27

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Pasaron tres días, me quedé en la habitación antigua. Recordaba los besos de Zane y me ponía a llorar. ¿Cómo podría olvidar a alguien tan valioso para mí? Lloré hasta que no pude más y me puse de pie.

En aquel cuarto día, avancé despacio por las escaleras, con mi mano apoyada sobre la baranda. Mis pasos estaban temblorosos, mientras bajaba despacio hasta llegar finalmente abajo. No había nadie tal cual esperaba. Al encender mi teléfono, pude ver un sinfín de llamadas.

Era extraño no tener mensajes o llamadas de Yes. Le había regalado su primer teléfono. Cerré los ojos observando con profundo pesar, la foto de perfil: salía con una sonrisa junto a Yes.

—Mierda, duele un montón esta situación –susurré con los ojos cubiertos por lágrimas.

Decidí marcharme, no tenía sentido quedarme aquí. Además, a nadie le importaba como me sentía ¿Y si volvía a mi país con mis padres? Al menos en la distancia, no pensaría tanto. Había dejado abandonada la universidad.

Me daba igual. Tenía muchos años
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