Bastián.
Annabelle es tan idiota que cayó redondita en toda la mentira de la gasolina, de verdad creo que no me equivoqué al haberla elegido a ella, es tonta como nadie que yo haya conocido antes.
–¿Qué vamos a hacer ahora? – me pregunta aterrorizada mientras mira a su alrededor donde solo se ve oscuridad. Literalmente.
Yo sonrío sin que ella se de cuenta, me gusta que este asustada, porque eso le demuestra que lo único que tiene en este momento soy yo. Es una lastima que mis intenciones no sean tan nobles como ella piensa.
– No sé, pero no voy a quedarme a ver como me congelo en la noche – me salgo del auto, me subo la cremallera del mono y comienzo a caminar hacia el noreste.
¡por supuesto que tengo un plan! Lo de la gasolina no fue una coincidencia, yo hice mis cálculos y sabía que no íbamos a alcanzar a llegar a Lacock es
Annabelle. Intento cubrirme del frio que hace afuera, no quiero volver a entrar en la casa, no quiero tener que verle la cara de nuevo a Batían, no después de lo que acaba de suceder entre los dos, pero sé que en algún momento tendré que enfrentarlo nuevamente, no solo porque no puedo quedarme afuera a morirme de hipotermia, sino porque prometí que lo iba a ayudar y yo nunca rompo una promesa.Escucho los pasos de Bastián que se acerca en mi dirección y después oigo su voz – Annabelle, debes volver.– Lo sé – respondo sin mucho ánimo.–¿Entonces porque no lo has hecho?– Porque necesito un poco mas de tiempo.Bastián suelta un suspiro – debes entrar antes de que vayas a pillar un resfriado y me toque cargar contigo estando enferma – Bastián es tan poco amable, enserio, cada una de sus p
Annabelle. Siento mi cuerpo completamente entumecido, lo que me obliga a despertarme y a estirar todas mis extremidades dormidas. Suelto un bostezo, me rasco los ojos con las manos, me incorporo en el sofá que resultó siendo más cómodo de lo que yo habría creído y entonces miro a mi alrededor, estoy complemente sola.Por un momento me cuesta recordar que fue lo que pasó anoche, mi mente se siente como nublada, como si una gran bruma hubiera nublado todos los recuerdos de ayer. Sinceramente habría preferido quedarme con la bruma, porque de un momento a otro las ráfagas de las imágenes de ayer se proyectan en mi cabeza. El auto sin gasolina, la casa abandonada, el viejo sofá, la suciedad, el olor a humedad, y el beso. El jodido beso que me dio Bastián anoche, ese beso que me llevo mas lejos de lo que he estado nunca con un hombre.Me siento en el sofá y nie
Annabelle. Bastián detiene el auto un par de metros detrás del convento, ¡Por fin llegamos! – celebro para mis adentros porque a Bastián no le quiero hablar.– Gracias por traerme – salgo del auto y estrello la puerta haciendo que el metal suene.–¡Annabelle espera! Tenemos que hablar – escucho la otra puerta cerrarse y sus pasos correr tras de mi – Annabelle, espera.– No, no quiero esperarte, tu significas peligro Bastián, siempre que estoy contigo me siento como a la deriva y no me gusta.–¿No te gusta o es que eres demasiado cobarde como para aceptar que en realidad si te gusta? – yo veo sus bonitos ojos verdes y por un momento me pierdo entre sus colores. – No me gusta, nunca me ha gustado el peligro y por desgracia tu eres uno andante – me cruzo los brazos sobre el pecho y él me mira como si y
Annabelle. Bastián me lleva hasta una garita que yo no habia visto antes, es una pequeña torre medianamente alta que solía servir como punto de vigilancia, recuerdo que algunas monjas la mencionaron antes diciendo que aquí asustaban los espíritus de las monjas que desertaron, pero yo nunca la había visto de cerca.–¿Cómo encontraste este lugar? – le pregunto mientras nos metemos dentro.– Una noche estaba caminando alrededor y la vi, desde entonces se convirtió en mi lugar favorito. – Pero es pequeña, huele a humedad acá adentro y en las paredes hay moho – me tapo la nariz mientras seguimos ascendiendo.– Pero es mía – sentencia – este lugar es una de las pocas cosas que tengo y no voy a cambiarla.Veo el rostro de Bastián, se ve triste y casi deprimido, yo quisiera quitarle
Bastián. Espero hasta que se hace más de tarde, me escondo entro los arboles y cuando veo la silueta alta y delgada de Annabelle caminar frente a mi sonrío, lo hago de manera involuntaria, pero enseguida niego y borro aquella sonrisa, no se supone que deba sonreír al verla, de hecho, no se supone que deba sentir nada, Annabelle es solo el cebo en mi trampa y no puedo olvidarme de que esto es simplemente un juego, uno que sé que no va a terminar con un final feliz.Me aclaro la garganta y camino hasta donde ella está, siento una pequeña arritmia cardiaca, quiza sea momento de visitar al doctor. Quisiera creer que un médico va a hacer que mi corazón recupere sus latidos normales, pero se que no se trata de algo que la medicina pueda arreglar. – Hola – saludo con la voz profunda parándome frente a ella.Annabelle frunce los labios e intenta esquivarme.
Annabelle. – Hermana Maxwell – escucho que alguien me susurra y me zarandea, intento creer que es solo mi imaginación, asi que sigo durmiendo y soñando con los brazos fuertes de Bastián – hermana Maxwell – esta vez me llaman más fuerte y me doy cuenta de que es la voz de la madre superiora.Abro los ojos poco a poco y me adapto a la oscuridad, todavía es de noche, la única luz que se ve alrededor es la de una linterna afuera de mi habitación.–¿Madre superiora? – pregunto frotándome los ojos, suelto un bostezo y la mujer se aparta de mí. – Debe ponerse en pie, vamos – me dice.–¿Por qué? – me incorporo en la cama y frunzo el ceño – ¿Acaso esta viejita se volvió loca? ¿Qué hace llamándome a esta hora?– Es su amigo, el se&n
Bastián. Siento que todo mi cuerpo me duele como los mil demonios, como si me hubieran pasado por una maquina demoledora de huesos, incluso me cuesta abrir los ojos, pero aun asi me las apaño para hacerlo. Poco a poco termino de despertarme y lo primero que veo es a ella. Esta enfrente de mí, mirándome como si yo fuera la última coca cola del desierto, cuando la verdad es que soy un jodido cabron. Si ella supiera todo lo que le estoy haciendo entonces no estaría aquí cuidándome como si fuera mi madre. – Bastián, ¡despertaste! – dice con su voz chillona acercándose aún más a mí.Yo miro a mi alrededor, estoy en un puto hospital ¡Agh! Siempre me han jodido los hospitales, no soporto el olor a fármacos y me asquea todo el ambiente de enfermos.–¿Qué hago aquí? – le pregunto porque
Quince días después. Annabelle. – Bastián, ¿A dónde me estás llevando? – le pregunto a Bastián mientras él me saca corriendo y me sube en una motocicleta que no sé de dónde diablos ha sacado, solo sé que en ella hemos llegado a la iglesia del padre tito, en donde hemos pasado todo el día terminando de lijar las paredes.– Deja de hacer tantas preguntas y sube – me dice con fingida rabia.Yo ruedo los ojos, pero enseguida me pongo el casco y me subo en la motocicleta en la que él ya está acomodado, tengo que admitir que esto de andar en motocicleta no es nada nuevo para mí, el único novio de mi madre que a mi me caía bien, solía usar una como medio de trasporte, asi que la experiencia de subirme en una motocicleta bestial como la de Bastián no me parece para nada ext