Estaba en llamas.

Helena, cogió la ropa del rey del cordel que estaba en el patio trasero del castillo y las puso en el cesto. Luego se dirigió a su habitación para doblarla en su dormitorio. En el momento en que entro al castillo, las criadas dejaron de hablar y le lanzaron miradas mortales, pero ella ya estaba acostumbrada a eso, así que simplemente las ignoró y siguió su camino, pero a medio camino, a sólo unos metros de la puerta del castillo, fue detenida por tres sirvientas.

—Reina, la esclava sexual. —Una de las chicas se burló de ella.

Helene sacudió la cabeza. La habían rodeado y ella no tenía idea de por qué.

—Tengo la ropa del rey. Aléjense de mí —dijo e intentó alejarse, pero las chicas se rieron y una de ellas se paró frente a ella, bloqueándole el paso.

—¡No tan rápido, perra! —la chica rubia la insultó.

Helena pudo sentir su ira aumentando.

Podría haberlos derrotada en un abrir y cerrar de ojos sin sudar, pero no estaba de humor para pelear.

—¿Qué deseas?

—Darte una lección.

Una de las c
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