El amanecer se filtraba por las ventanas de la villa, iluminando las cicatrices que la última batalla había dejado en la organización de Luca y en ellos mismos. El silencio del entorno parecía casi irreal después de días de caos, pero ese momento de calma traía consigo un peso que ninguno de los dos podía ignorar.
Luca estaba sentado en su despacho, observando un mapa de su territorio. Cada marca en el papel representaba una lucha, una pérdida o un sacrificio. Había ganado la guerra contra Alessandro Ricci, consolidando su poder y eliminando a los traidores dentro de su círculo, pero el costo había sido alto. Su organización estaba debilitada, y aunque los enemigos más peligrosos habían caído, las tensiones internas persistían.
Bianca lo observaba desde la puerta, en silencio. Había aprendido a leer los pequeños gestos de Luca: la forma e
La casa estaba situada en una ladera, rodeada de viñedos que se extendían hasta donde la vista alcanzaba. Para Bianca, el lugar parecía salido de un sueño, con su fachada de piedra rústica y las flores silvestres trepando por las paredes. Después de semanas de incertidumbre, esta pequeña burbuja de tranquilidad era un bálsamo, aunque ambos sabían que la calma no duraría mucho.Luca había elegido este lugar porque era uno de los pocos refugios que no estaban vinculados a su organización. Quería darle a Bianca un respiro, un espacio para respirar lejos del peligro que los perseguía. Pero incluso aquí, su mente no dejaba de trabajar.Bianca estaba sentada en la terraza, observando cómo el sol se escondía detrás de las colinas. A su lado, Luca servía dos copas de vino, una de las pocas indulgencias que se permitía. Habían pasado
El regreso a Milán fue silencioso. La ciudad, con su bullicio constante, parecía más intimidante que nunca. Bianca observaba por la ventana del automóvil cómo las luces de los edificios iluminaban las calles húmedas por la reciente lluvia. Cada esquina le parecía un recordatorio de los peligros que los aguardaban, pero también de los lazos que, para bien o para mal, los unían a ese lugar.Luca mantenía ambas manos firmes en el volante, su expresión era una máscara de concentración. Aunque no decía nada, Bianca podía sentir la tensión en su postura. Sabía que regresar a la ciudad era necesario, pero eso no hacía que el miedo fuera más fácil de soportar.—¿Crees que podremos estar seguros aquí? —preguntó Bianca en voz baja.Luca no desvió la mirada de la carretera.—Seguros,
El ambiente en el apartamento que compartían Bianca y Luca estaba cargado de tensión. Desde que habían regresado, Bianca había notado miradas furtivas y conversaciones en susurros entre los hombres de Luca. Aunque él parecía demasiado ocupado para darse cuenta, Bianca sabía que algo no estaba bien. Había aprendido a confiar en su intuición, y esta vez le gritaba que alguien cercano estaba trabajando en su contra.A pesar de sus esfuerzos por mantenerse al margen, Bianca sentía que no podía ignorar lo que estaba sucediendo. Decidió observar más de cerca. Durante los días siguientes, empezó a prestar atención a los movimientos de los hombres que frecuentaban las reuniones de Luca. Fue entonces cuando notó a Enzo, uno de los hombres más antiguos de la organización, actuando de manera extraña. Salía solo durante las reuniones más importantes y siempre parecía evitar la mirada de Luca.Una tarde, Bianca siguió a Enzo en secreto cuando salió del bar donde Luca solía reunir a sus hombres. Ve
La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas del apartamento de Luca, proyectando sombras suaves en la pared. Pero en el aire no había calma. El teléfono de Luca vibró insistentemente sobre la mesa, y él, con el rostro cansado y marcado por noches de insomnio, lo contestó al instante. Al otro lado de la línea, Marco hablaba con urgencia.—Luca, tienes que venir. Encontramos algo. Es peor de lo que pensábamos.Luca cerró los ojos por un instante, sintiendo el peso de las palabras de su mano derecha. Se giró para mirar a Bianca, quien aún dormía, ajena a las tormentas que se avecinaban. No quería despertarla, pero sabía que el peligro ya estaba tocando su puerta.—Voy en camino —respondió finalmente, colgando el teléfono.En el almacén, el ambiente era sombrío. Marco lo esperaba con un archivo en la mano
La noche era fría y silenciosa mientras Luca y Bianca se dirigían a la mansión de los Moretti, una familia mafiosa rival con la que nunca había tenido una relación cordial. El auto avanzaba por una carretera serpenteante, escoltado por otros vehículos llenos de hombres armados. Bianca, sentada junto a Luca, observaba cómo apretaba con fuerza el volante, su mandíbula tensa y su mirada fija en el horizonte.—¿Estás seguro de que esta es la mejor opción? —preguntó ella, rompiendo el silencio.Luca la miró de reojo y suspiró.—No tengo otra opción. Alessandro está demasiado bien conectado, y solo los Moretti tienen los recursos para equilibrar la balanza.Bianca asintió, entendiendo la gravedad de la situación. Había aprendido a confiar en los instintos de Luca, pero sabía que acercarse a los Moretti era
La noche caía sobre Roma, cubriendo la ciudad con una quietud engañosa. Desde la ventana de su ático, Bianca observaba las luces parpadeantes de la ciudad. Pero su mente estaba lejos de los rascacielos y las calles iluminadas. Cada vez era más consciente del peso de las decisiones que había tomado, del mundo al que se había unido y de lo que significaba amar a alguien como Luca.Luca estaba sentado en un sillón cercano, su silueta parcialmente iluminada por la lámpara de la mesa. Tenía un vaso de whisky en la mano, pero no lo había probado. Su mirada estaba perdida, como si estuviera atrapado en un debate interno. Ambos llevaban días sin hablar realmente, cada uno sumido en sus propios pensamientos y temores.Finalmente, Bianca rompió el silen
El amanecer teñía el cielo de Roma con tonos rosados y naranjas, pero la belleza de la escena no hacía nada por aliviar la tensión que llenaba la atmósfera en el refugio de Luca. En el interior de la sala de reuniones, los rostros de los aliados de Luca estaban marcados por la preocupación. Nadie hablaba mientras esperaban a que Luca iniciara la reunión. Bianca estaba entre ellos, sentada a su lado, consciente de las miradas curiosas y escépticas que recibía.Luca se puso de pie, su presencia dominando el espacio. Su voz, aunque firme, tenía un tono sombrío.—El enemigo ha dejado claras sus intenciones. Quieren destruir todo lo que hemos construido y no se detendrán hasta conseguirlo. No podemos seguir esperando. Es hora de actuar.
La noche había caído sobre las afueras de Milan, pero no había tranquilidad en el aire. La finca donde se llevaría a cabo el enfrentamiento final estaba rodeada por una oscuridad casi simbólica, como si la propia noche supiera que sería testigo de algo monumental. Luca se mantenía de pie junto a sus hombres, su figura imponente recortada contra las luces de los vehículos que iluminaban el terreno. Bianca lo observaba desde una distancia prudente, su corazón palpitando con una mezcla de miedo y determinación.Luca giró hacia sus hombres, su voz firme rompiendo el silencio.—Esta es nuestra oportunidad de terminar con esto. No habrá segundas oportunidades. Quiero que todos recuerden por qué estamos aquí y lo que estamos prote