La mañana había comenzado con un aire inusualmente pesado en la mansión Mancini. Bianca despertó con el sol atravesando las cortinas de su habitación, pero la claridad de la luz no se reflejaba en su ánimo. Mientras se levantaba, las palabras de su madre resonaban en su mente: "Es hora de que pienses en tu futuro, Bianca. No puedes seguir siendo una vergüenza para nuestra familia."Era como si estuvieran luchando por arrancarle su autonomía, como si su vida no fuera suya sino un guion escrito por otros. Se vistió con un sencillo vestido blanco, un contraste deliberado a la opulencia que su familia esperaba de ella. Ese día, no estaba dispuesta a ceder a sus reglas.En otro rincón de Roma, Luca estaba sentado en su despacho improvisado, un lugar que había aprendido a llamar "hogar" más que su propia casa. El rostro de Bianca ocupaba todos sus pensamientos. Marco estaba frente a él, con un informe en la mano.—Las cosas están complicándose, jefe. La banda rival está usando tácticas más
La noche había caído sobre Roma, y la ciudad parecía respirar con un aire cargado de tensión. Luca, sentado en su despacho, revisaba los informes de sus hombres. El conflicto con la banda rival estaba alcanzando su punto de ebullición, y cada decisión que tomaba era una apuesta para mantener el control de su territorio y, más importante aún, proteger a Bianca.Marco entró en la habitación con el ceño fruncido, llevando una carpeta en la mano.—Tenemos confirmación de que están preparando un ataque. Van a golpear una de nuestras operaciones esta noche.Luca asintió, apretando los puños.—Asegúrate de que estemos listos. No vamos a ceder ni un centímetro.Pero incluso mientras hablaba, su mente estaba dividida. Una parte de él estaba en el campo de batalla, planificando cada movimiento como el estratega que era. La otra, más vulnerable, no podía dejar de pensar en Bianca.Mientras tanto, Bianca no podía quedarse quieta. Después de días sintiéndose atrapada en la incertidumbre, decidió a
La noche era densa y opresiva, como si el mismo aire se hubiera alineado con el peligro que acechaba. Luca, de pie frente a una mesa llena de mapas y documentos, dirigía a sus hombres con una precisión que demostraba su experiencia y determinación. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos oscuros como un pozo de furia contenida.—Marco, ¿tenemos algo? —preguntó, su tono frío y cortante.—Sí, jefe. Rastreamos las llamadas desde el teléfono que usaron para contactarte. Están en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, cerca del puerto —respondió Marco, señalando un punto en el mapa.Luca asintió.—Nos movemos ahora. Quiero a cada hombre en posición. No cometeremos errores esta vez.Mientras tanto, Bianca estaba sentada en una silla de metal en el rincón de un oscuro almacén. Sus manos estaban atadas con fuerza, pero su espíritu permanecía indomable. Había pasado horas intentando mantener la calma, recordando las palabras de Luca cuando le había dicho que nunca debía dejar que el mi
Los días posteriores al secuestro transcurrieron en un extraño limbo para Bianca. El trauma de haber estado en manos de los enemigos de Luca la perseguía en cada pensamiento, y la sombra de la violencia que había presenciado se sentía como una barrera invisible entre ellos. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento en el que Luca irrumpió para salvarla, el sonido de los disparos, las miradas de los hombres que la habían mantenido prisionera. Ahora, el peligro no solo estaba fuera, sino también en su mente.En su habitación, Bianca miraba por la ventana hacia las calles de Roma. La ciudad se movía como si nada hubiera ocurrido, mientras ella sentía que su mundo se tambaleaba. Sabía que Luca estaba tratando de contactarla. Su teléfono vibraba constantemente con llamadas y mensajes que no tenía la fuerza para responder. Necesitaba espacio para pensar, para decidir si este amor valía el precio que estaba pagando.Mientras tanto, Luca estaba en su oficina, con los puños apretados s
El silencio en la oficina de Luca era denso, como el aire previo a una tormenta. Sentado frente a una mesallena de informes y documentos, sostenía en sus manos una carpeta que había cambiado todo. El nombre en el encabezado, escrito con una caligrafía precisa, pertenecía a uno de sus hombres de mayor confianza: Marco.Matteo, siempre a su lado, lo observaba con cautela. —No quería crearlo al principio, Luca. Marco siempre ha sido leal… o al menos eso pensamos. Pero las pruebas son claras. Ha estado vendiendo información a la banda rival durante meses.Luca cerró los ojos, apretando los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. —Esto no es solo una traición a mí. Es una traición a todos nosotros… a Bianca.Matteo asintió, aunque sus palabras fueron más duras. —Debes decidir qué hacer, y rápido. Si Marco sigue vivo, es un peligro. Y si Bianca sigue a tu lado, también lo será.El comentario fue como un golpe directo al estómago. Luca sabía que Matteo tenía razón, pero la idea
La noche era fría, y la ciudad parecía un reflejo de sus emociones: vibrante por fuera, pero oscura y rota en su interior. Bianca caminaba por las calles silenciosas tras haberse escapado de una tensa cena familiar. Las palabras de su madre y Stefano seguían resonando en su mente: “Piensa en el futuro, Bianca. Piensa en lo que es mejor para todos, no solo para ti.”Pero, ¿qué significaba "lo mejor"? La presión de cumplir con las expectativas de su familia estaba aplastándola, pero lo que más la atormentaba era la incertidumbre sobre su relación con Luca. Amarlo era como caminar sobre un campo minado, pero alejarse de él se sentía como perder una parte de su alma.Mientras tanto, Luca estaba en su oficina, rodeado de mapas y planes. Matteo estaba a su lado, pero su expresión era sombría. —Si tomamos esta ruta, Luca, no habrá marcha atrás. Podríamos destruir a la banda rival de una vez por todas, pero las represalias serán brutales. No solo nosotros estaremos en peligro, sino también…
La luz tenue del amanecer apenas se filtraba por las ventanas de la oficina de Luca. Había pasado toda la noche revisando información, hablando con contactos y trazando un plan que iba en contra de todo lo que había construido. Pero no había otra opción. Bianca era su prioridad, incluso si eso significaba tragarse su orgullo y buscar ayuda en lugares peligrosos.—¿Estás seguro de esto? —preguntó Marco, su tono cargado de duda. Estaba sentado al otro lado del escritorio, observando cómo Luca guardaba un arma en su chaqueta.—No, no estoy seguro —respondió Luca, su voz grave—. Pero si este pacto garantiza su seguridad, entonces no tengo opción.Marco apretó los labios, claramente incómodo. —Hacer un trato con Salvatore… sabes que eso puede costarte más que tu liderazgo. Ese tipo no perdona ni olvida, Luca.—Lo sé. Pero también sé que Salvatore respeta la fuerza. Si juego bien mis cartas, esto podría ser el comienzo de algo más grande.Mientras Luca preparaba su encuentro con Salvatore,
La villa estaba rodeada por un frondoso bosque, un refugio cuidadosamente elegido por Luca para garantizar seguridad y privacidad. Había ordenado a sus hombres que bloquearan los caminos de acceso y patrullaran el perímetro, convencido de que allí Bianca estaría a salvo, al menos por un tiempo. Pero ambos sabían que no podían quedarse allí para siempre.Bianca miraba por la ventana, observando las hojas balancearse suavemente con el viento. Por fuera, la villa parecía un oasis de calma, pero en su interior sentía cómo el peso de las decisiones, de los miedos y de los sacrificios que había hecho, comenzaba a aplastarla.—¿En qué piensas? —preguntó Luca, entrando en la habitación con dos tazas de café. Su voz era suave, casi susurrada, como si supiera que ella estaba al borde de romperse.—En todo —respondió Bianca, girándose para tomar la taza que él le ofrecía—. En cómo llegamos aquí, en mi familia, en si alguna vez podremos escapar de todo esto.Luca suspiró y se sentó junto a ella,