Zashirah, al despertar aquella calurosa mañana, jamás imaginó que sería el día en que sus ojos volverían a verlo, su corazón se agitó violentamente con la noticia de su regreso y tuvo que luchar contra el deseo de correr y arrojarse a sus brazos para asegurarle que estaba feliz de verle nuevamente, y que al fin, después de tantos años, su corazón volvía a estar completo. Shemir, su amado y buen Shemir, su amor de niñez, su primer y único amor. Llevó las manos a su cuello y tiró de la cadena de plata oculta en su caftán, cadena de la cual colgaba un hermoso anillo de plata.
-Ha regresado, al fin ha regresado, ¡Oh, gracias Alá!- dijo en voz alta y con los ojos llenos de lágrimas de felicidad.
Por más que intentó propiciar el encuentro, no lo vió, no hasta que se reunieron a la hora del almuerzo, todos parecían felices, ante el hecho de que él había regresado. Naiara y Haimir, estaban rebosantes de felicidad su único hijo; Shemir, había vuelto trayendo a sus padres una inmensa alegría, para ella, la alegría no era menor, y esperaba realmente que él estuviese igual de feliz de verla, estaba ansiosa por poder hablar a solas y que ambos estuviesen felices del reencuentro.
Shemir, había ido a estudiar a Inglaterra por recomendación de Isabella, quien sugirió las mejores universidades y aseguró que estaría feliz de usar un par de contacto para darle una oportunidad a Shemir, y hacía varios años desde la última vez que él había pisado Palacio, sus padres estaban muy agradecidos de que los Jeques hubiesen sido tan bondadosos otorgándole a su hijo la oportunidad de estudiar en el extranjero mientras ellos cubrían los gastos. Aunque el jóven Shemir consiguió un empleo de medio tiempo y luego unas pasantías pagas, que le permitieron tener su propio dinero, e intentar a toda costa no molestar al Jeque, ahora era un elegante y fornido jóven, dedicado a las leyes y, esperaba con el conocimiento adquirido, poder retribuir al Jeque y a la nación la gran oportunidad que le habían dado.
Dejó en claro que aquellas eran unas vacaciones, el corazón de Zashirah, se entristeció, sobre todo, porque aunque ella hacía enormes esfuerzos por llamar su atención, él no posaba sus ojos sobre ella, más de un minuto. Shemir, estaba feliz, en un prestigioso consultorio inglés le habían otorgado un puesto dentro de su gremio jurídico, pero de momento estaba de vacaciones ya que su contrato comenzaría en seis meses, no quiso desperdiciar tiempo y volvió a casa, junto a los suyos, extrañaba las largas conversaciones con su padre y las atenciones de su madre.
Todos estaban atentos a las palabras de Shemir, ya que para celebrar su llegada Zabdiel había ordenado un banquete para el almuerzo y Naiara, Haimir, Shemir, Azhohary, su esposo e hija estaban a la mesa con la familia real.
En una gran celebración.
Isabdiella, quién estaba feliz en aquel momento de felicidad, pudo apreciar el leve rubor que cubría las mejillas de Zashirah y sonrió con ternura, pero, a la vez observó también como los ojos de Mishah, la hija de Azhohary, brillaban ante la presencia de Shemir.
Grave problema.
Mishah, al igual que Shemir, tuvo la oportunidad de ir a estudiar al extranjero pero ella lo había rechazado alegando que se sentía feliz de poder servir en Palacio, que amaba su tierra y sus raíces, y que no podía soportar la idea de alejarse de los suyos, de aquella manera se demostraba que en algunos casos las mujeres Norusakistanas se sentían más arraigadas a su país que los hombres.
-Las clases fueron complicadas; agotadoras, largas, extenuante, en ocasiones ni lograba dormir preparándome para las clases del día siguiente- decía Shemir- pero ha sido un esfuerzo que ha valido la pena. Todo ha rendido sus frutos.
-Estamos tan orgullosos de ti- dijo una emocionada Naiara.
-Siempre estaré en deuda con usted, mi señor- le hablaba a Zabdiel- agradezco la gran oportunidad que me brindó y espero en estas vacaciones poder colaborar al Reino, servir de apoyo en el área jurídica y política. Puedo ser de ayuda si usted me lo permite. Y usted, por supuesto, Excelencia- le hablaba a Nael.
-Por supuesto- dijo sonriente Zabdiel.
-Eso me haría feliz- añadió, Nael- tus ideas frescas serán de gran apoyo a la corona, estamos orgullosos de ti y felices de tenerte de regreso a ésta, tu casa. Eres uno más de la familia- agregó.
-Se lo agradezco Majestad, me alegra estar aquí y ver que ahora es usted quien rige el país, nunca tuve dudas del gran Soberano que sería.
-Muchas gracias, Shemir.
-Además que ha sido una maravillosa sorpresa saber que es usted nuestra Reina- miró con admiración a Vanessa, quien le regaló una dulce sonrisa.
-Es aún más maravilloso para mí- respondió la Soberana- estoy dónde siempre debí estar- tomó una mano de Nael, por encima de la mesa y lo miró con adoración- no querría estar en ningún otro lugar en el mundo.
-Es bueno saberlo, Majestad. ¿y quién será el próximo en casarse?, ¿Cuál de las Princesas?
-Ninguna posee compromiso- aseguró Isabella- aunque quizás la próxima sea mi hija- Isabdiella, casi se atraganta con el vino, y Zabdiel miró con ceño fruncido a Madre y luego luego la hija- Oh querido, no pongas esa cara, algún día tu hija tendrá que casarse, no la tendrás bajo tu tutela de por vida.
-Lo mismo le he dicho yo- aseguró Zahir riendo.
-O quizás- intervino Ivette- sea alguna de las gemelas- la escandalosa risa de Zahir, se esfumó y puso muy mala cara, mirándo ceñudo a su esposa y luego a sus dos hijas, fue el turno de Zabdiel de sonreír.
-Mis hijas se casarán después de cumplir los cuarenta- aseguró.
-¿Has perdido la cabeza, Papito?- pregunto Zahiry, riendo- yo me casaré pronto.
-No, no lo harás.- negó convencido.
-Si, si lo haré- aseguró, en tono desafiantemente dulce.
-Nunca lo consentiré- aseguró el padre con la misma determinación de la hija.
-Ya lo veremos- dijo Ivette sonriendo. Zashirah, sentía su rostro arder, además se sentía muy nerviosa e intimidada por la presencia y los gestos tranquilos de Shemir, y la ponía aún más nerviosa que estuviesen hablando de matrimonio en aquel preciso momento.
-¿Quiere decir eso que han llegado pretendientes a Palacio?- indagó Shemir, sonriendo.
-Nunca faltan- aseguró Isabella sonriente- Isabdiella, está siendo pretendida por un doctor.
-Eso no quiere decir que vaya a casarme pronto, madre- intervino la aludida- o que me case precisamente con él.
-¿Y tú, hijo mío? - preguntó Haimir- ¿has dejado alguna conquista occidental?
-Nada serio- aseguró- la verdad nunca dispuse de mucho tiempo. Entre estudios y trabajo, luego las pasantías era poco el tiempo libre, salí con alguna que otra jovencita, pero nada serio. - el corazón de Zashirah se estremeció. Él acababa de decir que había salido con algunas jóvenes.
¿Cómo era eso posible?, ¿Acaso se había olvidado de la promesa que le había hecho?, ¿Cómo podría haber estado saliendo con otras?
-Quizás encuentres el amor cerca de casa- le dijo Zashirah, mirándolo directamente a los ojos, con la intensión de recordarle el pasado.
-Si- aseguró Mishah-quizás el amor esté en las ardientes tierras de Norusakistan- ambas jovencitas se vieron por un momento y luego desviaron la mirada.
-No lo sé- dijo pensativo- pero espero y confío en que Alá no me tenga esa sorpresa. En algunos meses debo marcharme y no deseo irme de Norusakistan con el corazón roto.
Zashirah, no supo como interpretar aquello exactamente, ella lo amaba, él lo sabía, se habían hecho una promesa, él debía suponer que lo seguiría, no dejaría que se fuese de Norusakistan con el corazón roto, ella jamás le rompería el corazón.
Luego del almuerzo se marcharon al salón dorado y tomaron té de jazmín y café con galletas, todo era alegría en el exterior, pero en el corazón de la dulce princesa, no había más que turbación, ansiedad y desconcierto.
Zahiry, caminaba por Palacio, mientras se abanicaba aquel día estaba resultando increíblemente caluroso. Si bien, Norusakistan era ardiente, aquel día parecía estarlo el doble. Vagó largo rato, quizás debería quitarse el lindo caftán violeta y colocarse algo más occidental que le permitiese un poco más de frescura.Se detuvo al ver la puerta del salón azul abierta, caminó para entrar, seguramente su padre se dedicaba a la lectura. Se sorprendió al notar que quién estaba concentrado en un libro, no era otro que Shemir. -Shemir, qué sorpresa encontrarte aquí.-Alteza- el jóven se puso en pie y la miró haciendo una leve reverencia con su rostro. Zahiry, cerró el abanico de un solo movimiento.-Vaya, si que has cambiado en todos estos años- dijo terminando de llegar hasta quedar frente a él y mirarlo directamente a los ojos- estás muy atractivo.-Gracias, Alteza- dijo sin una pizca de emoción en su cara.-¿Sigo sin agradarte?- le preguntó burlona mientras caminaba alrededor de él como s
Shemir, caminó rápidamente hasta su habitación, furioso y frustrado arrojó la carpeta con los documentos sobre la mesa de noche, se sentó en la cama, se inclinó hasta equilibrar sus codos sobre sus piernas y sostener la cabeza entre sus manos.-Lo sabía- se dijo en voz alta- sabía que volver era un error.- todo sería más fácil si ella le hubiese olvidado, de aquella manera solo tendría que batallar con sus fantasmas internos, con sus recuerdos y no con la necesidad de sucumbir ante su cariño.¿De dónde había sacado fuerzas para no dejarse arrastrar por aquel beso, por la necesidad de sentirse querido por ella?. . .el pasado, la ultima vez que visitó Palacio, comprendió que las cosas entre ellos no funcionarían, ella era una princesa, él, el hijo de dos servidores de Palacio, evidentemente había un enorme abismo entre ambos, un abismo que no notó en su niñez, tampoco en su adolescencia cuando había prometido que se casarían, un abismo que no fue presente sino hasta su ultima visita a P
Zashirah, intentó mantener la compostura, se dijo que el hecho de que la vieran llorar solo le generaría problemas, la noticia llegaría a sus padres y de inmediato estarían haciendo un montón de preguntas, preguntas que no quería responder, así que haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban, cerró los ojos para tranquilizarse y respiró varias veces, luego inicio el camino hacia su habitación, en donde podría echarse a llorar a sus anchas.Sintió que el trayecto era eterno, mientras sus pasos eran pesados, pues sentía que su alma caía cada vez un poco más.-Alteza- ella elevó el rostro para ver al hombre que le hablaba- ¿se encuentra usted bien?- preguntó uno de los guardias que caminaban haciendo rondas.-Estoy bien- le aseguró- solo un dolor de cabeza.-¿Puedo hacer algo por usted?, ¿le acompaño a sus aposentos?-No hace falta- negó- estoy bien, continúa con tu trabajo.-¿Está segura, Alteza?- parecía bastante preocupado.-Por supuesto, sigue tu camino- se giró y continuó s
La noche no había sido fácil para ninguna, cada princesa cargaba en sus hombros el peso de su propio dolor, que compartido, al menos, pesaba menos.Por su parte, Zahiry, se sentía enojada, sabía que ninguna de las dos estaba bien. Isabdiella, sufría a causa de Drew, y era más que evidente que Zashirah, no tenía dolor de cabeza, ni migrañas, ni nada de lo que había argumentado. Shemir, ese era su único dolor, le rompía el alma ver a su hermana sufrir.-Buenos días, Zashirah- le dijo a su gemela entrando en la habitación.-Es bueno tocar antes de entrar-le dijo ajustando la cinta en su cabello- buenos días.-¿Cómo te sientes hoy?-Mejor- le aseguró- Isa, durmió anoche conmigo.-Pensé en venir-Zashirah, sabía que aquello era una disculpa- pero también pensé que querrías estar sola, ya sabes por eso de que Shemir te hizo llorar, ese infeliz- dijo tensando la mandíbula, Zashirah, fijó sus ojos en ella, por un par de minutos se mantuvo en silencio, no dijo nada, no movió un músculo de su ro
El dormir mal se estaba volviendo una oscura costumbre, decidió conversar un rato con Vanessa, quizás aquello la ayudaría a sentirse mejor, la tía Suseth y el tío Matt, se encontraban en palacio, así que esperaba tener un poco de suerte y que Vanessa, no estuviese acompañada. Al caminar por los pasillos, saludó a un par de guardias que recorrían el lugar, ellos con mucho respeto inclinaron levemente su rostro al saludarle. Al llegar a la habitación principal de Palacio, se encontró con los guardianes apostados a la puerta.-Alteza, buenos días.-Buen día- les regaló una dulce sonrisa- ¿Se encuentra la reina?-Si, Alt... - la puerta se abrió dando paso a un fresco Nael, quien parecía haber dormido muy bien.-Zash, buenos días- se acercó y depositó un beso en la frente de su dulce prima.-Buen día, Nael. Alá bendiga tu despertar.-Amén- sonrió- el tuyo también. ¿Necesitabas algo?-Quería saludar a Vanessa.- sonrió- ¿Puedo?-Por supuesto, adelante- hizo un gesto de aceptación- aún está s
Con la llegada del nuevo día, llegaron también los problemas para la familia, Zashirah no podía creerlo, Palacio estaba convulsionado por la furia del tío Zabdiel y aunque claramente las personas externas al núcleo familiar, no entendían lo que estaba pasando, la familia si lo hacía, Zabdiel estaba furioso porque había encontrado a Drew durmiendo abrazado con Isabdiella, todo se había salido de control, Zabdiel había golpeado a Drew, la familia lo había defendido, Zabdiel amenazó con expulsarlo de Norusakistan, Isabdiella se rebeló asegurando que se marcharía con él, y que de exiliar a Drew, Zabdiel debería exiliarla también a ella, todo estaba resultando desastroso, Vanessa como actual soberana de la noción había salido en defensa de su hermano, la tía Suseth, había abofeteado a Zabdiel, nada podía estar peor, aquel día, era el peor desastre que Zashirah había experimentado en su corta vida y estaba aturdida, solo rogaba porque todo saliera bien, las cosas se calmaran y la paz volvie
-Esto es un poco raro- se removió inquieta- pero si creo que debería contarte todo desde el inicio.-No debes sentirte incómoda o avergonzada, soy tu madre, tesoro. - Zashirah, llevó su mano al pecho por dentro del caftán y sacó la joya, los ojos de Ivette fueron directamente al collar que sostenía el anillo.-Esta pieza que tanto has preguntado donde la adquirí y que siempre digo que fue un presente, es la muestra del amor de Shemir- sonrió- o al menos, eso creí yo. Me lo obsequió cuando estaba por cumplir diez años y desde entonces, lo llevo conmigo como señal de que mantengo la fe en su promesa.-Es un gesto precioso, sin duda alguna.-Invirtió en esto todos sus ahorros hasta ese día, es más valioso de lo que podría explicar con palabras. Madre, él me quería, tanto como yo lo quería a él.-Y no tengo dudas, Shemir era un niño dulce que solía jugar mucho con ustedes, pero sin lugar a dudas, tu eras siempre su favorita, podían pasar horas y horas jugando.-Yo lo admiraba tanto- sus o
Zashirah, caminó por los pasillos, sumergida en sus pensamientos, tanto la conversación con Vanessa, con su hermana y ahora con su madre, giraban y giraban en su cabeza, pensando en cuál sería la manera adecuada de hacerle entender a Shemir, lo mucho que lo amaba, y que ese amor que siempre le había tenido, no había hecho más que crecer y crecer.Debía hallar la manera de que todo lo que estaba sintiendo pudiese dar buenos resultados, batallar con el dolor y la tristeza, hasta transformarlo en algo positivo.Después de disponer de todo lo que necesitaba para poder dibujar, se sentó frente al caballete, ajustó el lienzo en blanco para permitir que la pintura y sus pinceles, le dieran vida a lo que sentía.Deslizaba lentamente el pincel sobre el lienzo dándole vida a su pintura, agregando las sombras y un poco de luz justo en el centro, la nostalgia inundaba su ser, jamás se había sentido tan triste, tan sola. . . realmente se alegraba de que Vanessa encontrara felicidad junto a Nael, p