¿Será que Troy encuentra a la mujer de su vida en esa cita? Veremos.
Tenía el nombre de la cita y el sitio era un bonito restaurante, revisó el papel y leyó: Leila Bruno. Llegó y le dijeron que la joven lo esperaba desde hacía unos minutos, no le gustaba llegar retrasado y al ver a la bella joven esperando con una sonrisa en su rostro, se sintió mal.—Hola.—Hola, vaya eres igual a las fotos.Eso le sorprendió y le dijo a la joven.—Tú también eres igual a las fotos —aunque no había visto nada con antelación—. Troy Káiser.—Leila Bruno.—Hola, Leila, lindo nombre.—Gracias, me emociona conocerte. Sigo tu blog de comida, me encanta cómo comentas sobre los platos y los restaurantes.—Vaya, sí, fue una idea que tuvimos con un amigo para distraernos.—Fue una buena idea, ¿cómo está tu hija?—Bien, ya duerme, tiene un gato que duerme con ella, háblame de ti.—Trabajo en una guardería y mi sueño es tener mi propia guardería.—Eso es muy interesante.La joven le preguntó.—¿Por qué haces esto de las citas?Troy respondió.—Te digo la verdad, yo no hice nada —n
Las Moiras, tres mujeres o diosas que hilaban el destino de los mortales, controlando su vida desde su nacimiento hasta la muerte.Aramidas miraba unos libros y recordaba la vez que vio a la bella joven Mareska, le impresionó su belleza y esos hilos plateados que no era por moda, sino natural.Su madre solía decir que esas personas que venían al mundo con canas, en sus otras vidas amaron y vivieron muchas cosas y llegaban a esta vida con ese sello particular.Mareska había vivido muchas cosas y eso le gustó, pero en su destino estaba un hombre peligroso y no sería justo que cayera en manos del perverso de Zeus, pero… Esa noche cayó del barco a las frías aguas, pero… no la veía muerta, era muy raro.Las Moiras no solían jugar con el destino de las personas. Podía ver que el hilo de la vida de Mareska Roberts no estaba cortado, entonces, si no lo estaba, ¿qué pasó con la joven?Miró al Potomac y podía ver sus aguas tan turbias y no creía que alguien pudiera sobrevivir a ellas, al menos n
Troy revisaba unos documentos cuando su secretaria le hizo llegar un arreglo de flores.—Le llegó este detalle, señor.—¿Para mí?—Sí.Él tomó la tarjeta y era de Leila y decía: Espero que tu día sea iluminado por el sol. Leila.Vaya detalle, recibió una llamada de la bella influencer, Briana Sprints.—Hola, papucho.—Briana, qué sorpresa.—Quería invitarte a uno de mis shows en línea, es para conocer más tu faceta de crítico gastronómico.Eso sí era toda una novedad y él le respondió.—Bueno, nunca he hecho algo como eso.—Siempre es bueno hacer cosas nuevas, Troy.—Claro, perfecto, sería muy interesante.—Invita a tu amigo el otro guapo.—Claro.Cerró sonriendo, ahora era un tipo mediático, llamó a Cardenal y le contó todo.—Un arreglo de flores y una invitación a un show, eso suena fabuloso, me sorprendes.—Leila, parece querer algo serio.Jugueteó con el arreglo y notó que la base era un hermoso adorno.—Tiene buen gusto.—Pues, debes conservarla, pero no te detengas con ella…—¿Es
Troy, aguardaba en la sala de emergencia del hospital y Cardenal le dio un café.—Menos mal que te diste cuenta a tiempo.—Ni tanto, no sabía que su alergia era severa.—¿Viste cómo se le hinchó la cara?—Sí, fue terrible.Sofi se acercó a ellos nerviosa.—Gracias a los dos por auxiliarme, no esperé esto, en serio.Cardenal le preguntó.—¿Ustedes ordenaron ese postre?—No, eso es lo raro. Consulté con nuestra lista de restaurantes y no estaban incluidos, pero con el apuro me distraje y no confirmé.—Es bastante raro —convino Cardenal.—Sí, pero ustedes estuvieron justo allí, para ayudarla —sacaba su cámara—. Voy a grabar todo lo que le hacen.Aquellas palabras llamaron la atención de Troy y la gordita comentó.—Es que ella lo hubiese deseado así para que su público.Cardenal la vio con su cámara grabando todo y silbó.—La gente está loca.—Sí, es una pena que alguien como Briana pase por algo así.—Es cierto, bueno, vamos, el show se acabó.Salieron rumbo a casa.**Helena le preguntab
Cardenal estaba en el suelo y sangraba mucho, estuvo así por mucho tiempo, cuando volvió en sí, se quejó e intentó levantarse y no pudo, se tocó la cabeza y vio su mano con sangre, eso lo mareó y perdió el control, odiaba la sangre. Tanteó su pantalón y sacó su móvil, marcó con dificultad un número.—Troy… ayuda… —se desmayó de nuevo.Cuando Troy llegó lo encontró en la entrada inconsciente y llamó a emergencias. Ahora estaba con su amigo en urgencias, lo atendían y le daban unas pastillas para el dolor.—¿Te encuentras bien?—Me duele la cabeza.—Con las pastillas le va a pasar el dolor —le explicaba la enfermera.Cuando quedaron solos preguntó.—¿Viste quién te agredió?—No, estaba de espaldas y de repente todo se volvió negro y cuando desperté te llamé.—Es raro.—No me robaron, eso es bueno…Troy entonces con preocupación le comentó.—Si no te robaron es peor.—¿Por qué?—Porque significa que alguien lo hizo de mala fe.Sus palabras lograron inquietarlo y llegaron con unas radiogra
—¿Y bien?Preguntaba Zeus interesado.—Es un tipo interesante, muy interesante.—¿Tanto así?—Sí.—¿Tiene novia?—No me dijo nada de eso, pero se ve que está enamorado.—Interesante, ¿enamorado de quién?—Supongo que de una de sus novias de internet.Besó su mano, ese sujeto le parecía un enigma que deseaba descifrar.**Helena jugaba con unas tacitas y colocaba a su oso en una silla y le colocaba una tacita y un plato.—Bienvenido al restaurante más exclusivo del mundo.Leila veía a la pequeña colocar unos caramelos de juguete.—Tenemos unos ricos caramelos de plástico.La niña se colocó el dedo en la boca y de repente dijo.—Voy a traerle lo mejor del menú.Bajó corriendo y vio a su tío durmiendo en el mueble y pasó rauda a la cocina y sacó una bandeja y colocó unos quesos, jamones y un pedazo de pastel, unos juguitos y unas cucharitas. Subió con todo a su habitación.—Mira lo que traje.Pompón saltó sobre el plato y se llevó un jamón.—¡Pompón, eso no se hace!Le colocó un pedazo de
Había aprendido a sobrevivir, sí, sobrevivir a una viudez y una soledad que la sentía aguda, y lo había hecho solo con rutina.La rutina era la forma segura de poder hacer las cosas sin excesos o grandes alteraciones. Era un viudo de dos años y debía de actuar como si todo hubiera pasado en su vida; sin embargo, las huellas estaban en su alma.En ese momento, Troy Káiser preparaba el desayuno para su hija; junto a él, su empleada cruzada de brazos lo veía impasible.—Me está quitando mi trabajo.—Hoy es el cumpleaños de Helena y quiero sorprenderla.—Sé que desea hacer las cosas correctas…—Y lo estoy haciendo, vi a mi esposa hacer esto, cientos de veces.Colocaba los panes en la mezcla.—Es una tostada francesa, es deliciosa.Troy escuchaba el sisear de la sartén y pasó a realizar el jugo y cuando tuvo todo, lo colocó en un servicio muy elegante y sacó el postre de la refrigeradora. Era un hermoso chocolate con forma de oso de pie y sonrió. Se olvidaba de la flor que acompañaría a su
Mare vivía en un pequeño departamento junto con una compañera, está miraba en su laptop unas notificaciones.—Maldita sea, puro bagre trae el río.—¿Qué tienes?—Quiero una cita, algo especial, con el sujeto indicado y no hay nada.—No hay buenos hombres en el mundo.—Dímelo a mí, suelo atraer a los peores especímenes —entonces la miró detenidamente—, en cambio, tú deberías hacer algo por tu vida sentimental.Mare sonrió y le respondió.—Estoy bien así.July no se daría por vencida y le indicó.—En serio, Mare, tienes un empleo de mierda y cero vida social.—Me gusta mi empleo, hoy entregué un pastel.—Dios, te ascendieron a repartidora —lo pensó un poco y le dijo—. Eso no es un ascenso, es decadencia.—Me siento feliz así.—Nadie puede ser feliz de ese modo.Ella no quería ser feliz, solo deseaba mantenerse segura y nadie la movería de su zona con facilidad. Entró en su habitación y cerró con llave, procedió a mirarse en el espejo de su cuarto y a quitarse la prótesis con mucha destr