—Cariño hablemos ¿por qué…? –preguntó Zane pero ella levantó la mano. Sostenía el cofre que anteriormente me había entregado.
—Solamente el alma de mi mamá… puede abrirlo. Siempre… les hice la prueba a todas las humanas que traje. Sin embargo, contigo no… —comentó con la voz quebrada y empezó a llorar. No entendía nada, pero se quitó las lágrimas y dijo: —eres una impostora. Confié en ti. No eres… ¡No eres mi madre! –gritó señalándome con el dedo.
Zane, dejó de sostener mis manos y se apartó.
—Zane…
—Largo ¡Saquen a esta mujer de aquí! –exclamó Zane y abrí los ojos con sorpresa ¿estaban bromeando conmigo?
William y Lucía se acercaron a mí. Zane, furioso, me tomó d
—En dos días, vendrá tu prometido Ailín. Deja de perderte en el maldito bosque –exclamó empujándome al suelo. Caí de rodillas, y presioné mi cuello con dificultad. Levanté la vista y mis ojos tenían lágrimas que no, no derramaría ante él.—Sí… —comenté y el se marchó dejándome sola.Estábamos solos. Pero él, me estaba utilizando como moneda de cambio, nada más. Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, y esta vez en el regocijo de mi habitación me permití llorar.Mis sollozos alcanzaron tristemente toda la habitación, y me quedé dormida sobre la cama. Era mi triste destino, y no podía escapar de él.A la mañana siguiente, una doncella estaba de pie frente a mí. Sostenía una bandeja con una taza de té y un trozo de pastel.—Qué lindo… desayuno –comenté con una sonrisa y ella, observó mi cuello preocupada.—Le traje unos urgentos, le harán bien. No deje que Lord la maltrate –susurró apenada y yo negué con una sonrisa triste.—Es… mi destino –susurré y ella negó, mientras abría la puert
Eric, cruzó sus ojos conmigo. Hice una mueca aterrada, le había gritado. Giré los ojos, intentando buscar ropa adecuada para salir. Pero no tenía demasiado tiempo, escuchaba las pisadas de Eric como martillos sobre el suelo.Mordí mis labios, y tomé todo lo que pude, antes de abrir la ventana y salir por allí. Caí sobre la nieve, no era tan alto. Comencé a correr, sin mirar atrás. Al estar en el centro del bosque, me percaté que no veía nada.No había tenido tiempo de traer una vela, y estaba congelada. El frío se colaba en mis huesos con dureza, mis labios temblorosos comenzaban a agrietarse por las altas temperaturas. Mi rostro, se sentía tirante y mis ojos dolían.Me envolví como pude, con mi propio vestido, pero tenía el pecho descubierto. Mordí mis labios y comencé a gritar:—¡Lobo! –exclamé y seguí avanzando mientras mis pies se enterraban en la nieve. Tuve que rodear un árbol sobre el suelo, mis pies comenzaban a fallarme. –Que frío –susurré sintiéndome perdida.—¡Lobo! ¡Lobo!
Pasaron tres días, me quedé en la habitación antigua. Recordaba los besos de Zane y me ponía a llorar. ¿Cómo podría olvidar a alguien tan valioso para mí? Lloré hasta que no pude más y me puse de pie.En aquel cuarto día, avancé despacio por las escaleras, con mi mano apoyada sobre la baranda. Mis pasos estaban temblorosos, mientras bajaba despacio hasta llegar finalmente abajo. No había nadie tal cual esperaba. Al encender mi teléfono, pude ver un sinfín de llamadas.Era extraño no tener mensajes o llamadas de Yes. Le había regalado su primer teléfono. Cerré los ojos observando con profundo pesar, la foto de perfil: salía con una sonrisa junto a Yes.—Mierda, duele un montón esta situación –susurré con los ojos cubiertos por lágrimas.Decidí marcharme, no tenía sentido quedarme aquí. Además, a nadie le importaba como me sentía ¿Y si volvía a mi país con mis padres? Al menos en la distancia, no pensaría tanto. Había dejado abandonada la universidad.Me daba igual. Tenía muchos años
Bueno, ya no era humana. Aún, al no salir la luna llena no tenía efectos en mí. Sin embargo, cada día habían cosas que no reconocía de mi cuerpo. Tenía velocidad y fuerza, mi madre se sorprendía.Además me mencionaba a menudo:—¿Cómo es que tienes fuerza sino vas al gimnacio?Así que para evitar sospechas, me había anotado en un gimnacio. Ya habían pasado tres días desde mi cumpleaños. Me encontraba temblorosa, frente al profesor. Me observó y me envió a calentar las piernas.Comencé a hacer bicicleta, colocándome unos auriculares. Al menos habían dos personas más junto a mí. Pero solamente nos saludamos. Luego se bajaban, yo debía estar veinte minutos calentando el cuerpo.Cuando finalmente terminé, me bajé. Me enviaron a una maquina para ejercitar los musculos de la espalda, cuando estaba por sentarme, una chica se me adelantó. Se sentó con su teléfono y hablaba sin parar.—perdón… —comenté y ella me ignoró. Rodé los ojos, siguió hablando unos minutos hacia sus “seguidores”, sin uti
—Te sonrojaste ¿por qué? –quiso saber y empezó a ejercitar sus brazos a un metro de distancia.—N—no hice eso –lo ignoré y se rió divertido —¡No me mires así! –espeté al ver su mirada burlona. —¿No tienes una vampira que te espere así no me molestas? –quise saber divertida pero, él se puso de pie con la pesa y se fue.Soprendida, lo seguí hasta el jardín del gimancio. Habían algunas personas haciendo yoga. Se sentó apartado, observando el cielo.—Lo lamento ¿dije algo malo? –quise saber y negó.—No. Solamente es que… hace siglos que no hablo acerca de eso… y supe, que si hablábamos me tocaría.—Bueno, mi ex prometido me sacó el vestido, digo… desgarró mi vestido. Porque al parecer, su mate era mi hermana gemela que está muerta –comenté y sonreí con tristeza.—Bueno, supongo que me cuentas tu historia triste para que haga lo mismo –comentó y me encogí de hombros –funciona. Yo… la maté.—Oh… lo siento, creo…—No lo hice a propósito. Ella… mierda, es complicado –comentó cubriéndose el ro
—oh… lo siento. Quizas no debí… —comentó apenada y negué. Me giré rodeando el escritorio y lo observé con una sonrisa antes de envolverlo con un abrazo.—Me encantó –dije con sinceridad y sonrió.—¿Quieres… caminar? –preguntó y mi madre nos alentó.—Estoy despeinada y horrible –dije con una mueca y se encogió de hombros. Para mi sorpresa, me tomó de la mano. Me reí, mientras me giraba como una princesa.Teníamos algo, que jamás tuve con nadie. Sin compromiso, solamente nos reíamos y hablábamos hasta quedarnos dormidos. Me sentía feliz a su lado. Aunque aún amaba a Zane y él, siempre amaría a Katherine, las cosas nos resultaban comodas para ambos.Eramos el refugio mutuo del otro. Unos incomprendidos, que se habían unido por el dolor. Eso eramos.—¿Quieres… ser mi novia? –preguntó y aquello me sorprendió –bueno, sé que dijimos que…—¡Sí! –grité como una loca y lo abracé –claro que quiero. Te quiero –confesé y sonrió.—Yo también te quiero –confesó acariciando mis mejillas y dándome un
—Puedes irte, ya sabes bastante de defensa y… eres de las mejores guerreras que conocí. Te puse provisiones, herramientas y… armas. Podrás hacerlo y…—¡Gracias! –comenté para tirarme a sus brazos y envolverlo con fuerza. Busqué sus labios y lo besé, no por gratitud, sino porque añoraba hacerlo. Él me apartó con cuidado y bajó la vista.—Capitan, llegó el nuevo pelotón –comentó un soldado y el asintió.—Voy enseguida –comentó y me observó –No lo hagas por…—No lo hago por nada. Siento… la necesidad de besarte Zane–comenté con sinceridad y el me sonrió.—Tengo algo para ti. Se que odias los regalos pero… —comentó y de su bolsillo, sacó un collar precioso.—Es hermoso –comenté con los ojos llenos de lágrimas y lo abracé con fuerza, él me devolvió el abrazo y nos observamos con lágrimas en los ojos.—Suerte… —murmuró y me aparté. Sonreí con tristeza, pero cuando estaba caminando algo me detuvo. Su mano sostuvo la mía con fuerza, me giró para pegar sus labios con los míos.Cerré los ojos
—¿Eso es posible?Recuerdo que pasamos toda la tarde recogiendo flores, y cuando por fin regresamos a casa, mamá estaba allí, esperando con una sonrisa.—Chicas, ¿cómo les fue? —preguntó, corrí hacia ella exclamando con mucho entusiasmo:—Mamá, ¡Ailim tiene poderes! —exclamé, y mamá se sorprendió.— ¿Poderes? —preguntó nuestra madre, mirando a Ailim, que se encogió de hombros.—No estoy segura de qué pasó —dije —, pero mi cortada se curó sola.Mamá se volvió hacia Ailím.—Y ¿por qué crees que Ailim tiene poderes?Miré a mi hermana y luego a su madre.—Bueno, recogimos flores —dije— y me corté la mano en una roca afilada. Pero cuando yo miré mi herida, estaba desaparecida. Así que me pregunté si ella tenía poderes, como en las películas.Mamá alarmante se arrodillo a su nivel.—Bueno, puede que sea cierto o puede que no —dijo nuestra madre, y nos miramos entre sí —, pero lo importante es que no tengas heridas y que hayan recogido algunas hermosas flores.Con felicidad, habíamos asen