27

No hubo noticias de Edmond esa noche así que Belinda supuso lo peor. Y cuando vio a Anthony entrar en la clase al día siguiente, le dolió un poco el corazón al pensar que la buena suerte había esquivado a su padre una vez más.

—Hola, Señorita Gardener!— Anthony la saludo contento. —Ya no me pica.—

Fue entonces cuando Belinda se percató de que Edmond había entrado en la clase tras Anthony y que estaba dirigiendo a su hijo hacía ella.

—Edmond, ¿qué pasa?— Belinda se levantó y se encontró con él en la mitad de la clase.

Edmond la miró desconcertado. —Nada. ¿Por?—

—Bueno, para empezar, estás aquí y no en el trabajo,— le dijo Belinda.

Edmond simplemente señaló a Anthony. —No estaba seguro de que tuvieras que tuvieras que revisarle ya que ayer se fue a casa con el sarpullido.—

—Oh. Claro.— Belinda miro al limpísimo cuello y cuero cabelludo de Anthony. Esta vez estaba segura de que le habían cortado el pelo al niño. —Parece que está bien.—

—Y probablemente deba cambiar la tarjeta de emergenc
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