Papá, cásate con mamá.
Papá, cásate con mamá.
Por: Iraya Baute
Prólogo.

Clara.

Bar de la terraza del The Watergate Hotel, Washington, febrero 2016.

-” Por mí, esa zorra, puede ... morirse, ella... y .... y su m*****a hija.”- dijo Morgan, mi mejor amiga y compañera de piso, entre la nube de alcohol que nos mareaba.

Yo sabía que estaba hablando de Ruby, mi madrastra, nunca me había dejado llamarla mamá, ni yo pensaba hacerlo, nunca se había comportado como tal, y también, por otro lado, estaba el caso de la mimosa Karen, con la cual, por lo menos, compartimos la mitad de los genes, aunque eso no quería decir que eso fuera suficiente para que ella me quisiera como su hermana mayor, más bien esa niñata de diecisiete años me odiaba.

-” Déjalo ya, Morgui no tengo ganas de hablar de ella, menos en estos momentos.”- le dije dándole otro trago a mi copa de champan caro. 

Con mis veinte años recién cumplidos, y en mi segundo año de universidad en el Whitman College, en Washington, Estados Unidos, a más de trece mil kilómetros de Auckland, Nueva Zelanda, me sentía feliz por fin, después de años soportando el maltrato de esa m*****a de Ruby. Quiero imaginarme que mi madre predijo que esa desgracia aparecería en la vida de mi padre, así que antes de morir, pensó en mí cuando le hizo prometer a mi padre que me enviaría a su alma mater en el Estado Unidos, para estudiar mi carrera de arquitectura, justo por eso estoy aquí ahora, lejos de mi pesadilla.

Desde que llegué, el año anterior, no he vuelto a Nueva Zelanda, la verdad no se me ha perdido nada allí, menos cuando casi nunca estaba mi padre, y desde luego yo no deseaba soportar la vena sádica y torturadora de la m*****a Ruby y su m*****a estirpe, sobre todo cuando desde hace un año me descubierto que había algo más que, insultos, golpes, castigos inhumanos parea una niña de tan corta edad, con razones tan estúpidas como no darle un juguete que me pertenecía, pero que se había antojado a mi caprichosa hermana.

Los años de abusos, y maltrato que tuve prácticamente desde que Ruby se casó con mi padre, pocas personas lo conocen, las amenazas y el miedo hizo que me callara, y no contar nada a mi padre, pero ser enviada a Washington para estudiar en la universidad, fue mi liberación, y Morgan fue mi primera y única amiga, y confesora. El odio de mi mejor y única amiga hacía la zorra y su m*****a hija, como ella las llamaba, fue inmediato.

-” Lo bueno que tienes que sea una m*****a millonaria es que tu padre cuando se siente culpable, por no visitarte, o porque tú no vuelves en vacaciones a tu casa, es que te inunda de dinero. “- dijo Morgan con la voz tomada mientras miraba a su alrededor el salón del club caro y lujoso que había en lo alto del The Watergate Hotel, mientras me arrebataba la cara, y casi prohibitiva, botella de champaña que tenía en la mano.

Hoy había recibido una tarjeta negra ilimitada, como siempre, como diferentes cajas de regalos que me había llegado de mi familia, en especial de Ruby, una forma de quedar bien con mi padre, ni siquiera me extraño recibir vestidos de lujos, y joyas, totalmente rotas y destrozadas, con una nota que ponía “Con cariño, tu madrastra”.

Desde niña, eso era algo que yo ya había vivido muchas veces, cada regalo que recibía de mi padre, esa m*****a de Ruby lo revisaba, y le daba lo mejor, o lo que más le gustaba a su hija, y lo que Karen no quería, o le disgustaba, ella lo destrozaba delante de mí, para luego arrojármelo a la cara entre risas. Ni siquiera el personal de servicio decía nada, ya que todo el personal fiel a mi madre había sido sustituido por personal de confianza de Ruby, si era malo recibir tortura de esa m*****a mujer, peor era cuando los propios sirvientes era mis torturadores, por órdenes de la señora de la casa.

-” Bueno de alguna forma consigo algo de retribución por años de castigo...”- no pude acabar de hablar cuando fui interrumpida por tres de las estúpidas más elitistas de la universidad, que nada más vernos en el club, se acercaron a nosotras. 

-” Querida Clara, que extraño verte en este club, te suponía estudiando, esto es demasiado mundano para ti, y tu Morgan, no...”- mi amiga la interrumpió, en su forma más cortante y directa.

-” Perdona, Elisabeth, me están dando arcadas, me voy al baño.”- le dijo dirigiéndose al baño, mientras me hacía una señal, yo quise seguirla, pero fui obstruida por las dos estúpidas rubias teñidas que acompañaban a la capitana de animadoras de la universidad Elisabeth Morris.

-” ¿Qué quieres Elisabeth? Te lo advierto hoy no tengo buen día.”- le dije mirándola a la cara, con alguna sensación de mareo debido al alcohol que ya habíamos ingerido Morgan y yo.

-” Solo quiero hacer las paces, sé que no tienes nada que ver con la nota que Ton envió a esa idiota de Meredith. Por eso te ofrezco esta copa, siento haberte dicho lo que te dije delante de todos.”- me dijo Elisabeth rellenando una copa de cristal que había sobre la mesa, con mi caro champaña, ni me di cuenta de que esa m*****a, en esa copa, no había dejado caer sólo ese líquido dorado y espumoso.

Creo que, tras beber la copa que ella me ofrecía, con cierto recelo, ya era algo extraño en ella, todo se volvió como estar en un tiovivo, y caí seminconsciente. Al día siguiente me enteré de que Morgan había sido encerrada en uno de los baños, pero tras liberarse, a patadas ya no me encontró, desatándose los infiernos. 

Mientras, yo había sido transportada a una de las lujosas habitaciones del hotel. Sólo me queda decir, “Desconfía de los fenicios que vengan con regalos”, nunca esa moraleja fue más acertada.

Narrador.

-” ¿Cuál era el número de la habitación? ¿456 o 465?” - se preguntaba en alto Berta, mientras ayudaba a su amiga a sostener a la seminconsciente Clara, mientras la llevan a la habitación que Elisabeth les había ordenado. 

-” ¿Yo que voy a saber, estúpida? Elisabeth te lo dijo a ti, y decídete, ya que he quedado con Bobby en mi habitación, y llego tarde.”- le dijo la otra gruñendo, mientras casi todo el peso de la heredera caía sobre ella, casi asfixiándola.

Ambas miraron la habitación que tenían más cerca, era la 456, la puerta estaba semi abierta con la puerta entornada, sin pensarlo entraron en ella, y arrojaron a una seminconsciente, acalorada, e incómoda Clara, sobre la cama. Después salieron de allí dejando la puerta como la habían encontrado, ambas sonrieron sabían que en unos minutos la estúpida ricachona, estaría acompañada por varios machos deseosos, que le destrozarían la vida, tal como alguien le había ordenado a Elizabeth que debía hiciera, a cambio de una gran cantidad de dinero, y un coche que todas compartirían. 

Justo en ese momento, en un reservado del club de la terraza del hotel, un frustrado Haul miraba, con cansancio, a su serio y algo ebrio mejor amigo, ignorar a todas las bellas y seductoras mujeres que este le presentaba.

-” Comienzo a pensar, Azize, que tienes un problema ahí abajo. ¿O es que es verdad lo que se dice de que tus gustos van por otro lado?”- dijo con rabia contenida, increíblemente Azize sólo lo miró serio, con tención en la mirada, más callado que nunca. -” ¡Maldito gilipollas, bloque de hielo!”- pensó el ejecutivo turco.

Azize se sirvió otra copa, sin advertir que ese licor no era el que el normalmente solía usar, uno de sus amigos allí reunido, hizo un amago de advertírselo, pero Haul al ver que en su embriaguez el tempano Azize, había cogido el licor afrodisiaco que solía usar Haul para animarse con sus amiguitas, hizo un gesto para que, su otro amigo, no dijera nada. 

-” Bueno amigo, tú mismo te has metido en esto, a ver lo fuerte que eres con tus impulsos alterados, si esto no funciona, nada lo hará” -dijo el ejecutivo mirando como el presidente de Osman Global se bebía de un trago el alterante líquido.

Pero al contrario de lo que pensaba Haul, cuando Azize comenzó a sentirse incomodo y acalorado, algo mareado, se levantó con dificultad, y en vez de ir a por una de las bellas damas que había en el reservado, salió con brusquedad y con algo de torpeza, para ser él, dejándolos a todos completamente paralizados, e incrédulos.

-” Señor Osman, lo siento, visto lo visto, la herencia de su familia acaba con su hijo, no hemos tenido éxito.”- fue el mensaje que se recibió en la mansión de antiguo CEO de los Osman en Estambul, casi de madrugada, por parte de un decepcionado y enfadado Haul Sezer, que comenzó a plantearse en dejar su amistad, con ese tempano de hielo que era su jefe, y mejor amigo.

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