Belinda estaba llorando.Edmond estaba tumbado de lado con la mujer a la que acababa de confesar su amor sollozando descontroladamente en sus brazos.—Belinda…— Edmond intentó convencerla para que le explicara que pasaba. ¿Fue algo que dijo, o más bien lo que había dicho? ¿Era demasiado pronto para decirle que la quería?Sonó el teléfono, cortando el momento como una cuchilla. La primera inclinación de Edmond fue la de ignorarlo, pero cuando vio el número de Jayden en la pantalla, una emoción extraña se apoderó de su pecho mientras se preguntaba si Anthony estaría en peligro. Su tono había sonado por completo dos veces antes de que él descolgase.—Lo siento, hombre— se disculpó Jayden tan pronto como Edmond respondió. —Espero no interrumpir.——No en este momento. ¿Qué pasa?— Edmond preguntó, mientras mirada a Belinda con cuidado. Ella se apartó de él, se frotó los ojos y luego deambuló hacia el pequeño cuarto de baño de la esquina.Edmond se sintió como un idiota por admirar la vista
—Creo que está siempre sola, Edmond.— Belinda se colocó en su asiento para poder ver Edmond mientras hablaba.Si Caroline había jugado la carta de la compasión compasión con Belinda, parecía que había funcionado. Pero no iba a funcionar con Edmond. Había cometido un error cuando había acordado en ir a la casa de Caroline aquel sábado, y definitivamente era un error del que pensaba aprender. Nunca iba a dejar a esa mujer volviese a ser parte de su vida.—Si, bueno, quizás ahora ella se de cuenta de cómo me sentía yo,— Edmond dijo con amargura.—Creo que… a lo mejor querrías hablar con ella,— Belinda abordado el tema con delicadeza.—No,— Edmond contestó de inmediato.—Lo sé, lo sé,— Belinda alzó sus manos en defensa razonable. —Y si me hubieras dicho hace una semana que iba a estar animándote a ir a hablar con tu madre…——Ni siquiera la llames así. Llámala Caroline,— Edmond casi escupió el nombre.—Técnicamente, no tengo madre.——Bueno yo tampoco lo creería,— continuó Belinda como si no
—Está bien, Edmond, y lo respetaré. Pero tienes que entender como esto me hace sentir, también. Saber algo que creo que te hará sentir mucho mejor… y no poder compartirlo contigo no es fácil. Me hace sentir mal,— dijo Belinda. Dio un paso hacia atrás para poder verle con claridad. —Por eso no pude evitar llorar antes, cuando dijiste que me querías… me sentí tan… culpable. Como si no pudiera ni siquiera justificar que siento por ti mientras ocultaba algo tan… importante.——Bien,— Edmond dijo de pronto. —Dímelo. ¿Qué es?——No,— Belinda negó. —Caroline tiene que decírtelo. No es el tipo de asunto que debería saber y tú no, pero no puede venir de mi. Debería venir de ella, porque yo solo lo complicaré y entonces tendrás más preguntas que yo no podré contestar. No le haré justicia. Tienes que oírlo de ella, Edmond.—Edmond hizo una mueca mientras trataba de controlar el tono y la lengua. —¿No ves que esto es exactamente lo que quiere ella? Te está usando para hacer que yo hable con ella ot
Era raro pasar el fin de semana sin Edmond o Anthony, pero Anthony había sido llevado rápidamente a pescar con ‘Papa Gerard’, casi tan pronto como Belinda le dijo a su padre que Anthony estaba esperando que él lo hiciera, y Belinda se sintió obligada a pasar el último día de su madre en Lynnwood a la entera disposición de Berenice. Así que mientras Gerard estaba en el lago, Belinda se sentó a los pies de su madre, liando una madeja de hilo y hablando del tema favorito de su madre: la vida personal de Belinda.—Parece muy serio en muy poco tiempo, Belinda,— dijo Berenice respecto la relación de Belinda y Edmond.Belinda suspiró. Había estado esperando que su madre sacara este tema de nuevo. Berenice lo había abordado más o menos la primera vez cuando llegó, pero ahora que había tenido la oportunidad de observar la realidad de Edmond y Belinda más a fondo, estaba aún más convencida de su punto de vista.—¿De qué otra forma podría ser, mamá?— Belinda le preguntó secamente, el uso de la f
Y después de media hora, Belinda se detuvo para dejar que su padre condujese, porque no podía aguantar las constantes críticas de su madre, de cómo conducía su camioneta por la carretera.Una hora y media después de eso, Belinda entró en el Aeropuerto Internacional de Fairchild y dijo adiós sin lágrimas a sus padres. Anthony abrazó despidiéndose de Gerard y no hizo una mueca demasiado exagerada cuando Berenice plantó beso tras beso en su cara.—Bueno… ¿las Navidades?— preguntó Berenice mientras Belinda dio un paso atrás hacia su coche.—Te llamaré,— fue la respuesta sin compromiso de Belinda.Sin embargo, ya que estaba en la ciudad, Belinda decidió aprovechar el viaje, y ella y Anthony pasaron la tarde de compras Navideñas en Port Angeles. Para el momento en que regresaron de nuevo a Lynnwood, Anthony estaba dormido y la comida china para llevar que le había llevado a Edmond estaba fría y pastosa.—Lamento lo de la cena,— se disculpó Belinda quince minutos más tarde, cuando Edmond ent
Un grito alto y agudo se volvió atronadoramente aparente, cuando llegó tras la puerta de la clase de Belinda. De repente, la Señora Walden irrumpió en el aula, prácticamente arrastrando a Anthony que parecía muy angustiado y asustado junto a ella.—¿Qué está pasando?— Belinda saltó de su asiento y corrió hacia donde se encontraban.—Este va al despacho del director,— anunció la Señora Walden nerviosa. —¡Ya está bien! ¡Es suficiente, Anthony! ¿Me oyes?— Luego se volvió hacia Belinda. —Vengo a ver si tiene algo de ropa extra. Se puso de pie en el centro de la clase y se orinó. Me miró fijamente y se hizo pis encima. Ni siquiera pidió permiso para ir al baño—.Belinda solo escuchaba a medias a lo que la Señora Walden tenía que decir. La mayor parte de su atención estaba centrada en el pequeño Anthony, y la mirada en su cara que era como la que tenía la noche que lo recogió de la casa de Vicki.—Ven aquí, cariño,— Belinda abrió los brazos a Anthony. Él se dejó caer en ellos y ella le abra
Después de un momento de vacilación, Anthony lo hizo.—Edmond, tal vez deberías pensar en lo que dijo el Señor Schwartz,— Belinda ofreció, tendiéndole la tarjeta. —No puede hacer daño.——Belinda, ¿cuántos hijos tienes?— Edmond le soltó.—Dieciocho,— dijo sin perder el hilo—Ya sabes a que me refiero, y no es lo mismo,— argumentó. —Vosotros pensáis que todo necesita un médico. Tal vez simplemente está cansado. ¿Has pensado en eso?— Edmond no esperó una respuesta. Tomó a Anthony en brazos y salió rápidamente de la clase, dejando a una estupefacto Belinda tras su paso.—¿Vosotros?— murmuró al aula vacía.Para cuando Belinda terminó su día, tenía un palpitante dolor de cabeza. Intentó llamar a Edmond, pero él no contestó. Instintivamente sabía que no era porque no estuviera disponible. Por alguna extraña razón la estaba evitando, y aunque no acababa de entender por qué, algo profundamente dentro de ella no le permitía tomárselo como algo personal. Tanto Edmond como Anthony parecían estar
La pierna de Edmond se movía de arriba abajo repetidamente mientras sus ojos se precipitaban por la habitación decorada con serenidad. Anthony estaba de pie contra la pared opuesta, con la nariz casi pegada a un acuario de gran tamaño en forma de cúpula lleno de exótica fauna marina.—¿No crees que deberíamos dejar esto de lado hasta después de Navidad?— Edmond le susurró a Belinda. —Anthony parece estar bien ahora,—dijo Edmond, aunque olvidó decirle a Belinda que Anthony había tenido un accidente justo esa noche. Estaba completamente convencido de que no tenía nada que ver con sus emociones. Le había dejado tomar un vaso de agua antes de acostarse.De todos modos, Belinda no fue participe de su razonamiento. Simplemente le acarició la pierna para que dejara de moverla y sonrió hacia Anthony.—Le encanta la pecera. Tal vez deberías conseguirle una. Cuesta poco mantenerlas,— dijo.Edmond se burló sin tapujos. —Otra boca que alimentar,— murmuró. Belinda le hizo una mueca, pero no dijo u