Tardo un segundo en procesar sus palabras.
— ¿Qué dijiste? — pregunto sintiéndome como una idiota, el hombre estaba de pie frente a mí, cubierto de sangre y sin camisa, y yo estaba preocupada por la idea de tomar otra ducha con él
— Ya me escuchaste, no pienso dejarte sin vigilancia de nuevo — asegura acercándose y mirándome con irritación — así que sí, al baño, necesito una ducha y tú también
— Eres un pervertido de m****a — escupo, pero la imagen de su cuerpo desnudo llega a mi mente, y tan fácil como hace solo unas horas, paso de estar aterrada a estar excitada como la m****a. ¿Qué demonios? — No pienso meterme en la ducha contigo
— Bien, entonces te arrastraré dentro — replica acercándose para cargarme de nuevo, como si no pesara demasiado, grito y pataleo todo lo que puedo, pero no consigo demasiado, al contrario, solo me suelta de cualquier manera en el piso del baño
— Maldito bastardo de m****a, no puedes retenerme aquí — me quejo, intentando levantarme para golpearlo, pero el hombre es como una enorme pila de músculos.
— Puedo, y lo estoy haciendo — asegura cerrando la puerta y sacándose los pantalones — Puedes unirte, si quieres — se mofa mientras arroja lejos su boxers y abre la llave, cierro los ojos, no deseando ver la sangre saliendo de su cuerpo. La imagen de la oficina seguía clavada en mi mente, tal vez era buena idea, si él realmente me mataría, tendría que recordarme a mí misma que era peligroso, que definitivamente no era el pequeño niño que solía ir detrás de papá hace años.
— ¿Realmente me matarás? — pregunto intentando no sonar demasiado asustada
— No — Admite luego de un rato, abro los ojos finalmente y tengo que obligarme a mí misma a mirarlo a los ojos. La iluminación del baño es totalmente diferente a la penumbra del resto de la habitación, por lo que sus ojos se veían claros y brillantes — Pero no por ello tienes que actuar como si tuvieras el control
— ¿Entonces debo simplemente cumplir tus ordenes? — me quejo, poniéndome de pie y cruzándome de brazos — Si no vas a matarme entonces déjame ir de una puta vez — insisto
—¿Reamente no lo entiendes, ¿verdad? — pregunta mientras toma una pastilla de jabón y empieza a untarse — Uno de los hombres más peligrosos de Europa te quiere muerta, por meter las narices donde no debías
— ¿Qué? — pregunto tensándome, el significado de sus palabras pesando fuerte en mi pecho — yo solo quería información sobre la muerte de mi madre, no...
— ¿Tu madre? — pregunta luciendo confundido — ¿Preguntarle a tu padre o mi madre fue demasiado fácil así que decidiste meterte en la boca del lobo? — pregunta mofándose
— Yo...espera ¿Por qué tu madre sabría algo de ello? — pone los ojos en blanco, mirándome como si fuera idiota
— Porque...— suspira molesto — Ven aquí, no consigo concentrarme mientras tienes sangre en el rostro — murmura y yo doy un respingo llevando mi mano a mi rostro, antes de dar una mirada a mi ropa y.…creo que voy a vomitar, gritando como una niña pequeña, me saco el suéter empapado de sangre — lindo — doy un respingo...al darme cuenta que estoy usando uno de esos estúpidos conjuntos de lencería
— Psicópata — gruño cruzando mis brazos sobre mis pechos y dándole la espalda al ver su pene "despertar" ante mí, Diooooos, no puedo con esto.
— Sí, me voy a arrepentir de esto — murmura, y antes de que pueda buscar una respuesta inteligente para él, sus brazos húmedos me rodean y grito asustada, juro que intenté patearlo y darle un cabezazo, pero antes de que pueda hacer nada estoy debajo del agua
— Quita tus asquerosas manos de mi — me quejo antes de sentir sus manos contra mis pechos y los pensamientos racionales se esfuman por completo — N-no me toques
— ¿Segura? — murmura deslizando sus manos por la cintura de mis pantalones.
— ¿Qué estás haciendo? — pregunto titubeando, sin atreverme a mover un musculo
— Tomando una ducha — responde con voz gruesa mientras desabrocha el botón de mis vaqueros, y como una idiota, lo dejo hacer, intentando luchar contra la idea de dejarme llevar por mi estúpido cuerpo — Y te ayudo a tomar una también
— Dijiste que no m-me tocarías — murmuro, aunque mi voz sale como un jadeo cuando sus dedos se deslizan por mi clítoris, abriéndose camino entre mis piernas, cuando se detiene, no estoy demasiado segura de estar contenta
— Tienes razón — admite besando mi cuello consiguiendo mis nervios de punta, con un movimiento suave empieza a deslizar los pantalones fuera de mis piernas, agachándose y sutilmente masajeando mi piel por encima de la tela — No lo haré, a menos que me ruegues por ello
— ¿qué te hace pensar que lo haré? — pregunto intentando lucir amenazante, pero él se limita a obligarme a dar la vuelta y enfrentarlo, soy una mujer alta, pero solo consigo llegarle al cuello, y él luce satisfecho
— Estás desnuda frente a mí y tus pezones están rogando por atención — asegura cerrando la llave — Puedo hacer que ruegues, preciosa — asegura
— ¿Quieres apostar? — pregunto sintiendo un chute de adrenalina, una idea surgiendo en mi mente — El primero en rogar pierde
— Tienes mi atención — asegura antes deslizar su mano por mi cuello y limpiar una mancha que probablemente sea sangre — te escucho.
— Sí yo gano, me dejarás ir — susurro acercándome a él y dándole una de mis mejores miradas seductora — Si tu ganas...podrás hacer lo que quieras conmigo
— Luces muy segura — se mofa — Acepto — se encoge de hombros — Pero...con una condición
— Depende — digo automáticamente — aceptaré tener sexo, pero no quiero nada que ver con tus...negocios y tampoco puedes compartirme
Eso lo hace reír, es una risa gruesa y que consigue hacerme estremecer
— No iba a pedir sexo, ya que claramente así es como acabará esta apuesta — Oh, Dios, Taliana, ¡¡¡que estúpida!!! Me dedica una sonrisa — Sí te hago rogar, tú me dirás por qué Saltsman te quiere muerta y harás lo que yo quiera...por el tiempo que yo decida
— No más de un mes — me quejo, él se encoge de hombros
— ¿Trato?
— Trato
Cerrando los ojos e intentando enfocarme intento mi pose más seductora, a diferencia de la mayoría de las chicas de mi familia (que son muy pocas) soy alta y esbelta, y con esta estúpida lencería enmarcando mis pechos, era imposible que se resistiera demasiado tiempo.
Hace años, lo habría golpeado por la forma en que me mira. Pero si esta era la única manera de salir de aquí...así sea, haré al bastardo rogar y luego regresarme a casa.
Creo que esta es exactamente la escena de una de mis fantasías adolescentes con Taliana. Es decir, la chica es preciosa, segura de sí misma y está desnuda y mojada frente a mí, dándome una mirada seductora que invita a hacer cosas malas.Mierda, mi pene se levanta contento, saludando a la belleza frente a mí, pero debo ganar la apuesta si realmente quiero que me de la información que necesito y malditamente iba a hacerla rogar por ello, no me llaman el diablo por nada.— ¿Y bien? — pregunta haciendo un puchero en un intento de parecer sensual — ¿solo te quedarás mirando?— ¿Estás rogando que te toque? — pregunto levantando una ceja, y ella arruga la nariz adorablemente— Más como "incitar" pero creo que lo entiendes — asegura, haciéndome reír, pero corto l
metiera en esta estúpida apuesta, aunque por supuesto que no seré su "mascota" ni loca.Accedí a obedecer ciertas órdenes solo por el hecho de que podría salvarme el pellejo, pero ahora comienzo a darme cuenta de que en realidad no era buena idea. Este no era Scotty, el dulce niño que adoraba a su madre y siempre reía con mis primos. Era un extraño, uno frío y calculador...un asesino.— Quita esa mirada, mascota — me ladra de repente, haciéndome saltar, aunque en realidad, todo me hace saltar ahora mismo, lo que es una mierda, porque suelo ser más ruda que esto.— No soy tu mascota — gruño en su dirección, pero intento suavizar mi mirada igualmente, me he cambiado y estoy nerviosa, me ha dejado salir de la habitación y aunque me ha puesto una venda en los ojos todo el camino hasta el auto, ahora que mis ojos se han acostumbrado a la ten
Taliana va a conseguir que me maten incluso antes de reunirnos con Saltsman, en especial con su maldita negativa a darme la información que necesito— De rodillas — ordeno luego de un rato, cansado de rogarle por respuestas. Existen mejores maneras de obtener información de las mujeres. Ella parpadea y me dedica una mirada mortal antes de poner sus manos en las caderas— ¿Disculpa? — sonrío, parece a punto de echar humo por las orejas, lindo.— Disculpada. De rodillas. Ahora — ordeno de nuevo, tomando su cabello en un puño y haciéndola gritar de sorpresa — Patrick está escuchando, niña.— Soy cinco años mayor que tu — me recuerda, olvidando momentáneamente que debería estar asustada, lo que la hace mucho más encantadora— Y yo cinco veces más fuerte. De rodillas— insisto, cuando veo un co
Cuando aterrizamos, siento que algo está mal. Scott ha vuelto a mostrarse frío y distante, por lo que no soy capaz de leer su expresión en absoluto y la única palabra que me dirigió "Vístete”fue como un ladrido cabreado, mientras tiraba a mi rostro un diminuto vestido de brillantes y tacones mortales— ¿Vas a seguir con cara de culo o de hecho me dirás qué mierda vamos a hacer?— Limpiar tu desastre — se queja mientras se pone un traje de aspecto costoso, hemos llegado a Londres hace dos horas y estamos en un hotel lujoso y lleno de guardaespaldas — No tengo tiempo de explicarte los detalles, limítate a mantener la boca cerrada y obedecer mis ordenesEntrecierro los ojos en su dirección y pongo las manos en mis caderas, molesta como la mierda— ¿Disculpa? Merezco información, es mi pellejo el que está en juego, cabr&o
La mano de Talia tiembla ligeramente mientras puja por su amiga, quien, a decir verdad, luce como un venado asustado y cegado por las luces de un auto, la han golpeado un poco, por lo que fue catalogada como "rebelde" Cada vez que la pobre chica escucha un valor se estremece con fuerza, ahora solo somos tres en la puja, y el valor se está volviendo ridículo, tanto que estoy tentado dejar de pujar, pero se lo había prometido a Talia. Así que cuando finalmente tenemos la puja final, y la venta es nuestra, casi me duele escuchar el "vendido por novecientos ochenta y cinco mil dólares" casi un puto millón.
Cuando aterrizamos, Hazel y la otra chica siguen dormidas, yo en cambio, no he podido pegar el ojo, y al parecer Scott tampoco. Se la ha pasado bebiendo y con la mirada perdida, alternando entre la furia y la irritación, lo que a decir verdad es lo más cercano a una emoción que he podido ver en él, y tiene que ver con la otra chica, se ha negado a decirme su nombre o de donde la conoce, pero no ha despegado sus ojos de ella. Lo que me da mala espina. - Lleva a Hazel a la habitación - me ordena Scott una vez que abren las puertas del jet, un aire gélido se cuela, haciéndome estremecer, frunciendo el ceño y rascándose la ligera sombra de barba, rebusca en un armario antes de darme un abrigo - Regresaré mañana temprano - su amigo Luke (el idiota que me golpeó el rostro la primera noche) entra y me hace una señal para seguirlo - ¿No vienes? - pregunto, sintiéndome curiosamente molesta, su amigote ríe y él murmura algo en ruso que suena ofensivo -
Sé lo que se están preguntando ¿quién es Natalie? Eso puedo responderlo: es la razón por la que estoy hasta el cuello en la mafia, y la razón por la que no me he vuelto loco. La primera vez que la vi, fue en un bar del barrio donde vivía, tenía el cabello rubio, piel blanca y unos penetrantes ojos bicolor, llevaba un vestido de verano y zapatillas, recuerdo que me había cautivado lo inocente que parecía, tierna y dulce, incluso cuando sus ojos decían lo contrario. La siguiente vez, llevaba gafas oscuras que me impedían verle los ojos, el cabello ahora era castaño con visos del color de la miel, llevaba vaqueros gastados y una chaqueta de piel. Tiempo después a penas y la reconocí, de no ser por sus ojos y su mirada, jamás habría sabido que era ella. Tenía el cabello corto, liso y negro, los vaqueros habían sido sustituidos por shorts y una camisa corta cuya espalda estaba hecha jirones, incluso había una gargantilla en la base de su garganta, guantes
Estoy acabando mi cena (Cordero y patatas, me alimentan muy bien, pudo concederles eso) cuando escucho los gritos femeninos. Estoy una habitación diferente ahora, sola, pero segura, tengo cable, ropa, frazadas, chuches y comida cada vez que quiera, pero ninguna forma de comunicación externa más que un botón para llamar a esta chica Lucía, quien me traía todo lo que necesitaba cuando lo pedía, aunque nunca dijo una palabra, y cuando mis pedidos eran cosas que no podía obtener, como un teléfono por ejemplo (tenía que intentar, ¿no?) se limitaba a mirarme como si yo fuera tonta. Así que estoy aburrida constantemente, por no decir que ansiosa por un plan, se suponía que debía conseguir que Scott se pusiera de mi lado, se deshiciera de Saltsman, liberara a mi amiga y me enviara a casa. Pero estoy fracasando escandalosamente. Y cuando los gritos llegan, me apresuro a correr hasta la puerta, afinando el oído — ¿Crees que das miedo? — gritaba.... Estoy casi s