Rebecca deja a un lado su móvil y baja hasta la biblioteca donde Emilio se encuentra. Toca la puerta, antes de entrar. —Sí, adelante —contesta él. Ella abre la puerta y entra a la habitación. Emilio levanta el rostro. —¿Podemos hablar? —pregunta ella al verlo ocupado. —Sí, claro —cierra el computador portátil y le ofrece asiento.— Dime, qué te ocurre. —Es mi padre, se niega a que traiga a Sofi a Alicante. —Por Dios, desde cuando a tu padre le importa la niña. Eso es absurdo, la misma Sofía me dijo que nunca le ha demostrado cariño. —Emilio, no hables así, es mi padre. —Pues aunque sea tu padre, no puedes tapar la realidad con un dedo. —espeta.—Como todo ser humano ha cometido errores y también tiene derecho a enmendarlos. ¿No crees?—Disculpa, no es mi intención hablar mal de tu padre, pero las cosas hay que llamarlas como son. No porque alguien sea miembro de nuestra familia, tenemos que aprobar sus comportamientos erráticos o hacernos la vista gorda. Es como si y
—Un placer, Sr Ferrer, Ricardo García a su orden. —Luego se gira hacia Rosa y con gentileza besa su mano— Un inmenso placer conocerla, Dra Park.—Igualmente Sr García. —contesta ella, sonriendo, al ver el gesto caballeroso y varonil del apuesto hombre.— ¿Es nuevo en la ciudad? —Le pregunta con curiosidad. —Sí, digamos que recién llegué a Alicante. —contesta con voz seductora.—Pues bienvenido a la ciudad. ¿Ya se retira? —interroga mostrando interés— Si desea puede acompañarnos con una copa de champagne. —propone.—Si no interrumpimos, su velada. —esgrime el hombre. —No en lo absoluto, mi socio y yo estamos celebrando un buen negocio. —responde haciendo énfasis y dejando claro el nexo entre ellos. Emilio tira de la silla, luego le ofrece gentilmente asiento a su antigua enamorada de la adolescencia. Carmina toma asiento al igual que Ricardo. —Camarero, por favor. Una botella de champagne. —pide Rosa Park. El camarero descorcha la botella, sirve las copas. Rosa ofrece el b
Las manos de Emilio vuelven a subir por la espalda de Rebecca, sus dedos acarician su suave piel, ella se eriza por completo al contacto de sus manos.Aunque ella intenta ocultar sus emociones, sabe que no desea apartarse de él, lo desea sexualmente tanto como él a ella. Rebecca siente como sus pezones se endurecen de inmediato al sentir la tibieza de su mano, lo cual queda en evidencia tras la tela de seda suave que los cubre. Ella se llena de vergüenza, ante la sensibilidad y vulnerabilidad que siente cuando Emilio está cerca de ella y su cuerpo la enciende de pie a cabeza, de lado a lado, de adentro hacia afuera. Es algo que aún no logra controlar. Por algún momento imaginó que después de esos días sin estar con él, ya no sentiría lo mismo. Pero acababa de confirmar que él sigue teniendo el poder de enloquecerla. Recuesta su rostro contra el hombro de Emilio e inspira profundamente como en señal de rendición. Emilio la toma de la cintura, haciéndola girar para que ella quede
La reconciliación entre dos amantes siempre suele ser intensa y ardiente. Emilio y Rebecca podían sentir la plenitud de su alma cada vez que se amaban y dejaban al lado sus prejuicios y egos. Los días previos al viaje, no hubo descanso físico entre ellos, incluso horas antes de Emilio tomar el vuelo a Madrid esa noche. —Debo darme un baño y alistarse, en una hora para hacer el checking. —Puedo acompañarte al aeropuerto si quieres —propone. —No es necesario, preferiría que te quedes en casa. —Está bien. —Prometo volver lo antes posible. —acaricia sus mejillas y ella le sonríe. Minutos más tarde, Emilio baja del coche, mientras Nacho saca del maletero su equipaje. —Gracias, Nacho. Te encargo por favor, que te ocupes de llevar y buscar a Rebecca en la universidad, mientras yo llego. Recuerda que no conoce mucho la ciudad.—Si, señor. No se preocupe, yo estaré pendiente de la Sra Rebecca. —Bien, nos vemos. —¡Bien viaje, señor! Emilio camina hacia el área de checkin
—Buenos días, Enzo. —¿Qué se supone qué es esto, Emilio. Soy el CEO de la empresa y me entero de una reunión, un minuto antes. ¿Cómo te atreves a pasar por encima de mí? —espeta, visiblemente irritado con la presencia de su hermano en la empresa que él lidera.—Siéntate, Enzo. —dice Emilio con voz cordial e imperturbable.— Llegas sobre la hora pautada para dar inicio a la reunión. —hace la pequeña observación que lleva a Enzo al límite de sus expectativas. El CEO jala la silla, se deja caer pesadamente en esta, cruza una de sus piernas sobre la otra que reposa en el piso, luego entrelaza sus brazos a la altura de su pecho, en una posición absoluta de rechazo y cerrándose por completo a lo que se le avecina.Mira fijamente y con repulsión a su hermano. Aunque sabe que aquello tiene que ver con los problemas financieros de la empresa, lo que menos espera es lo que Emilio tiene planeado hacer. —Bien, ya que estamos todos presentes, quiero dar comienzo a esta reunión con carácter
La inesperada reacción de Yolanda deja aturdido a Ignacio. —¡No, Ignacio! Mi niña, no. —Se refugia en sus brazos. —Cálmate Yolanda, tienes que calmarte. —contesta, pensativo. —Tenemos que llamar a la policía, Ignacio. —¡No! —responde con severidad— podrían hacerle daño a Sofía. Es mejor esperar a que nos contacten. Aquella situación comienza a escapársele de las manos a Ignacio. Cuando estaba decidido a contarle a Enzo, sobre la idea de Emilio de llevarse a Sofía a Alicante, terminó desistiendo. Quería esperar un poco y sacarle algo más de dinero al empresario; incluso llegó a pensar que negociar con Emilio, le resultaría mucho mejor. Ahora que acababa de quedarse sin la gallina de los huevos de oro, no sabía que hacer para salirse de aquel embrollo sin quedar expuesto.¿Pero por qué Enzo había cambiado el plan original de esa manera? Un escalofrío le recorre el cuerpo pensando en el fin que pudiera darle a la pequeña. —¿Qué vamos a ser Ignacio, qué? —pregunta entre sol
—Sofía es hija de su padre, Ennio Ferrer. —¿De qué está hablando, Yolanda? Emilio queda perplejo ante aquellas palabras, recuerda entonces el testamento que la esposa del abogado le entregó, en el cual se refería a una cuarta heredera. Ahora las piezas comienzan a encajar perfectamente. Tampoco estaba equivocado cuando notó la incomodidad de Yolanda días atrás en el comedor. —Ahora lo entiendo todo, era por ello que Enzo insistía en decir que la conocía. ¿Por qué no me dijo nada? ¿Por qué se quedó en silencio esa mañana? ¿Qué estaba tramando, eh? —No podía decir nada, su hermano me amenazó, que no entiende que mi vida y la de Sofía estaba en peligro. Si yo hubiese dicho algo en ese momento, él le hubiese hecho daño a mi niña. —Esto no puede ser, debe haber un error. Enzo no es capaz de hacerle daño a una niña. ¿Cómo sabe que fue él? —Él es el único que podría hacerle daño a la niña. Dígame si puede ayudarme o no. Sofía corre peligro, mientras usted se empeña en dudar de mi
Rebecca termina su primer bloque de clase, se levanta de su asiento y sale del auditorio. Mientras camina por el pasillo, alguien se acerca a ella. Sin voltear a ver de quien se trata, acelera el paso.—Hola —dice la chica algo agitada, quien tuvo que correr para darle alcance a su compañera— ¿Te llamas Rebecca? —pregunta. Rebecca voltea a verla y antes de que ella le conteste, la pelirroja añade:—Soy Romina. —Hola, Romina —contesta amablemente— Sí, soy Rebecca. —¿Eres nueva en la ciudad, verdad? —¡Sí! ¿Cómo lo notaste? —En Alicante todo el mundo se conoces. La mayoría de la gente vive aquí hace muchos años. ¿Tomamos un café juntas y así nos conversamos mejor?—Sí, por supuesto. Ambas jóvenes se dirigen al cafetín del campus universitario. Romina y Rebecca toman asiento, piden su café, mientras platican sobre la clase de Psicología Clínica que recién acaban de presenciar.Repentinamente, Rebecca se siente agitada una sensación de aturdimiento parece invadirla. —