Intensidad

Los ojos de alfa Ace entornados observaban a su mujer mientras se endereza, ofreciéndole su pecho. Le suplica en silencio que lo acaricie. Obedeció su deseo feliz; lambio sus pezones como capullos de rosa, lo retuerce entre su lengua y sus dientes mientras ella maúlla y sisea.

Tiene un sabor floral y su aroma lo vuelve loco a el y a su lobo. Con cada gemido la intensidad aumenta. Siente que está casi drogado con el aroma floral y no puede imaginar nada mejor.

Ella les baja los pantalones y se quedan desnudos uno frente al otro.

Alfa Ace no puede dejar de admirar hermosa que era su preciosa mate. Parece como si la diosa misma la hubiera moldeado para imitar su propio retrato. Su largo cabello se derrama sobre sus pechos, ocultándolos un poco. Sus brazos se aferran a los suyos y su pecho sube y baja con pesadez. Sus ojos brillan de hambre. Debajo de su ombligo perfecto, un rastro de vello fino conduce a un país de las maravillas.

Soraya pasa su mano por su pecho.

—Diosa, eres tan sexi.
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