudosa, todavía tenía muchas ganas de patearle el trasero al "idiota buenorro", su teléfono sonó.

— ¡Hola Serguey! - saludó encantada — ¡Si ya estamos a salvo en casita! No, no ha dejado de llorar,

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