La tensión en el aire era casi palpable mientras Luca reunía a sus hombres en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Era un lugar seguro, o al menos lo había sido en el pasado. La amenaza creciente y la traición que acechaba en su círculo lo obligaron a extremar precauciones. La reunión era crucial: debían organizar un contraataque que no solo recuperara el control, sino que enviara un mensaje claro a sus enemigos.Bianca había insistido en acompañarlo. —No quiero quedarme esperando, Luca. Si esto también me afecta, quiero ser parte de la solución.Luca se había opuesto inicialmente, preocupado por su seguridad, pero ella había demostrado ser más obstinada de lo que él esperaba. Finalmente cedió, aunque mantuvo a Matteo y otros hombres de confianza a su lado todo el tiempo.En el almacén, los líderes de los diferentes sectores de la organización estaban reunidos alrededor de una mesa improvisada. Un mapa de la ciudad estaba extendido frente a ellos, con marcadores indican
El majestuoso salón de eventos de la familia Mancini estaba decorado con candelabros relucientes, cortinas de terciopelo y flores dispuestas con precisión artística. El baile benéfico anual era un evento imperdible entre la alta sociedad. No asistir era un desaire social, y Bianca sabía que su ausencia no sería tolerada. Su madre la había presionado con más fuerza de lo habitual.—Debes estar impecable esta noche —le había dicho esa mañana mientras ajustaba el dobladillo de su vestido—. Stefano estará allí, y es una oportunidad para mostrarle que aún formas parte de este mundo.Bianca apretó los dientes ante la mención de Stefano, pero decidió no discutir. Las semanas recientes habían sido un torbellino de emociones y conflictos, y aunque no quería volver a ese entorno, sabía que su presencia era inevitable.Cuando llegó al evento, Bianca llevaba un elegante vestido negro con detalles dorados que realzaban su figura, acompañado de una máscara veneciana que ocultaba parcialmente su ros
El aire frío de la madrugada se colaba por las ventanas abiertas de la oficina de Luca, donde él se sentaba en silencio, rodeado de papeles y documentos que apenas había tocado. Había pasado días planeando cada movimiento, cada decisión. Pero, por primera vez, el peso de sus elecciones no recaía en sus enemigos ni en sus negocios, sino en Bianca.—No puedo seguir arrastrándola a esto —murmuró, más para sí mismo que para Marco, quien estaba parado cerca, observando a su jefe con una preocupación silenciosa.—Sabes que ella eligió estar contigo, Luca. Bianca no es una mujer débil —respondió Marco con cautela.Luca negó con la cabeza, apretando los puños.—Eso no significa que deba seguir permitiéndolo. Mi mundo la está destruyendo, y si algo le pasa...Marco no respondió. Sabía que Luca había tomado una decisión y que nadie podría hacerlo cambiar de opinión.Mientras tanto, Bianca caminaba inquieta por la terraza de la mansión de su familia. Habían pasado días desde que Luca empezó a di
El reloj marcaba la medianoche cuando Bianca, cansada de las evasivas, llegó al escondite de Luca. Había pasado horas armándose de valor, sabiendo que esta vez no aceptaría excusas. Necesitaba respuestas, y no se iría sin ellas.Luca estaba sentado en su escritorio, con mapas y documentos esparcidos frente a él, trazando estrategias para lo que parecía una guerra inminente. Su rostro reflejaba el cansancio de alguien que había cargado con demasiadas responsabilidades durante demasiado tiempo. Pero cuando levantó la vista y vio a Bianca, su expresión endurecida se suavizó momentáneamente.—¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz más suave de lo que pretendía.—No voy a esperar más, Luca —respondió ella, cruzando la habitación con pasos decididos—. Necesito saber la verdad. Todo.Luca sus
Bianca había pasado la mayor parte de la noche en el escondite, intentando mantenerse ocupada mientras su mente no dejaba de imaginar los peores escenarios para Luca. La tensión en el aire era palpable, y aunque estaba rodeada de hombres leales a Luca, no podía ignorar la sensación de que algo andaba mal.Entonces, sucedió.Un golpe seco en la puerta principal hizo que todos se pusieran en alerta. Antes de que los hombres de Luca pudieran reaccionar, una ráfaga de disparos resonó, seguida de gritos y el sonido de vidrios rotos. Bianca se levantó de inmediato, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que estaba en peligro, pero antes de que pudiera hacer algo, la puerta de su habitación se abrió de golpe.—Vas a venir conmigo —dijo un hombre, apuntándola con un arma.Bianca
La villa donde Luca y Bianca se habían refugiado para encontrar un momento de calma se sentía menos como un santuario y más como una prisión. Aunque el peligro inmediato parecía haber pasado, una inquietud latente envolvía el ambiente. Luca pasaba largas horas encerrado en su despacho, hablando en susurros con Marco y sus hombres. Bianca lo observaba desde lejos, sintiendo que un velo de secretos comenzaba a caer entre ellos.Una mañana, mientras exploraba la biblioteca de la villa, Bianca encontró un antiguo álbum de fotos. Abrió sus páginas con curiosidad, pero lo que vio hizo que su corazón se detuviera. Entre las imágenes desgastadas había una fotografía de un joven Luca, acompañado de un hombre cuya expresión irradiaba autoridad. Detrás de la foto, alguien había escrito un nombre: Vittorio Moretti.Bianca había oído ese nombre, el peor ser que había existido en Roma hacía muchos años. Decidió enfrentarlo esa misma noche.Esa noche, mientras
La villa donde Luca y Bianca se encontraban se había convertido en una fortaleza, no solo por las medidas de seguridad que Luca había implementado, sino también por la barrera emocional que los envolvía. Ambos sabían que el final de este capítulo en sus vidas estaba cerca, pero ninguno quería admitirlo.Luca se encontraba en su despacho, rodeado de mapas, documentos y su fiel mano derecha, Marco. La organización estaba al borde de la guerra total, y él debía tomar una decisión que podría sellar el destino de todos. La única forma de eliminar a Alessandro Ricci y sus aliados era atacarlos directamente en su base, pero hacerlo implicaba un riesgo inmenso.Bianca lo observaba desde el umbral de la puerta, su silueta iluminada por la tenue luz de la lámpara. Durante días, Luca había intentado mantenerla al margen, pero ella sabía que algo grande estaba por suceder.—No puedes seguir protegiéndome manteniéndome en la oscuridad —dijo Bianca, entrando al despacho con d
El amanecer se filtraba por las ventanas de la villa, iluminando las cicatrices que la última batalla había dejado en la organización de Luca y en ellos mismos. El silencio del entorno parecía casi irreal después de días de caos, pero ese momento de calma traía consigo un peso que ninguno de los dos podía ignorar.Luca estaba sentado en su despacho, observando un mapa de su territorio. Cada marca en el papel representaba una lucha, una pérdida o un sacrificio. Había ganado la guerra contra Alessandro Ricci, consolidando su poder y eliminando a los traidores dentro de su círculo, pero el costo había sido alto. Su organización estaba debilitada, y aunque los enemigos más peligrosos habían caído, las tensiones internas persistían.Bianca lo observaba desde la puerta, en silencio. Había aprendido a leer los pequeños gestos de Luca: la forma e