La mano de Talia tiembla ligeramente mientras puja por su amiga, quien, a decir verdad, luce como un venado asustado y cegado por las luces de un auto, la han golpeado un poco, por lo que fue catalogada como "rebelde"
Cada vez que la pobre chica escucha un valor se estremece con fuerza, ahora solo somos tres en la puja, y el valor se está volviendo ridículo, tanto que estoy tentado dejar de pujar, pero se lo había prometido a Talia.
Así que cuando finalmente tenemos la puja final, y la venta es nuestra, casi me duele escuchar el "vendido por novecientos ochenta y cinco mil dólares" casi un puto millón.
Cuando aterrizamos, Hazel y la otra chica siguen dormidas, yo en cambio, no he podido pegar el ojo, y al parecer Scott tampoco. Se la ha pasado bebiendo y con la mirada perdida, alternando entre la furia y la irritación, lo que a decir verdad es lo más cercano a una emoción que he podido ver en él, y tiene que ver con la otra chica, se ha negado a decirme su nombre o de donde la conoce, pero no ha despegado sus ojos de ella. Lo que me da mala espina. - Lleva a Hazel a la habitación - me ordena Scott una vez que abren las puertas del jet, un aire gélido se cuela, haciéndome estremecer, frunciendo el ceño y rascándose la ligera sombra de barba, rebusca en un armario antes de darme un abrigo - Regresaré mañana temprano - su amigo Luke (el idiota que me golpeó el rostro la primera noche) entra y me hace una señal para seguirlo - ¿No vienes? - pregunto, sintiéndome curiosamente molesta, su amigote ríe y él murmura algo en ruso que suena ofensivo -
Sé lo que se están preguntando ¿quién es Natalie? Eso puedo responderlo: es la razón por la que estoy hasta el cuello en la mafia, y la razón por la que no me he vuelto loco. La primera vez que la vi, fue en un bar del barrio donde vivía, tenía el cabello rubio, piel blanca y unos penetrantes ojos bicolor, llevaba un vestido de verano y zapatillas, recuerdo que me había cautivado lo inocente que parecía, tierna y dulce, incluso cuando sus ojos decían lo contrario. La siguiente vez, llevaba gafas oscuras que me impedían verle los ojos, el cabello ahora era castaño con visos del color de la miel, llevaba vaqueros gastados y una chaqueta de piel. Tiempo después a penas y la reconocí, de no ser por sus ojos y su mirada, jamás habría sabido que era ella. Tenía el cabello corto, liso y negro, los vaqueros habían sido sustituidos por shorts y una camisa corta cuya espalda estaba hecha jirones, incluso había una gargantilla en la base de su garganta, guantes
Estoy acabando mi cena (Cordero y patatas, me alimentan muy bien, pudo concederles eso) cuando escucho los gritos femeninos. Estoy una habitación diferente ahora, sola, pero segura, tengo cable, ropa, frazadas, chuches y comida cada vez que quiera, pero ninguna forma de comunicación externa más que un botón para llamar a esta chica Lucía, quien me traía todo lo que necesitaba cuando lo pedía, aunque nunca dijo una palabra, y cuando mis pedidos eran cosas que no podía obtener, como un teléfono por ejemplo (tenía que intentar, ¿no?) se limitaba a mirarme como si yo fuera tonta. Así que estoy aburrida constantemente, por no decir que ansiosa por un plan, se suponía que debía conseguir que Scott se pusiera de mi lado, se deshiciera de Saltsman, liberara a mi amiga y me enviara a casa. Pero estoy fracasando escandalosamente. Y cuando los gritos llegan, me apresuro a correr hasta la puerta, afinando el oído — ¿Crees que das miedo? — gritaba.... Estoy casi s
Mi madre es una mujer ruda por naturaleza, a sus cuarenta y seis años, sigue inspirando respeto en mis hombres, aunque de ella solo hayan escuchado las historias, y con sus suéteres negros de cuello alto, botas, guantes y pantalones de cueronegro, es difícil decir que no podría romperte el cuello de una patada.— Scotty — dice contenta al verme, me dejo abrazar y pellizcar las mejillas — Dios, pero mira que guapo estás— mamá — me quejo cuando empieza a peinarme como cuando tenía seis años, la mujer se ríe y me deja ir, mirándome con orgullo — ¿Como están todos en casa?— Katherina está, como siempre, sacando de quicio a tu padre, Klaus entró a clases de Karate y Nathan se metió en una pelea, ha decidido no ir a la universidad y cree que podrá escaparse de casa sin que lo encontremos — explica, habl
Es un beso dulce, sin malicia, casi como una caricia, tiene una mano como apoyo en su cabeza y la otra acaricia mi vientre, indecisa sobre qué dirección tomar. Mi corazón es como un tambor en mi pecho, resonando con tanta fuerza que creo que podría escucharlo a la distancia, dejo mi mano vagar hasta su rostro de nuevo, no me aparta, al contrario, toma su mano libre y me agarra las caderas, levantando mi cuerpo y recostándome sobre su pecho desnudo. — ¿estás bien? — pregunta rozando delicadamente mi barbilla lastimada, yo asiento, con cuidado me besa de nuevo, deslizando sus manos poco a poco hasta mi trasero. Puedo sentir su erección contra mi abdomen, y su pecho desnudo rozando mis pechos, solo separados por un fino trozo de tela. Pero sorprendentemente, no insiste en llevar las cosas más lejos, y luego de los besos, me acomoda sobre él, hasta que mi cabeza descansa en el hueco de su cuello y él acaricia con suavidad mi piel. Su erección palpita bajo mi peso
Talia debe pensar que soy bipolar o algo por el estilo. Lo que no me sorprendería dado que mi padre era esquizofrénico y otras cosas. La reunión es en ruso, lo que ayuda a que ella no entienda, en especial porque estoy tratando un tema delicado, luego de haber pasado la noche con ella y que Natalie montara un drama digno de un Oscar, mi elección fue sencilla, y luego de las duras palabras de mi madre... Bueno, tenía que tomar una decisión. La pelirroja se mantiene todo el tiempo en silencio, sentada en mi regazo (era usual para mis socios verme de esta manera, después de todo una reputación no se construye sola) y su mirada vaga todo el tiempo, maquinando algún plan. — Puedo conseguir las armas, pero tiene su precio, Diablo —dice Egor finalmente, el ruso es imponente y duro de roer, levanta finalmente el maletín y lo pone sobre la mesa — Vladimir envía recuerdos, por cierto. Pongo los ojos en blanco, antes de tomar el maletín y poderlo a mis pie
Alenna cumple su promesa de mantenerme a salvo, pero en cuanto llegamos a la habitación, arremete contra mí, con un simple "piensa rápido" yantes de darme cuenta, estoy siendo atacada por ella. — Tienes entrenamiento — se queja, dándome tiempo de recuperarme y arrojando sus armas al suelo — demuéstralo. — ¿Qué demonios? — pregunto, levantándome y poniéndome a la defensiva, es verdad, sé defensa personal y un par de técnicas militares... Pero esto es ridículo — Ya viste el tipo de cosas que enfrenta mi hijo — dice, enviando un puñetazo en mi dirección, pero, aunque estoy bastante fuera de práctica, consigo evitar que me dé con fuerza en las costillas, y claro, en dos movimientos estoy de nuevo evitando estamparme contra el suelo. Pero la mujer es rápida, y solo juega conmigo, lo que me cabrea — Si quieres sobrevivir, tienes que pelear — insiste, antesde impulsarse y volver a atacarme. Estoy esquivando más que defendiéndome, pero por un segundo, rec
Cierro la puerta de una patada y tomo a Talia por las caderas, sus besos son jodidamente embriagadores y me estoy dejando llevar, su piel de porcelana, aunque magullada por las peleas y mis estupideces, preciosa, y sus labios suaves y cálidos.Acaricio su boca con mi lengua, suave y posesivo a la vez, cada vez más ansioso por su cercanía, su propuesta es más que bienvenida, yo mismo había estado pensando en ello, ella no es una de mis chicas y tal vez sabía más del asunto que yo (al menos en cuanto Saltsman)Sus manos se mueven rápido en busca de los botones de mi camisa, besando mi pecho expuesto y tirando de mi cabello de una forma tan sensual que podría hacerme explotar. Pero la aparto con cuidado solo para arrancar su ropa, sorprendiéndola tanto por mi ferocidad como por mi fuerza. Pero maldita sea, estaba jodidamente caliente, cuando la levanto sobre la encimera del baño, suelta un peque&