Siendo ya casi hora de mediodía, resulta usual que la mayoría de los profesores titulares se encuentren almorzando en el restaurante del campus o fuera de la universidad, por lo que es común a esa hora encontrar algo solitaria dicha zona.Rebecca siente que acaba de tomar una decisión errónea al acompañar a Ricardo García a ese lugar. Mas, es un poco tarde para arrepentirse, justo en ese momento, el psicólogo se detiene frente a la puerta de su oficina, introduce la llave en la cerradura y abre la puerta. —Adelante, Rebecca. Ella da un par de pasos dentro de la oficina, se hace a un lado y permite que sea Ricardo quien avance hasta el interior de la misma. —Siéntate, ponte cómoda. ¿Algo de tomar, café, jugo o agua? —Le dice, tratando de ser lo más amable posible. —No gracias, está bien. Sólo vine para que hablemos muy seriamente. —contesta y se sienta—Bien, como gustes. Ricardo toma asiento, coloca sus manos sobre su escritorio, entrelazando sus dedos. —Como te decía un
Al llegar a la mansión, Sofía baja emocionada para contarle a su madrina, su primer día de escuela. Emilio observa a Rebecca quien aún se muestra callada y pensativa. —Rebecca, dime que tienes. No me digas que no es nada porque puedo notar claramente el cambio de actitud en ti. —Es que hoy el día estuvo un poco pesado en la universidad y tengo un poco de dolor de cabeza, es todo, mi amor. —responde dando un beso escueto en sus labios. —Bien, vamos a almorzar que muero de hambre. —Iré a la habitación a dejar mi bolsa y bajo. Entran a la mansión, Rebecca sube las escaleras hasta su habitación con el corazón aún acelerado por aquel encuentro con Ricardo. Las palabras que él había pronunciado resuenan en su mente, y una sensación de repulsión la invade. A pesar de que ella le había dejado claro que no estaba enamorada de él, Ricardo había intentado propasarse otra vez, y esa falta de respeto la había hecho sentir vulnerable y asqueada. Estando dentro del dormitorio, se asegura
—¿Usted qué, Yolanda? Las risas de Sofía y Rebecca aproximándose al pasillo cercano a las escaleras, interrumpen la conversación entre Emilio y Yolanda. —¡Vamos a la biblioteca, por favor! —Le pide Emilio, quien necesita saber lo que ocurre. —Es mejor que hablemos luego, Emilio. —Yolanda sube las escaleras directo hasta su dormitorio. Había estado a punto de decirle la verdad a Emilio cuando sabe que eso podría provocar situaciones adversas para ella y para la integridad de su otro hijo. Entra a su habitación y se encierra, llora hasta el cansancio. Esa tarde y durante la cena, Yolanda estuvo evadiendo a Emilio, no quería hablar con él, ni mucho menos enfrentar aquella verdad, por lo que prefirió no bajar a cenar. Rebecca nota que algo debe estar pasando, pues su madrina, no suele mantenerse distante. —¿Te comentó algo mi madrina? —No, realmente no se siente bien y por lo que veo tampoco bajará a cenar. Voy a pedirle a Mercedes que le suba algo de comer. —No sé que
—¿Qué fue eso? —pregunta Emilio. —Es Sofi —responde Rebecca, se levanta y corre hacia las escaleras. Emilio retira la servilleta de tela de sus piernas, se levanta de la silla y corre detrás de ella. En tanto, Enzo sonríe ligeramente sin moverse de su asiento. Dentro de la habitación, Sol toma a la niña en brazos y sale de allí, aquella escena era escalofriante para una niña de su edad. Rebecca, se encuentra de frente con ella. —¿Qué sucede, Sol? ¿Por qué Sofía gritó de esa manera? La empleada está tan nerviosa que solo alcanza a decirle:—Es la Sra Yolanda, está- —Muerta mi madrina está muerta —solloza la niña. —¿Qué dices, Sofía? Emilio se acerca a ella, en ese preciso instante, Rebecca le pide a Sol que lleve a Sofía a su habitación y cuide de la pequeña, mientras ella y Emilio van hasta la habitación de Yolanda.Emilio empuja la puerta abruptamente, encontrando a Yolanda tirada en el piso, inconsciente, con el rostro pálido y los ojos cerrados. A su lado, un fras
Luego de aquel incidente, Rebecca permanece en la habitación de su madrina, cuidando de ella. Aún, no logra entender lo que estaba pasando con Yolanda; siempre había sido una mujer fuerte, que no se amilanaba ante nada y de la noche a la mañana, se había vuelto tan frágil, pero tan frágil ¿al punto de querer quitarse la vida?—¿Por qué madrina? ¿Por qué hiciste eso? —murmura. Yolanda abre los ojos y busca con su mano la de Rebecca. Ella toma la mano de su madrina, entre las suyas. —Sólo necesitaba dormir un poco, Rebecca, sólo eso. —Tomaste casi todo el frasco, por Dios. Hubieses visto a Sofí, creyó que estabas muerta, madrina. —No, eso no puede ser, mi niña ¿Dónde está? —pregunta, ansiosa.—En su habitación. Finalmente, Emilio logró que se quedara dormida; estaba muy nerviosa, diría que hasta aterrada a pesar de que vio que ya estabas bien. —¡Mi pobre niña! —suspira con pesar. Si algo no deseaba Yolanda, era hacer sufrir a su hija. Mas, en aquel instante de desespera
Enzo entra al bar, se dirige al mostrador con confianza, su porte elegante llama la atención de algunos clientes tanto femeninos como masculinos. Con un gesto sutil, pide un Martini. El bartender le prepara el exquisito trago. El pelirrubio observa su reloj, aún es un poco temprano para su cita, por lo que se detiene a disfrutar de la bebida y del aroma del vermut que se mezcla con el vodka.Mientras disfruta de su trago y aguarda por su invitada, ve a una hermosa pelirroja sentada a pocos pasos de él. La joven mujer lo deslumbra al instante, su cabellera brillante y rojiza cae sobre sus hombros, lleva puesto un vestido negro ajustado que acentúa su figura. Sus ojos verdes brillan con un destello juguetón mientras le lanza miradas coquetas al CEO.La pelirroja, consciente de su atractivo, se inclina ligeramente hacia adelante, dejando al descubierto el pronunciado escote que enmarca sus redondos senos. Su sonrisa es tan seductora y misteriosas que Enzo no puede evitar sentirse in
—¿Hablaste con tu amigo? —pregunta Ricardo en tono burlón. —¡Sí! No te preocupes que no dirá nada —dice y se queda pensativa— Por cierto, tu amiga, la Dra Park está saliendo con él. —¿De dónde sacas eso? —Asómate en la escalera, desde allí podrás ver lo bien que la están pasando. Incrédulo de las palabras de Romina, Ricardo se levanta y va hasta la baranda de la escalera, se asoma y tal como lo mencionó la pelirroja, su amante se ve muy animada en compañía de Enzo Ferrer. —¿Así que tienes algo con ese hombre? No puedo negar que me sorprende ver que alguien más pueda tener interés en ti, mi querida Rosa —murmura.— Pero por esta noche sólo me interesa saborear este bomboncito y ya, luego me ocuparé de ti. Ricardo regresa a la zona VIP, la presencia de Rosa en el bar, relentaliza sus planes, no podía dejarse ver por su amante, no sin antes lograr su propósito de tener finalmente a su amada Rebecca, consigo. En tanto, Rosa se siente algo ansiosa; desea salir de aquel l
—¿Enzo, estás allí? —Rosa insiste en preguntar. Enzo le señala uno de los cubículos a Romina para que se esconda. Ella abre una de las puertas, y sin chistar se oculta. Segundos después, Enzo suena unas de las puertas, abre la llave del lavabo, y finge hablar por teléfono.—No te preocupes, esta noche me quedaré con la mujer que amo. —dice en un tono de voz alto— Te aviso en lo que regrese para hablar de negocios, como sabes, Emilio me destituyó del cargo de CEO y debo buscar un nuevo empleo.Rosa quien alcanza a oír la conversación, se siente algo desanimada, era gracias a ella que Emilio había destituido a Enzo de su puesto. Dando algunos pasos hacia tras, se retira cuidadosamente y se regresa hacia la barra.Al escuchar los pasos alejándose, Enzo sonríe con malicia; su plan estaba dando buenos resultado. —¡Puedes salir, preciosa! —golpea suavemente la puerta.Romina permanece bajo el letargo de su reciente encuentro sexual, aún se siente flotando en una nube. Sale de su e