Bastián.
Siento que todo mi cuerpo me duele como los mil demonios, como si me hubieran pasado por una maquina demoledora de huesos, incluso me cuesta abrir los ojos, pero aun asi me las apaño para hacerlo. Poco a poco termino de despertarme y lo primero que veo es a ella. Esta enfrente de mí, mirándome como si yo fuera la última coca cola del desierto, cuando la verdad es que soy un jodido cabron. Si ella supiera todo lo que le estoy haciendo entonces no estaría aquí cuidándome como si fuera mi madre.
– Bastián, ¡despertaste! – dice con su voz chillona acercándose aún más a mí.
Yo miro a mi alrededor, estoy en un puto hospital ¡Agh! Siempre me han jodido los hospitales, no soporto el olor a fármacos y me asquea todo el ambiente de enfermos.
–¿Qué hago aquí? – le pregunto porque
Quince días después. Annabelle. – Bastián, ¿A dónde me estás llevando? – le pregunto a Bastián mientras él me saca corriendo y me sube en una motocicleta que no sé de dónde diablos ha sacado, solo sé que en ella hemos llegado a la iglesia del padre tito, en donde hemos pasado todo el día terminando de lijar las paredes.– Deja de hacer tantas preguntas y sube – me dice con fingida rabia.Yo ruedo los ojos, pero enseguida me pongo el casco y me subo en la motocicleta en la que él ya está acomodado, tengo que admitir que esto de andar en motocicleta no es nada nuevo para mí, el único novio de mi madre que a mi me caía bien, solía usar una como medio de trasporte, asi que la experiencia de subirme en una motocicleta bestial como la de Bastián no me parece para nada ext
Bastián. Annabelle termina de vestirse enfrente de mí, se ve incomoda e incluso un poco triste, y si se está arrepintiendo de lo que acaba de pasar, pues entonces se jodió, porque no hay forma alguna de revertir lo que acabamos de hacer ella y yo sobre la alfombra de esta casa.–¿Te pasa algo? – le pregunto. Ella me sonríe y yo siento una presión en el pecho difícil de describir, es que la sonrisa de Annabelle es lo más lindo que he visto en mi vida. Quiza se deba a que siempre he estado rodeado de mierda, y entre tanta porquería, ella es lo único bueno alrededor.– No, todo está bien, solo tengo una pequeña molestia – hace una mueca.– Es normal que sientas molestias y que te duelan las piernas, mañana un poco más que ahora, incluso – le explico.– Bien – ella se po
Bastián. Se empieza a hacer de noche y la hora de visitas se termina, las familias comienzan a irse y yo salgo al patio trasero, es momento de revisión. Siempre hacen la misma estupidez después de que todas las familias se marchan, nos revisan hasta el alma, y ni aun asi han conseguido atrapar a todos los que se guardan algo encima, una vez Daniel se guardó un paquete de coca en medio de las huevas, después estuvo vendiéndonosla a todos nosotros por un precio absurdo. Yo no la compré, él saber que aquel paquete habia estado en la polla de Daniel ya me daba asco y me hacia querer vomitar.Los guardias nos pusieron en fila el uno al lado del otro, Bille se puso contra la pared a mi lado.–¿Asi que esa fue la monja? – me pregunta y suelta una carcajada.– Si – respondo con brusquedad, no quiero hablar al respecto, por lo menos no ahora.–&iqu
Annabelle. Es de noche y hace más frio que nunca, yo ahueco mis manos enfrente de mi boca y suelto vapor para calentarme un poco, miro al horizonte y espero que Bastián se aparezca de la nada, igual a como hace siempre, me he dado cuenta de que al hombre le gustan las entradas dramáticas. Sonrió por el pensamiento y recuerdo nuestra conversación de esta tarde. Él tiene razón, suele tener razón muy a menudo, yo no quiero que esto que hay entre nosotros dos se termine, por primera vez siento que pertenezco a un sitio, me siento como en casa cuando estoy con él, y ni siquiera aquí en el convento he logrado sentirme de esta manera. El amor de las monjas y de Dios es precioso, pero a veces pienso que el de Bastián lo es aun más. Veo que la silueta de un hombre comienza a caminar en mi dirección, pero hay tanta neblina que no puedo distinguirle el rostro con cl
Bastián. Han pasado veinticuatro horas desde que estoy encerrado en esta celda de porquería, veinticuatro largas horas en las que no he tenido contacto con el mundo exterior si no para recibir la comida que me traen los guardias, comida que yo por supuesto no he probado.Veo los platos a un lado de mi habitación, la carne comienza a oler mal por el calor que hace dentro de este infierno. Suelto un bufido, me acerco a la puerta y pongo las manos en las barandas de metal que me separan de Annabelle, no falta mucho para que me saquen de aquí, pero estoy desesperado, tengo que encontrar el puto celular y borrar el maldito video para deshacerme de una vez por todas de esa evidencia que me puede joder todo lo que tengo en este momento.–¡Jones! – me grita un guardia mientras se acerca – puedes salir y volver a tu habitación – él le quita el candado a la reja y la abre dejá
Annabelle. Ver a Bastián hace que todo mi cuerpo tiemble, pero no de deseo, como me pasaba antes, si no de odio, lo detesto por lo que me hizo, por obligarme a pecar y por estar aquí ahora mismo, es un cínico y descarado, ¿Qué demonios tiene en la cabeza este hombre? – Dime que es mentira lo que Daniel me dijo.–¿Y cómo se supone que sepa de que estás hablando? – le digo con los dientes apretados mientras me acerco a él, me quito las lágrimas del rostro y le planto cara. Me duele todo lo que está pasando, de eso no hay ninguna duda, pero no voy a dejar que él se de cuenta de lo mucho que me lastimó.– Dime que no dormiste con él, necesito que me digas que es mentira – me pide.Las monjas a nuestro alrededor sueltan gritos aterradas, como si ellas jamás hubieran pensado en sexo, ¡Ja! He
Annabelle. Siento que las lagrimas surcan todo mi rostro, pero me limpio rápido y vuelvo al convento, ahora tengo que enfrentarme a mi otro problema, la madre superiora, no sé si el tal Daniel le mostro el video, la verdad es que después de haber entrado en mi habitación me olvidé de todo hasta que Bastián vino aquí a hacerme este escándalo, pero sea lo que sea, la madre superiora ya escuchó todo, no hay forma en que yo pueda escapar de mi castigo.Camino por los pasillos sintiendo las miradas de todas puestas en mí, y sinceramente ya no me interesa, estoy completamente humillada, siento que mi dignidad está en el segundo circulo del infierno y nada va a cambiar o empeorar eso.Toco a la puerta de la madre superiora.–¡Siga! – me grita desde el otro lado.Abro la puerta y me encuentro a la madre superiora caminando de un lado para el otr
Un mes después. Bastián. – Por favor, firma aquí y aquí – el alcaide me señala un papel lleno de mierda que no me interesa, lo único que me importa en este momento es que al firmar este pedazo de hoja volveré a ser libre.–¿Necesita algo más? – le pregunto después de poner mi firma donde me dijo.– Si, tu huella dactilar aquí y puedes largarte – sentencia.– Siempre fuimos buenos amigos – suelto con sarcasmo y dejo escapar un bufido.Termino con el jodido papeleo y el alcaide me da el permiso de irme, el hombre no me da un abrazo ni mucho menos me felicita por mi excelente conducta del ultimo mes, él solo se da la vuelta, me da la espalda y yo me salgo de aquí porque tampoco es como si el alcaide se hubiera convertido en mi familia, esas chorradas solo pasan en la