Shemir, caminó rápidamente hasta su habitación, furioso y frustrado arrojó la carpeta con los documentos sobre la mesa de noche, se sentó en la cama, se inclinó hasta equilibrar sus codos sobre sus piernas y sostener la cabeza entre sus manos.
-Lo sabía- se dijo en voz alta- sabía que volver era un error.- todo sería más fácil si ella le hubiese olvidado, de aquella manera solo tendría que batallar con sus fantasmas internos, con sus recuerdos y no con la necesidad de sucumbir ante su cariño.
¿De dónde había sacado fuerzas para no dejarse arrastrar por aquel beso, por la necesidad de sentirse querido por ella?. . .el pasado, la ultima vez que visitó Palacio, comprendió que las cosas entre ellos no funcionarían, ella era una princesa, él, el hijo de dos servidores de Palacio, evidentemente había un enorme abismo entre ambos, un abismo que no notó en su niñez, tampoco en su adolescencia cuando había prometido que se casarían, un abismo que no fue presente sino hasta su ultima visita a Palacio, donde el amor, y las hormonas habían hecho de las suyas, donde todo casi se sale de control, aquella ultima visita en la que le habían prohibido volver a Palacio, y él había prometido no regresar.
Debió cumplir esa promesa, pero tenía demasiadas ganas de verla nuevamente, y sobre todo de estar nuevamente en su país, de conversar con su padre y abrazar a su madre, había esperado que con un poco de suerte, podría verla y que ella lo hubiese olvidado, pero nada había salido como él esperaba.
Saber que ella lo quería y que seguía pensando en aquella promesa de infancia no hacía más que remover los sentimientos que por años se ocupó de sepultar. Zash, su dulce Zash, seguía siendo tan hermosa, tan noble, con esos hermosos ojos, y esa melena tan radiante como el sol, parecía acaparar todo el calor del desierto en su sonrisa.
-¡Por Alá Zash, esto no puede ser!- Sabía que la princesa Zahiry, cumpliría sus promesas, tal y como años atrás, volvía a amenazarlo. Podía entenderla, buscaba proteger el frágil corazón de su hermana.
Había visto tanta tristeza en sus ojos y. . . esas lágrimas, ¡POR ALÁ!, ella había llorado, la dulce Zash se deshacía en lágrimas y eso lo atormentaba. El anillo, ella conservaba el anillo. . . Cerró los ojos, dejándose caer en la cama, la suavidad de la misma recibió su peso, se permitió hurgar en su mente, remover todo lo que había colocado para sepultar los recuerdos, y rememorar el día que adquirió ese anillo.
Shemir, corría feliz por los jardines, Zashirah había entrado al salón para dedicar algo de tiempo a su técnica de pintura sobre el lienzo, a pesar de su corta edad, ella hacía unas dibujos hermosos, sin lugar a dudas sería una gran pintora.
-¿A dónde vas, hijo mío?-la voz de su padre le detuvo- deja de correr, podrías caerte o en el peor de los casos, ocasionar un accidente- Haimir levantó la vista hacia los guardias que caminaban por todo Palacio haciendo sus rondas, y el jardín no era la excepción.
-Iba a mi habitación a repasar mis clases- le dijo con una enorme sonrisa- Padre. . . ¿Puedo hacerle una pregunta?
-Claro, hijo mío, ¿Qué ocurre?
-¿Qué debo hacer si prometo algo?, quiero hacer una promesa, pero una muy sería, una que espero cumplir cuándo crezca- su padre frunció el ceño ligeramente y sonrió.
-Lo primero, orgullo mío, es que debes saber que hacer promesas es algo muy serio, una promesa no puede tomarse a la ligera- colocó una mano en su espalda, motivándolo a caminar con él- prometer, es dar tu palabra, y la palabra de un hombre debe tener peso, es todo lo que tienes, todo lo que te representa. Lo segundo es, que si es una promesa tan seria, y esperas cumplirla a futuro, debes tener algo que te haga recordarla.
-¿Debo escribirla en un cuaderno para no olvidarla?- el niño lo miró con el ceño fruncido.
-No, no, hijo mío- le sonrió tiernamente- una nota en un papel, puede ser perdida, el símbolo de esa promesa debe ser tan grande e importante como la promesa misma- el niño se quedó pensativo algunos minutos como sopesando las palabras del progenitor.
-Lo comprendo, padre- respondió asintiendo.
-Me alegra escucharlo, ahora bien, ¿Me dirás que piensas prometer, o a quién?
-¿Me obligarás a decirlo?- parecía preocupado.
-Jamás te obligaría a nada como eso, hijo mío- lo abrazó- confío en ti.
-Gracias, padre.
Con el transcurso de los días había decidido cual sería el presente perfecto para sellar su promesa, en cuánto su madre había dicho que iría al pueblo en busca de alguna túnica, él pidió acompañarla para hacer una compra, la madre sonrió y sin pedir mayor explicación, asintió, ya Haimir le había hablado de la conversación que tuvieron.
-Quiero comprar un anillo, una pieza que sea bonita, es para sellar un promesa- el hombre, dueño del negocio lo miró fijamente.
-¿Qué clase de anillo buscas, jovencito?
-El mejor que pueda darme- sacó una pequeña bolsa de cuero llena de piezas- esto es todo lo que tengo- se lo entregó- son mis ahorros de mucho tiempo, espero pueda darme algo significativo- el hombre tomó la bolsa y sonrió, aquel parecía un joven bastante educado, había llegado a la tienda en compañía de la madre, quien por petición de él, esperaba a poca distancia.
-Bien, jovencito- asintió- contaré esto y te daré lo mejor que puedas comprar.
-Gracias, buen hombre, Alá lo bendiga.- Cuando el hombre, volvió traía un envoltorio de un trozo de tela suave que extendió en la palma de su mano, ante él- Shemir, sonrió satisfecho al ver el anillo y la delicada cadena del mismo material brillante.
-Es plata, jovencito, es sencillo, pero su material lo hace valioso, además de que estoy seguro de que "ella" quedará prendada en cuanto vea la pieza- sonrió, Shemir le miró en silencio, esperaba que Zashirah, se sintiera feliz al verlo.
Dos días transcurrieron antes de que se animara a entregarle el presente a la princesa, le había invitado al jardín, había un lugar oculto por las vegetación, flores, y un banco donde solían sentarse a comer postres, Shemir se maravillaba de que la reina colocara tanto empeño en crear y conservar aquel jardín en un lugar tan caluroso, pero cuando una planta moría, ella traía y sembraba otra especie, y se dedicaba personalmente a regarla, también contaba con el apoyo del personal que ponía el mismo esmero en mantener el jardín de su señora para mantenerla feliz.
-¿Por qué hemos venido aquí, Shemir?- preguntó con dulzura la rubia princesa- ¿Comeremos postre?
-No, Zash, es que. . .te he comprado algo.
-¿Un obsequio?- sus ojos brillaron de alegría.
-Si- sacó la tela de su bolsillo- yo te quiero mucho Zash.
-Yo también te quiero- sonrió apenada.
-¿Tanto como para querer que sea tu esposo?- preguntó pronunciando lentamente aquellas palabras y mirándola fijamente, atento a su reacción, ella abrió los ojos enorme.
-Pero. . . somos niños, no podemos casarnos.
-No ahora- intervino él- sino cuándo seamos mayores- asintió con la cabeza- yo sé que te quiero y a mi sí me gustaría ser tu esposo.
-A mi también- sonrió la niña- me asustaste- rió- pensé que querías casarte ahora- volvió a reir- yo te quiero mucho y sé que serás un buen esposo.- el niño sonrió y abrio la tela mostrandole el contenido- ¡Shemir, es muy bonita!- exclamó con alegría.
-Sé que puede parecer poco- sonrió más ampliamente- sobre todo porque tu tienes muchas, además de coronas, pero lo he comprado con mucho cariño, he invertido en este presente todos mis ahorros.
-¡No debiste, Shemir!- le dijo avergonzada- esos ahorros eran para el cumpleaños de Naiara.
-Si debí- asintió- no es cualquier presente, Zash- ella acarició la joya, deslizando con cuidado los dedos sobre ella- con este anillo quiero sellar la promesa de que cuándo seamos adultos, me convertiré en tu esposo.
-Y yo me convertiré en tu esposa- sonrió ampliamente- nos casaremos, Shemir.
-Lo prometo- le dijo él- serás mi esposa Zash, y voy a quererte siempre.
-Igual yo- asintió la princesa firmemente, dándole la espalda, y haciendo a un lado su rubio cabello- ¿me la colocas, por favor?- el niño con sumo cuidado colocó la prenda en su cuello, ella la acarició y luego se giró hacia él- es preciosa Shemir, me ha encantado, prometo que la llevaré siempre y que cada vez que la vea, pensaré en tí. Gracias, te quiero- e inclinándose le dio un tierno beso en la mejilla, un beso que logró ruborizar al infante.
Shemir, abrió los ojos, volviendo al presente, con un suspiro se sentó nuevamente en la cama, recordar el pasado lo perturbaba, le perturbaba recordar cuánto la había querido, y cuánto la seguía queriendo.
-No debí volver, Alá, no debí volver- se restregó la cara frustrado. Luego abrió el cajón y extrajo una bolsa de cuero que contenía alguna de sus prendas más preciadas, sacó otra pequeña bolsa de cuero y tiró de la cuerda para desatar el nudo y abrirla, suspirando nuevamente extrajo la prenda dentro de él, observó atentamente la preciosa pulsera de oro, con un delicado rubí al centro, y dos pequeñas esmeraldas de cada lado, era una pieza única, preciosa y había sido el presente con el que ella había retribuido su gesto y sellado su promesa, Shemir sonrió mientras acariciaba el precioso rubí, era de sus prendas más preciadas, de hecho, la más preciada que tenía, y no por su valor, sino por obtenerla como un presente de la mujer que a tan temprana edad, y siendo sólo una niña, le había robado el corazón.
Zashirah, intentó mantener la compostura, se dijo que el hecho de que la vieran llorar solo le generaría problemas, la noticia llegaría a sus padres y de inmediato estarían haciendo un montón de preguntas, preguntas que no quería responder, así que haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban, cerró los ojos para tranquilizarse y respiró varias veces, luego inicio el camino hacia su habitación, en donde podría echarse a llorar a sus anchas.Sintió que el trayecto era eterno, mientras sus pasos eran pesados, pues sentía que su alma caía cada vez un poco más.-Alteza- ella elevó el rostro para ver al hombre que le hablaba- ¿se encuentra usted bien?- preguntó uno de los guardias que caminaban haciendo rondas.-Estoy bien- le aseguró- solo un dolor de cabeza.-¿Puedo hacer algo por usted?, ¿le acompaño a sus aposentos?-No hace falta- negó- estoy bien, continúa con tu trabajo.-¿Está segura, Alteza?- parecía bastante preocupado.-Por supuesto, sigue tu camino- se giró y continuó s
La noche no había sido fácil para ninguna, cada princesa cargaba en sus hombros el peso de su propio dolor, que compartido, al menos, pesaba menos.Por su parte, Zahiry, se sentía enojada, sabía que ninguna de las dos estaba bien. Isabdiella, sufría a causa de Drew, y era más que evidente que Zashirah, no tenía dolor de cabeza, ni migrañas, ni nada de lo que había argumentado. Shemir, ese era su único dolor, le rompía el alma ver a su hermana sufrir.-Buenos días, Zashirah- le dijo a su gemela entrando en la habitación.-Es bueno tocar antes de entrar-le dijo ajustando la cinta en su cabello- buenos días.-¿Cómo te sientes hoy?-Mejor- le aseguró- Isa, durmió anoche conmigo.-Pensé en venir-Zashirah, sabía que aquello era una disculpa- pero también pensé que querrías estar sola, ya sabes por eso de que Shemir te hizo llorar, ese infeliz- dijo tensando la mandíbula, Zashirah, fijó sus ojos en ella, por un par de minutos se mantuvo en silencio, no dijo nada, no movió un músculo de su ro
El dormir mal se estaba volviendo una oscura costumbre, decidió conversar un rato con Vanessa, quizás aquello la ayudaría a sentirse mejor, la tía Suseth y el tío Matt, se encontraban en palacio, así que esperaba tener un poco de suerte y que Vanessa, no estuviese acompañada. Al caminar por los pasillos, saludó a un par de guardias que recorrían el lugar, ellos con mucho respeto inclinaron levemente su rostro al saludarle. Al llegar a la habitación principal de Palacio, se encontró con los guardianes apostados a la puerta.-Alteza, buenos días.-Buen día- les regaló una dulce sonrisa- ¿Se encuentra la reina?-Si, Alt... - la puerta se abrió dando paso a un fresco Nael, quien parecía haber dormido muy bien.-Zash, buenos días- se acercó y depositó un beso en la frente de su dulce prima.-Buen día, Nael. Alá bendiga tu despertar.-Amén- sonrió- el tuyo también. ¿Necesitabas algo?-Quería saludar a Vanessa.- sonrió- ¿Puedo?-Por supuesto, adelante- hizo un gesto de aceptación- aún está s
Con la llegada del nuevo día, llegaron también los problemas para la familia, Zashirah no podía creerlo, Palacio estaba convulsionado por la furia del tío Zabdiel y aunque claramente las personas externas al núcleo familiar, no entendían lo que estaba pasando, la familia si lo hacía, Zabdiel estaba furioso porque había encontrado a Drew durmiendo abrazado con Isabdiella, todo se había salido de control, Zabdiel había golpeado a Drew, la familia lo había defendido, Zabdiel amenazó con expulsarlo de Norusakistan, Isabdiella se rebeló asegurando que se marcharía con él, y que de exiliar a Drew, Zabdiel debería exiliarla también a ella, todo estaba resultando desastroso, Vanessa como actual soberana de la noción había salido en defensa de su hermano, la tía Suseth, había abofeteado a Zabdiel, nada podía estar peor, aquel día, era el peor desastre que Zashirah había experimentado en su corta vida y estaba aturdida, solo rogaba porque todo saliera bien, las cosas se calmaran y la paz volvie
-Esto es un poco raro- se removió inquieta- pero si creo que debería contarte todo desde el inicio.-No debes sentirte incómoda o avergonzada, soy tu madre, tesoro. - Zashirah, llevó su mano al pecho por dentro del caftán y sacó la joya, los ojos de Ivette fueron directamente al collar que sostenía el anillo.-Esta pieza que tanto has preguntado donde la adquirí y que siempre digo que fue un presente, es la muestra del amor de Shemir- sonrió- o al menos, eso creí yo. Me lo obsequió cuando estaba por cumplir diez años y desde entonces, lo llevo conmigo como señal de que mantengo la fe en su promesa.-Es un gesto precioso, sin duda alguna.-Invirtió en esto todos sus ahorros hasta ese día, es más valioso de lo que podría explicar con palabras. Madre, él me quería, tanto como yo lo quería a él.-Y no tengo dudas, Shemir era un niño dulce que solía jugar mucho con ustedes, pero sin lugar a dudas, tu eras siempre su favorita, podían pasar horas y horas jugando.-Yo lo admiraba tanto- sus o
Zashirah, caminó por los pasillos, sumergida en sus pensamientos, tanto la conversación con Vanessa, con su hermana y ahora con su madre, giraban y giraban en su cabeza, pensando en cuál sería la manera adecuada de hacerle entender a Shemir, lo mucho que lo amaba, y que ese amor que siempre le había tenido, no había hecho más que crecer y crecer.Debía hallar la manera de que todo lo que estaba sintiendo pudiese dar buenos resultados, batallar con el dolor y la tristeza, hasta transformarlo en algo positivo.Después de disponer de todo lo que necesitaba para poder dibujar, se sentó frente al caballete, ajustó el lienzo en blanco para permitir que la pintura y sus pinceles, le dieran vida a lo que sentía.Deslizaba lentamente el pincel sobre el lienzo dándole vida a su pintura, agregando las sombras y un poco de luz justo en el centro, la nostalgia inundaba su ser, jamás se había sentido tan triste, tan sola. . . realmente se alegraba de que Vanessa encontrara felicidad junto a Nael, p
Shemir, estaba recostado en su cama, pensando un poco, aturdido por las emociones que sentía que cada vez, reprimía menos. Los libros que le hacían compañía en aquel momento, no lograban reclamar su atención, por más que intentaba enfocarse en la lectura, solo pensaba en aquellos hermosos ojos azules.En aquellos días la actitud de la princesa había cambiado, ya no posaba sus ojos en él, si coincidían, solía saludarlo de manera fría y marcharse de inmediato, aquello le dolía, le dolía demasiado.-¿Es lo que querías, no?- se preguntó a sí mismo.- Se supone que si- se respondió con un tono cargado de tristeza- se supone que esto es lo que quería, no entiendo por qué me duele tanto. Deben ser así, las cosas deben ser así- suspiró.Mishah, se detuvo con el carro de servicio frente a la puerta de Shemir, cerró los ojos suspirando, debía tranquilizarse, dejar de temblar y calmar las pulsaciones desesperadas de su corazón, no quería quedar como una tonta ante Shemir. Estaba muy nerviosa, aque
Zashirah, a pesar de seguir con su vida rutinaria, seguía sintiéndose triste y afligida, ya se estaba acostumbrando a que su hermana se colara a su habitación noche, tras noche para abrazarla y consolarla con un poco de compañía nocturna. Shemir, la estaba evitando deliberadamente y ella estaba siguiendo su juego, no propiciando contacto innecesario entre ellos. Cuándo estaba en Palacio, se dedicaba a leer o pintar un poco, a pasear por los jardines o pasar tiempo con Vanessa, él por su parte, dedicaba muchas horas a la biblioteca o a estar en su habitación. Bien... suponía que era lo mejor, aunque constantemente tenía que luchar con sus ganas de ir a buscarle y tenía que recordarse continuamente que su amor para él no significaba nada, eso no hacía más que agrandar la herida, latente en su pecho, esa que parecía no dejar de sangrar jamás. Algún día dejaría de sufrir, no podía morir de amor... ¿O sí? y en aquel preciso instante estaba feliz, Isabdiella, Drew, la tía Suseth y el Tío