William estaba desesperado por volver y Kathryn por que lo hiciera; cuando la llamó para decirle que al otro día regresaría su humor cambió radicalmente. A pesar de que había estado unos días en compañía de Robert, lo extrañaba terriblemente. Todo eso de tener que irse por las dudas le pareció inútil e innecesario, pero entendía que William necesitaba sentirse seguro y tranquilo. Y si regresaba con ella eso quería decir que no había encontrado nada por lo que tener que preocuparse, se quedaría más tiempo. En la parroquia también lo esperaban ansiosos; el Padre Michael se había acostumbrado a su presencia allí y ver a Kath con ese humor y esa cara de tristeza tampoco le gustaba nada. No tenía bien en claro en qué términos llevaba su relación, dado que ella nunca se acercó para decirle que se había enamorado o que William era el hombre de su vida. Solo conjeturaba que se gustaban o al menos se querían bastante. Lamentaba que tuvieran que vivir de esa manera, siempre al filo del precipi
La mañana siguiente volvió a ser como esos viejos días en los que William le preparaba el desayuno. El aroma del café le abría el apetito y él se aseguraba de que comiera algo más; si por ella fuera viviría a puro café. Le preparó unos panqueques con frutas y crema; conocía su debilidad por las cosas dulces; podría pasarse la vida cocinándole lo que le pidiera, no había nada como su rostro feliz cuando algo le parecía delicioso, las pequeñas muecas que hacía con los ojos y la nariz al disfrutar la comida. Incluso, a veces, su cuerpo se movía al compás de un ritmo que delataba su felicidad. Regresaron a su lugar en el balcón, aunque ya estaba acechando un poco el frío del otoño. -Entonces ¿Qué has hecho este tiempo además de trabajar? – - Solo trabajar, era lo que mantenía ocupada sin volverme loca pensando donde estarías – - ¿Visitaste a Michael? – - Si, varias veces, sobre todo los domingos. Él se acostumbró a tu presencia en la parroquia, le hiciste falta… A mí también – - Lo s
Cuando estaba por comenzar el cambio de temporada todo se volvía un caos en W. Sport. Seguían sin poder lograr la fusión con Princo, siempre se presentaba un problema nuevo. Robert se mantenía en contacto con Kath a la distancia para asegurarse de que su inversión la ayudara a completar la integración de la nueva compañía. Kathryn disfrutaba cada correo que recibía de él porque además de los asuntos triviales de negocios, él solía enviarle fotografías de los lugares que visitaba. De los lugares donde estaba realizando algún “trabajo”. La normalidad se había asentado en la vida de Kath y William, si no fuera porque él debía seguir actuando su rol de sacerdote estarían viviendo juntos a esas alturas. Era agradable poder llegar a su piso y encontrarlo cocinando o leyendo en algún lugar; a veces llegaba y había música relajante esperándola y muchas otras solo un hombre deseoso de tener a su mujer. Si bien, no podían salir a hacer cosas que las parejas suelen hacer cuando tienen citas, si
Con el correr de las semanas y sin noticias de William, Kathryn comenzó a acumular una fuerte cantidad de frustración en su interior. Estaba enojada con él porque había desaparecido otra vez, pero no se comunicaba con ella de ninguna manera. ¿Acaso fue una distracción para él mientras huía? Solo un juguete con el que pasar el tiempo. Esas palabras que le había dicho cuando la llamo del aeropuerto la estaban torturando constantemente; ni siquiera Robert podía sacarla de su sensación de fracaso con sus visitas e invitaciones. Su mente estaba enfocada solamente en Will. Los únicos que sabían que el sacerdote se había marchado eran Paul y Cecil. Kath ya estaba contactando gente para tratar de dar con él. Le pondría fin a este juego morboso y sin sentido; ella no podía vivir así, dependiendo de un hombre que no estaba nunca en un lugar fijo. La fusión con Princo Co. al fin estaba a la vuelta de la esquina, no tenía tiempo para esto. Pero ninguna de sus conexiones lo encontraba, como si s
Los días pasaban y Kathryn no recibía respuesta del agente que había contactado. Era la última chance que tenía y no estaba dando resultados. Cecil tocó a su perta, necesitaba hablar con ella. Su último encuentro con Paul en su casa le dio la certeza de que ya nada tenía que hacer aquí. Seguiría siendo solo un reemplazo de Kathryn y eventualmente su vientre comenzaría a notarse. - Estoy pensando en renunciar – - ¿Por qué? ¿Qué sucedió? Si es por lo que pasó con Rebecca no te preocupes, no regresará – - No, no es por eso… Estoy embarazada – - ¡Eso es maravilloso, Cecil! ¡Muchas felicidades! Sabes que puedes tomarte los días que necesites, cuando lo necesites – - Lo sé, gracias. Pero en verdad me sentiría más cómoda regresando a casa, con mi familia. Este bebé voy a tenerlo sola y me gustaría contar con el apoyo de mis padres – - ¿Cómo sola? ¿Y el padre de tu bebé? – - No, a él no le interesa. Está enamorado de otra mujer – - ¡Oh, Cecil! Cuanto lo siento… - Esa mujer era ella mi
Y la pieza final fue un llamado al teléfono de Kathryn, era la persona a la que estaba esperando y la situación perfecta, así que era ahora o nunca. Preparó un sobre y se encargó de limpiar cualquier rastro el él, fue hasta el edificio donde Kath vivía y se lo dejó en la recepción. Cuando Kathryn llegó se lo entregaron. No era raro que recibiera correspondencia, era raro que el sobre no tuviera un remitente. ¿Quizá sería de William? La impaciencia le ganó en el ascensor y lo abrió: nada, solo una hoja en blanco. ¿Era un chiste? No tenía nada escrito, ni siquiera en el reverso. Lo tiró a la basura ni bien entró a la cocina. Tenía que prepararse para su invitado. Tomó un baño, aún era algo temprano, y pidió comida del restaurante de comida china que estaba cerca de su piso. Se puso ropa cómoda, un vestido gris simple; su invitado no era exigente y esperó. Pero de a poco su cuerpo comenzó a sentirse raro, sentía calor y no era época, estaban en pleno otoño. El termostato estaba en una
William sintió que una daga le atravesaba el pecho y que moriría desangrado. Tomó el monitor en el que había visto a Kathryn con Riker en su piso y lo estrelló contra la pared, luego siguió la silla que terminó destrozada a patadas. Pero eso no lo calmó y lo próximo fueron sus puños contra la misma pared. El dolor físico no le quitó el que le estaba creciendo en su interior, sino que ayudó a aumentarlo. Esa era SU mujer con otro hombre y ese hombre era Riker. La rabia le cerró la respiración, estaba peleando por oxígeno, estaba peleando contra sus impulsos más bajos, estaba peleando por pensar. Los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Cómo la encontró Riker? ¿Cómo terminó ocurriendo esto? Kathryn no podía hacerle eso ¿Acaso ya se había olvidado de él? ¿Acaso no lo amaba? En el video se veía claramente como había sido ella quien inició todo, como lo provocó, como lo buscó con su cuerpo, como lo besó. Era evidente que se conocían, esto no era nuevo. ¿Estuvo tomándolo por estúpido todo ese
William llegó a la ciudad, pero no fue directamente al piso de Kathryn, tomó un taxi en el aeropuerto y se dirigió al norte. Nadie sabía que estaba allí. Se bajó en una calle un poco desolada de las afueras y caminó por unos 15 minutos hasta que llegó al lugar. En caso de que surgiera alguna emergencia tenía todo un equipo guardado en un deposito: comunicaciones, armas, chalecos antibalas, vestimenta, todo. Riker estaba en la ciudad y con Kathryn y sin importar lo que había visto en el video, ella estaba en peligro. Antes de tomar cualquier acción tenía que prepararse. Se cambió de ropa y preparó su revolver automático junto con varias municiones. Con suerte, no tendría que usarlo; pero estaba seguro de que la cacería iba a terminar pronto. Contactó al personal se seguridad que había instalado las cámaras en el piso de Kath, pero el informe que recibió lo alertó de que todo estaba yendo mal. Ella había dejado el lugar hacía unos días y unos tipos registraron todo y deshabilitaron las