Miré la hora en el reloj de mi muñeca por encima vez y suspiré. Mel está por llegar, no hace mucho que me envió un mensaje diciendo que venía en camino junto a un hablador, pero encantador y divertido Gabriel. Los nervios los tengo atravesados como daga en la garganta. ¿Y si no le gusta lo que preparé? ¿Y si piensa que es muy exagerado? ¿En verdad es muy exagerado? Me cuestioné, por primera vez en mi vida sintiéndome inseguro e indeciso.Fijé la vista en la mesa que está en el centro del salón y volví suspirar. La mesa es para dos, las velas le hacen dar un toque más reservado y un olor delicioso y relajente, según la organizadora, se percibe en el aire. El ramo de flores está a un costado de la mesa, junto a las bandejas de comida que han preparado. Lo que más me hace querer salir corriendo es la sorpresa de Gabriel al mandar a hac
El vestido cayó a sus pies y, con ello, se dio media vuelta, cortando la distancia que nos separaba. Sonrió tierna, entrelazando sus brazos alrededor de mi cuello y pegando sus labios a los míos, robándome un suspiro tras el suave beso que me dio. Mis manos viajaron sin pensarlo dos veces a sus caderas y la apreté contra mi cuerpo.Por supuesto, muero por hacerla mía nuevamente, pero no quiero que piense que lo único que me gusta de ella es su pasión. Es decir, me fascina su sabor, sentirla, escucharla, verla y tenerla solo para mí, aún más cuando está tan dispuesta. Me la pone difícil, pues su desnudez es mucha tentación.—Gracias por cambiar este día y hacerlo diferente — descendió sus manos a mis hombros hasta llegar a mi pecho y quitar botón por botón de mi camisa—. Me encantas mucho.Sonreí,
MELANIEPerdida en mis pensamientos, no me di cuenta de las personas que fueron ingresando a la cafetería. Mi mente está copada por un hombre que desestabiliza cada uno de mis sentidos, enternece mi corazón y estremece mi alma con tan solo una mirada. Keith se ha clavado en lo más profundo de mi ser, no hay día que no lo tenga en el pensamiento. Incluso en cada encuentro la ansiedad me consume poco a poco; deseo hacer de las pocas horas que estamos juntos más largas. Se ha vuelto una jodida necesidad cada que estoy lejos de sus fuertes y cálidos brazos.Con el codo apoyado en el mostrador, un suspiro salió de lo más profundo de mí. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado entre nosotros? ¿Por qué el miedo de acabe hace que mi corazón se vuelva añicos? Con el pasar de lo
Mi corazón latía estrepitosamente contra mi pecho bajo la intensa mirada de esos dos hombres. Keith me escrudiñaba con suma atención, mientras Jordan alternaba sus ojos del recién llegado hacia mí de forma inquisitiva. Es la primera vez que las palabras se estrellaban en mis dientes y se diluían como polvo en el viento.Y no porque estuviera haciendo algo malo, sino que el toque de Jordan me tomó por sorpresa.Pero el tono frío y sugerente de Keith me paralizó. ¿Está enojado? ¿Pensativo? ¿Celoso? ¿Sorprendido? No lo sabía a ciencia cierta, ya que no logré leer las emociones de su rostro.—No, no interrumpe nada, Sr. Morrison — Jordan extendió la mano cordialmente hacia Keith—. Un gusto volver a verlo.Keith estrechó la mano del hombre en un apretón firme que tardó m&aac
KEITHMi corazón bombeó como hace mucho tiempo no lo hacía después de escuchar las palabras de Melanie, aunque sea a través de la puerta y escuchando una conversación de la cual no hago parte. El regocijo que se extendió en mi pecho es algo que logro explicar en palabra, pero que me llenan de entera felicidad. Esa chica no solo hace mis días más llevaderos, sino también me convierte en el hombre más afortunado de tenerla solo para mí.Una punzada de dolor me borró la sonrisa y atravesó mi pecho tras escuchar su llanto. He sido un hombre muy egoísta con todo lo que Mel me ha brindado con el corazón totalmente expuesto en sus manos. Sus lágrimas me hacen sentir un completo miserable. Me prometí a mí mismo hacerla feliz, y lo único que provoco son
La ansiedad se adueñó de mí tras el prolongado silencio en el que nos sumimos. Sus lindos ojos no dejaban de verme con asombro y sin pestañear. Abrió y cerró la boca varias veces seguidas, pero finamente no salió ni una sola palabra. Mi corazón no dejaba de palpitar furiosamente, ansioso y expectante por la respuesta de la mujer frente a mí. Cada palabra salió sinceramente de lo más profundo de mi ser, además, escucharla confesar sus sentimientos me animó a lo que hace días venia planeando.New York iba a ser la oportunidad para dar el siguiente paso, pero no me arrepiento de haberle propuesto que sea mi novia ahora mismo. Presiento que este es el momento perfecto. Después de una eternidad, esbozó una sonrisa deslumbrante y con ojos brillosos se abrazó a mí con fuerza, enterrando el rostro en mi cuello y sollozando suavemente. Mi piel se humedeci
Mel y yo nos encontrábamos riendo nerviosamente por los planes de Kat durante el fin de semana. Se alegró muchísimo al mismo instante en que la invité al pequeño viaje de negocios; no obstante, no he dejado de pensar ni un solo segundo en cómo decirle sin causar ese daño que inevitablemente le ocasionaremos. No quiero arruinar la felicidad que hay en sus ojos. No es justo opacarla con mi felicidad, pero entonces pienso que más daño le haremos si seguimos ocultándonos.El vuelo a New York tardó un poco más de una hora, por lo que una vez llegamos al Hotel, dejamos las maletas en nuestras habitaciones y salimos a dar un pequeño paseo por los alrededores. Melanie veía fascinada cada uno de los edificios, y con gran emoción no dejaba de hablar con Katie sobre todo lo que sus ojos vieran.«Asegúrate de contemplar su sonrisa cada que puedas; s&eac
El mesero llegó justo en ese momento con nuestras ordenes, callando las palabras de Katie de inmediato. Siento sofocar con mi propio aire ya que hace mucho no me encontraba en una situación tan incómoda y casi mortal para mi nervioso corazón. Incluso las manos no me dejan de sudar, delatando los nervios tan grandes que siento por dentro. Vamos, Keith, no es momento para acobardarse, y menos cuando la mujer que tienes a lado tuyo está mirándote con ternura y comprensión.—Soy toda oídos, papá — dijo Katie una vez el mesero se marchó—. ¿Qué sucede? Te escucho.Tomé una gran bocanada de aire antes de empezar con mis palabras. Bajo el mismo nerviosismo, limpié mis manos sudorosas con mi pantalón, y Melanie atrapó una de mis manos con la suya. Acarició el dorso de ella, brindándome un poco de tranquilidad y fuerza, pero