Lo seguí, con una sensación de temor en mi cuerpo. Me condujo de vuelta a nuestra habitación y cerró la puerta.

"¿Las cosas se pusieron difíciles con tu madre, cierto?", me preguntó, era una pregunta que no esperaba.

"No le caes muy bien."

"Es comprensible", me dijo. "Sabes, lo hiciste bien hoy... con mi padre, quiero decir".

"¿Lo hice bien?"

"Sí. Aunque no pasé por alto que me desobedeciste de nuevo. Te quitaste la ropa que te mandé a ponerte... ¿fue por tu madre?"

"Sí... No. No podía andar por ahí pareciendo una puta".

Se acercó, y me costó un gran esfuerzo mantenerme quieta. Sus dedos trazaron la tela del vestido marrón que había elegido, sin pedirme permiso, por supuesto.

"¿Te gustó estar bien cubierta?", me preguntó.

"Sí".

"¿Igual que mi madre?"

Mi corazón dio un vuelco. Recordé las cicatrices por todo su cuerpo, habían sido la razón por la que no dejaba ninguna piel descubierta.

"¿Cómo pudiste permitir que le pasara eso?", le pregunté, a pesar de que no debía meterme en eso.

"Me