Luego de aquel incidente, Rebecca permanece en la habitación de su madrina, cuidando de ella. Aún, no logra entender lo que estaba pasando con Yolanda; siempre había sido una mujer fuerte, que no se amilanaba ante nada y de la noche a la mañana, se había vuelto tan frágil, pero tan frágil ¿al punto de querer quitarse la vida?—¿Por qué madrina? ¿Por qué hiciste eso? —murmura. Yolanda abre los ojos y busca con su mano la de Rebecca. Ella toma la mano de su madrina, entre las suyas. —Sólo necesitaba dormir un poco, Rebecca, sólo eso. —Tomaste casi todo el frasco, por Dios. Hubieses visto a Sofí, creyó que estabas muerta, madrina. —No, eso no puede ser, mi niña ¿Dónde está? —pregunta, ansiosa.—En su habitación. Finalmente, Emilio logró que se quedara dormida; estaba muy nerviosa, diría que hasta aterrada a pesar de que vio que ya estabas bien. —¡Mi pobre niña! —suspira con pesar. Si algo no deseaba Yolanda, era hacer sufrir a su hija. Mas, en aquel instante de desespera
Enzo entra al bar, se dirige al mostrador con confianza, su porte elegante llama la atención de algunos clientes tanto femeninos como masculinos. Con un gesto sutil, pide un Martini. El bartender le prepara el exquisito trago. El pelirrubio observa su reloj, aún es un poco temprano para su cita, por lo que se detiene a disfrutar de la bebida y del aroma del vermut que se mezcla con el vodka.Mientras disfruta de su trago y aguarda por su invitada, ve a una hermosa pelirroja sentada a pocos pasos de él. La joven mujer lo deslumbra al instante, su cabellera brillante y rojiza cae sobre sus hombros, lleva puesto un vestido negro ajustado que acentúa su figura. Sus ojos verdes brillan con un destello juguetón mientras le lanza miradas coquetas al CEO.La pelirroja, consciente de su atractivo, se inclina ligeramente hacia adelante, dejando al descubierto el pronunciado escote que enmarca sus redondos senos. Su sonrisa es tan seductora y misteriosas que Enzo no puede evitar sentirse in
—¿Hablaste con tu amigo? —pregunta Ricardo en tono burlón. —¡Sí! No te preocupes que no dirá nada —dice y se queda pensativa— Por cierto, tu amiga, la Dra Park está saliendo con él. —¿De dónde sacas eso? —Asómate en la escalera, desde allí podrás ver lo bien que la están pasando. Incrédulo de las palabras de Romina, Ricardo se levanta y va hasta la baranda de la escalera, se asoma y tal como lo mencionó la pelirroja, su amante se ve muy animada en compañía de Enzo Ferrer. —¿Así que tienes algo con ese hombre? No puedo negar que me sorprende ver que alguien más pueda tener interés en ti, mi querida Rosa —murmura.— Pero por esta noche sólo me interesa saborear este bomboncito y ya, luego me ocuparé de ti. Ricardo regresa a la zona VIP, la presencia de Rosa en el bar, relentaliza sus planes, no podía dejarse ver por su amante, no sin antes lograr su propósito de tener finalmente a su amada Rebecca, consigo. En tanto, Rosa se siente algo ansiosa; desea salir de aquel l
—¿Enzo, estás allí? —Rosa insiste en preguntar. Enzo le señala uno de los cubículos a Romina para que se esconda. Ella abre una de las puertas, y sin chistar se oculta. Segundos después, Enzo suena unas de las puertas, abre la llave del lavabo, y finge hablar por teléfono.—No te preocupes, esta noche me quedaré con la mujer que amo. —dice en un tono de voz alto— Te aviso en lo que regrese para hablar de negocios, como sabes, Emilio me destituyó del cargo de CEO y debo buscar un nuevo empleo.Rosa quien alcanza a oír la conversación, se siente algo desanimada, era gracias a ella que Emilio había destituido a Enzo de su puesto. Dando algunos pasos hacia tras, se retira cuidadosamente y se regresa hacia la barra.Al escuchar los pasos alejándose, Enzo sonríe con malicia; su plan estaba dando buenos resultado. —¡Puedes salir, preciosa! —golpea suavemente la puerta.Romina permanece bajo el letargo de su reciente encuentro sexual, aún se siente flotando en una nube. Sale de su e
—Iré a darme un baño —Enzo se levanta de la cama donde yace tendida y envuelta entre las sábanas, Rosa. —¡Bien! —contesta un tanto desconcertada con su joven amante. Desde que ella y Enzo se volvieron amantes, sus encuentros siempre estuvieron cargados de lujuria y pasión. Adrenalina, excitación y cierto nivel de perversión, eran los ingredientes perfectos para el deguste de los amantes. Sin embargo, esa noche fue diferente. Enzo estuvo pensativo y distraído, además de que su desempeño en la cama fue algo efímero y tibio. Rosa estaba acostumbrada a un amante ardiente y apasionado. Él estaba algo cambiado. Cuando Enzo regresa a la habitación, ella no duda en preguntarle sobre su rara actitud. —¿Puedo preguntarte por qué estás tan distinto? —¿A qué te refieres, mi amor? —dice frotando con la toalla su cabello. —No sé, te sentí diferente en la cama. —Tengo problemas ¿vale? —contesta en tono hostil— tengo problemas en la empresa y todo por un maldito socio a quien Emilio l
Rebecca despierta lentamente, sintiendo la calidez del sol filtrándose a través de las cortinas y llenando de luz la habitación. Parpadea varias veces, se gira hacia el lado derecho de la cama buscando el calor corporal de Emilio, pero se encuentra con un espacio vacío.Confundida, frunce el ceño, se incorpora, y se sienta en la cama. Observa a su alrededor buscándolo con la mirada, inquieta por su ausencia dentro del dormitorio.—¿Dónde estará? —Se pregunta a sí misma, recordando el inconveniente que tuvieron esa noche antes de dormir. Rebecca siente que actuó de forma injusta con él cuando, Emilio realmente sólo se había preocupado por ella y por su madrina.Las imágenes de Ricardo intentando abusar de ella, la preocupación con Sofía y aquella situación inesperada con su madrina, la llevaron a un punto de tensión extremo que terminó descargando sobre Emilio.Suspira profundamente, toma su móvil de la mesita de noche y mira la hora: ocho y media mañana. Se levanta de la cama, s
Emilio llega a la clínica del reconocido cirujano plástico, cuya reputación en el campo de la cirugía estética, es muy sólida. Se siente algo nervioso, pero también emocionado ante la posibilidad de mejorar su apariencia física. Después de ser atendido por la asistente de Borjas, Emilio aguarda unos minutos hasta que finalmente es llamado y conducido a un consultorio moderno y luminoso, donde el médico cirujano aguarda por él. Borjas se pone de pie, le ofrece la mano de forma amable:—¡Buenas tardes, Emilio! Es un placer conocerle. —Igualmente doctor —estrecha su mano con firmeza. —Acompáñeme por favor.Lo conduce a una habitación más amplia e iluminada donde podrá hacer una revisión más detallada de su rostro. Borjas le hace un gesto para que se siente en la camilla, mientras coloca sus guantes de látex:—Bien, vamos a revisar esas cicatrices y ver qué opciones tenemos. Quiero asegurarme de que comprendas bien cada uno de los procedimientos que podríamos considerar. ¿Vale?
—No entiendo Mercedes por qué dice eso —Emilio frunce el ceño ante la supuesta acusación que realiza su ama se llaves sobre la mujer que ama.—¿Podemos hablar en privado? No quiero que nos interrumpan. Lo que debo decirle le abrirá los ojos de una vez y por todas.Emilio guarda silencio, antes de responderle a su empleada.Siempre notó que ésta no sentía mucho aprecio por Rebecca, incluso que la odiaba. Muchas veces creyó que se debía al hecho de que Mercedes y Olivia eran muy cercanas y se la llevaban bien. Mas, la verdad de su rechazo hacia Rebecca era más profunda de lo que él imaginaba. Si Emilio, aceptaba aquella conversación sobre su esposa con Mercedes, le estaba dando el poder de juzgar a Rebecca, un poder que no le correspondía siendo sólo una empleada doméstica. Podía simplemente negarse y prohibirle a Mercedes mencionar algo en contra de la mujer que amaba. Por otra parte, no hacerlo era quedarse con la duda. El miedo de descubrir que ella lo traicionaba como lo h