No hubo noticias de Edmond esa noche así que Belinda supuso lo peor. Y cuando vio a Anthony entrar en la clase al día siguiente, le dolió un poco el corazón al pensar que la buena suerte había esquivado a su padre una vez más.—Hola, Señorita Gardener!— Anthony la saludo contento. —Ya no me pica.—Fue entonces cuando Belinda se percató de que Edmond había entrado en la clase tras Anthony y que estaba dirigiendo a su hijo hacía ella.—Edmond, ¿qué pasa?— Belinda se levantó y se encontró con él en la mitad de la clase.Edmond la miró desconcertado. —Nada. ¿Por?——Bueno, para empezar, estás aquí y no en el trabajo,— le dijo Belinda.Edmond simplemente señaló a Anthony. —No estaba seguro de que tuvieras que tuvieras que revisarle ya que ayer se fue a casa con el sarpullido.——Oh. Claro.— Belinda miro al limpísimo cuello y cuero cabelludo de Anthony. Esta vez estaba segura de que le habían cortado el pelo al niño. —Parece que está bien.——Y probablemente deba cambiar la tarjeta de emergenc
Edmond empujó. Tiró. Agitó y sacudió. Pero la ofensiva pieza de metal no cedió.De pronto oyó una melódica risa detrás de él.—¿Tiene que ser precisamente ese carro?— rió Belinda mientras le veía luchar por liberar el oxidado artilugio. —Porque creo que este también puede servir—. Con facilidad ella sacó un carro de la fila de al lado.—Hey, te dije que esto no se me da bien,— Edmond alzó la mano en forma de rendición. Aceptó el carro de Belinda y observó como liberaba otro para ella.Anthony bailaba entre Edmond y Belinda, mientras se abrían paso hacia el supermercado. Después de que Edmond lo apartara del camino de otros clientes en varias ocasiones, Belinda le ofreció llevarlo en su carro, y él aceptó a regañadientes.—¿Si me quiero bajar en un rato, puedo?— preguntó Anthony.—Por supuesto,— le aseguró Belinda.—El pasillo de los cereales,— dijo Edmond. —Querrá bajarse para poder inspeccionar los juguetes que hay en las cajas de cereales.—Belinda rió. —Me acuerdo que me volvían lo
—No tengo una canción favorita. Me gustan demasiadas como para elegir una. Depende de mi estado de ánimo.——Yo tengo una canción favorita,— dijo Anthony. Había colocado sigilosamente una caja de cereal Trix en el carrito de Edmond sin ser detectado y ahora estaba de pie entre los carros mirando fijamente a Belinda.—¿Cuál es tu canción favorita?— Belinda se agachó para coger a Anthony en un intentó de volver a meterle en el carro. Pero Anthony tenía otros planes. Rodeo sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello, evitando que ella pudiera separarlo de su cuerpo.Belinda frotó la espalda de Anthony durante un momento y después le preguntó de nuevo sobre la canción.—You Are My Sunshine,— dijo, su voz ahogada en su cuello.—Ooh, ¡Me encanta esa canción!— exclamó Belinda justo antes de empezar a cantar un poco del estribillo mientras mecía a Anthony.Edmond observó como interactuaban incómodo. Era tan… fácil.En silencio, se reprendió a sí mismo, porque en ese
La incomodidad del viaje a la compra se desvaneció temporalmente cuando Belinda subió al coche de Edmond y se apoderó de su radio.Ella sintonizó una emisora de hip hop y se volvió, sonriendo a Edmond hasta que reaccionó y él movió el dial a una emisora de rock. —Hotel Lynnwood— de The Eagles sonaba por el altavoz y por el rabillo del ojo, Edmond pudo ver que Belinda estaba satisfecha.No se molestó en decirle que esa era una de sus canciones favoritas.Después de ayudar a Belinda a separar sus alimentos y meterlos en su casa, Edmond deambulo por la puerta su puerta de entrada mientras sujetaba a Anthony, impidiéndole que correteara por el apartamento.—Bueno… estaba pensando venir el domingo para cambiarte el alternador. ¿Te parece bien?— Preguntó Edmond.—Me parece perfecto,— sonrió Belinda. —En serio, Edmond. No puedo agradecerte lo suficiente que arregles mi camioneta.—La forma en que Belinda le estaba mirando… saber que él era responsable de la expresión de su cara… la atracción
Mientras esperaban, Edmond rápidamente evaluó lo que llevaba y se preguntó si la camisa por fuera de sus pantalones grises era suficientes. Luego miró a Vicki. Ella llevaba un vestido rojo estilo halter que se adaptaba a sus curvas exquisitamente. Los stilettos de seda del mismo color hacían bonito contraste con su piel cremosa y acentuado sus atléticas piernas. Cada pelo rubio en su cabeza estaba en su lugar, como si se hubiera peinado cada mechón por separado. Y el pintalabios rojo que llevaba era perfecto.Sin embargo, parecía una vagabunda en comparación con Belinda Gardener.Cuando Jayden abrió la puerta y Edmond vio de reojo a Belinda de pie directamente al final del pasillo, las rodillas casi le fallaron al verla.El vestido negro sin tirantes que Belinda llevaba era una dicotomía entre descaro y virtud. La cinta de satén negro atada en un inocente lazo a la cintura en contraste con el tul sexy que asomaba de la parte inferior de la falda. Los lazos del corpiño resaltaban pecho
A continuación, dirigió su atención a Ernest y tomó nota de la forma en que su amigo estaba tratando de hablar con Camille sobre el menú, pero Camille parecía sólo tener ojos para la pareja frente a ella. Estaba fascinada por cada palabra que Derek decía, dejando a Edmond desconcertado, mientras trataba de averiguar qué tenía ese hombre que le hacía tan genial.Para cuando llego la cena, las bebidas fluían libremente. No pasó mucho tiempo hasta que Edmond perdió en su decisión y se concentró en Belinda una vez más. Se las arregló para escuchar cuando Derek le habló de sus vacaciones en Barbados y de cómo se decidió por un Infiniti en lugar de un Mercedes Benz.—¿Crees que buscaras un coche nuevo ya que tu camioneta está dando tantos problemas?— preguntó Derek .—En realidad, no. Me la van a arreglar,— los ojos de Belinda miraron hacía Edmond rápidamente. Ella sonrió cuando vio que le estaba mirando.—No puedo creer que el mecánico te diera una batería defectuosa. Debo llamarle y decir
Belinda levantó la cabeza y observó la forma en retirada de Edmond White cuando salió del restaurante. Las únicas dos personas que parecía darse cuenta de que ella lo observaba eran Vicki y Derek. Y cuando Belinda hizo un movimiento para levantarse de su asiento, también lo hizo Vicki.—¿Me dejas… un minuto?— Preguntó Belinda levantando un dedo para indicar visualmente su petición.—¿No crees que ya has hecho suficiente?— Vicki entrecerró los ojos mientras miraba a Belinda.Belinda apenas podía ocultar el suspiro de irritación que dio antes de caminar rápidamente hacia el exterior detrás de Edmond. Lo encontró rápidamente en el lateral del edificio.—Edmond, deja que me explique—, suplicó.La única respuesta de Edmond fue mirarla antes de volverse y dejarla donde estaba.—Edmond,— Belinda corrió para ponerse al su altura. —Háblame. Vamos, — le tiró de la manga.El forcejeó hasta que su brazo quedó libre, se negaba a mirarla.Y de pronto él había vuelto. Ese hombre al que Belinda había
Sin embargo, eso no impidió que se quedara pensando en lo que Derek había dicho acerca de Edmond. ¿Era más que un ego magullado lo que estaba alimentando el furor de Edmond?Su reacción había dejado a Belinda descolocada. Mientras que estaba claro que Ariana había sido horrible y muy poco oportuna, no estaba de acuerdo en que ella misma hubiese hecho nada para merecer la ira de Edmond. Le había ayudado. ¿Por qué era tan malo?Y entonces las duras palabras de Vicki al respecto de que Belinda se involucrara, una cosa era que esa alma en pena metiera la nariz donde no le correspondía, ¿pero por qué lo tenía que aguantar Edmond?—De acuerdo, la hizo callar,— dijo Belinda en voz alta en su salón vacío. Pero no había sido suficiente. Ella quería más que tenerle de su lado.Quería algo que le aseguraba que ella significaba más para él que Vicki.Eso es. Ya lo había dicho, incluso aunque no fuera en voz alta.Belinda se acercó a su teléfono y se quedó mirando el atronador cero rojo que indica