-Esto es un poco raro- se removió inquieta- pero si creo que debería contarte todo desde el inicio.-No debes sentirte incómoda o avergonzada, soy tu madre, tesoro. - Zashirah, llevó su mano al pecho por dentro del caftán y sacó la joya, los ojos de Ivette fueron directamente al collar que sostenía el anillo.-Esta pieza que tanto has preguntado donde la adquirí y que siempre digo que fue un presente, es la muestra del amor de Shemir- sonrió- o al menos, eso creí yo. Me lo obsequió cuando estaba por cumplir diez años y desde entonces, lo llevo conmigo como señal de que mantengo la fe en su promesa.-Es un gesto precioso, sin duda alguna.-Invirtió en esto todos sus ahorros hasta ese día, es más valioso de lo que podría explicar con palabras. Madre, él me quería, tanto como yo lo quería a él.-Y no tengo dudas, Shemir era un niño dulce que solía jugar mucho con ustedes, pero sin lugar a dudas, tu eras siempre su favorita, podían pasar horas y horas jugando.-Yo lo admiraba tanto- sus o
Zashirah, caminó por los pasillos, sumergida en sus pensamientos, tanto la conversación con Vanessa, con su hermana y ahora con su madre, giraban y giraban en su cabeza, pensando en cuál sería la manera adecuada de hacerle entender a Shemir, lo mucho que lo amaba, y que ese amor que siempre le había tenido, no había hecho más que crecer y crecer.Debía hallar la manera de que todo lo que estaba sintiendo pudiese dar buenos resultados, batallar con el dolor y la tristeza, hasta transformarlo en algo positivo.Después de disponer de todo lo que necesitaba para poder dibujar, se sentó frente al caballete, ajustó el lienzo en blanco para permitir que la pintura y sus pinceles, le dieran vida a lo que sentía.Deslizaba lentamente el pincel sobre el lienzo dándole vida a su pintura, agregando las sombras y un poco de luz justo en el centro, la nostalgia inundaba su ser, jamás se había sentido tan triste, tan sola. . . realmente se alegraba de que Vanessa encontrara felicidad junto a Nael, p
Shemir, estaba recostado en su cama, pensando un poco, aturdido por las emociones que sentía que cada vez, reprimía menos. Los libros que le hacían compañía en aquel momento, no lograban reclamar su atención, por más que intentaba enfocarse en la lectura, solo pensaba en aquellos hermosos ojos azules.En aquellos días la actitud de la princesa había cambiado, ya no posaba sus ojos en él, si coincidían, solía saludarlo de manera fría y marcharse de inmediato, aquello le dolía, le dolía demasiado.-¿Es lo que querías, no?- se preguntó a sí mismo.- Se supone que si- se respondió con un tono cargado de tristeza- se supone que esto es lo que quería, no entiendo por qué me duele tanto. Deben ser así, las cosas deben ser así- suspiró.Mishah, se detuvo con el carro de servicio frente a la puerta de Shemir, cerró los ojos suspirando, debía tranquilizarse, dejar de temblar y calmar las pulsaciones desesperadas de su corazón, no quería quedar como una tonta ante Shemir. Estaba muy nerviosa, aque
Zashirah, a pesar de seguir con su vida rutinaria, seguía sintiéndose triste y afligida, ya se estaba acostumbrando a que su hermana se colara a su habitación noche, tras noche para abrazarla y consolarla con un poco de compañía nocturna. Shemir, la estaba evitando deliberadamente y ella estaba siguiendo su juego, no propiciando contacto innecesario entre ellos. Cuándo estaba en Palacio, se dedicaba a leer o pintar un poco, a pasear por los jardines o pasar tiempo con Vanessa, él por su parte, dedicaba muchas horas a la biblioteca o a estar en su habitación. Bien... suponía que era lo mejor, aunque constantemente tenía que luchar con sus ganas de ir a buscarle y tenía que recordarse continuamente que su amor para él no significaba nada, eso no hacía más que agrandar la herida, latente en su pecho, esa que parecía no dejar de sangrar jamás. Algún día dejaría de sufrir, no podía morir de amor... ¿O sí? y en aquel preciso instante estaba feliz, Isabdiella, Drew, la tía Suseth y el Tío
Shemir, caminó por el Palacio, estaba dedicado a estudiar un nuevo proyecto de la Soberana, sin embargo no podía concentrarse, la familia real se había marchado apresuradamente al pueblo, ya que la reina había entrado en trabajo de parto, los nervios y la tensión se respiraba en el lugar. ¿Nacería bien el próximo soberano?, después de la tragedia vivida, era natural aquella tensión.-¿En qué piensas, hijo mío?- la voz de su madre, lo sacó de su ensimismamiento.-Madre- le dedicó una sonrisa, acercándose a ella le besó la frente- pensaba en la reina. ¿Ha habido alguna noticia?-Aún no- negó la mujer- estamos a la espera de que llegue algún guardia con las buenas nuevas. ¿Seguro que está todo bien, hijo?-Si madre, seguro- sonrió.-Desde tu llegada te noto tenso, como si estuvieses preocupado, he respetado tu espacio y le he pedido a Haimir hacer lo mismo, sin embargo no dejo de pensar en que hay algo que te perturba. Puedes confiar en mi, ¿Lo sabes?-Por supuesto que sí- la abrazó con
Después de darle vueltas y vueltas al asunto por un par de días, Zashirah decidió que la grandeza está en la simpleza, haría exactamente lo que le había aconsejado su madre; hacerlo recordar, así que con eso en mente, no sabía exactamente como hacerlo, pero lo lograría sobre la marcha sin duda alguna, y empezaría justo dónde todo había comenzado.-Mi querida y dulce flor de arena- su padre la miró con orgullo- hoy luces más radiante que ayer- Zashirah, sonrió con ironía, quizás ese brillo especial se debiese a que tenía energías renovadas, dispuesta y convencida de que no debía dejar su felicidad a la suerte, se dedicaría a ella, y con un poco de ayuda de Alá, pronto estaría sonriendo como nunca antes lo había hecho.-Padre- lo abrazó con cariño- tu estás más guapo que nunca, empiezo a comprender por qué, madre perdió la cabeza por ti.-¿Alguna vez dudaste de que la conquisté con mi inigualable atractivo y mi buen humor?- Zashirah sonrió con ternura.-He visto Norusakistanes más atrac
La siguiente semana, Zashirah estuvo evitando a Shemir, deliberadamente, cada vez que se encontraban él parecía querer decir muchas cosas, pero ella se negaba a ceder a su impulso. No solo necesitaba recordarle lo vivido junto, sino que necesitaba darle tiempo para asimilarlo, tiempo para la añoranza, para que creciera en él la necesidad de hablarle y estar cerca.-Hola, Zash, ¿Has estado en la escuela de arte?- le preguntó Nael, en cuando entró a palacio.- últimamente te veo muy poco.-Hola Nael- le sonrió con dulzura- No, hoy he estado en el orfanato, he llevado provisiones.-Alá bendiga tu preocupación por los más desamparados, querida prima- le acarició una mejilla.-Amén- sonrió.-El pueblo entero está bastante feliz, sin duda, tienen las mejores princesas de todas.-Gracias- acarició su mano- ¿Sabes dónde puedo conseguir a Isa?-Está en mis aposentos, ha ido a visitar a Vanessa y a Zhamir- sonrió con orgullo.-Es un bebé precioso, Nael, Alá ha sido muy bondadoso.-Así es, nada m
Después de su triunfo del día, Zashirah, había cenado satisfactoriamente, para luego marcharse a sus aposentos, se sentía feliz, los besos ansiosos de Shemir, le recordaban al pasado, un pasado en el que era difícil controlar la necesidad de estar cerca, un pasado que evidentemente él tampoco había olvidado, aunque le hubiese querido hacer creer que si.Después de una rápida ducha, se colocó su pijama, y sin poder resistirse se quedó de pie viendo a través del ventanal de su habitación, la oscura inmensidad del desierto. Sospechaba que aquel era un gusto que todos disfrutaban, el desierto de noche era tan oscuro, tan inmenso que parecía absorber todo, daba la impresión de atraparte en su inmensidad, y si a eso le sumamos un cielo iluminado por millones de estrellas, era algo mágico. Para otros sería una vista cualquiera, para los Norusakistanes, era una vista increíble, quizás tan hermoso como ver ese mismo desierto iluminado por el vibrante sol diurno.-¡Gracias Alá!- elevó su plegar