-Leah todo tiene una explicación -Miro a mi esposo, junto a mi mejor amiga Lucinda. De la mano, como si ambos estuvieran…. -Tenemos que hablar muchas cosas.

Por supuesto que sí. Todo este tiempo ellos han estado juntos, ya han pasado tres meses desde que salí de la rehabilitación y Santiago ha cambiado muchísimo, ni siquiera duerme conmigo aunque su excusa fue que era por recomendaciones del médico por mi estado emocional.

Ellos me miran expectantes con miedo, aun no salgo de mi asombro cuando veo y caigo en cuenta que al abrir la puerta ellos se separaron bruscamente. Acaso se estaban besando…. Me llevo la mano a la cabeza, me duele, me mareo, y son las secuelas de las pastillas para dormir que uso todas las tardes para descansar.

Pero hoy no sabía porque me había despertado antes de las tres horas.

-¿Leah estas bien?

-Ni siquiera me llamas amor –reclame. Miro a mi mejor amiga y ella baja la mirada.

-Yo me voy –dice.

Me altero, y entonces exploto.

-Tú no vas a ninguna parte, traidora