Luca caminaba por las calles de Milán al atardecer, sintiendo cómo las sombras del pasado comenzaban a cerrarse sobre él una vez más. Había trabajado meses para construir una vida legítima, pero los desafíos seguían acumulándose. Algunos de sus aliados más antiguos estaban impacientes, murmurando que su liderazgo había perdido fuerza desde que decidió abandonar el mundo criminal.
—Necesitamos tomar decisiones, Luca —dijo Marco, mientras ambos compartían una copa de vino en la pequeña oficina de Luca—. Cesare puede estar debilitado, pero no está acabado. Si no damos un golpe pronto, los hombres comenzarán a dudar de ti.
Luca apretó los dientes, sintiendo la presión como un peso insoportable sobre sus hombros. Había pr
La noticia llegó a Luca en el momento menos esperado. Estaba sentado en la penumbra de su despacho, revisando los informes sobre los progresos de sus negocios legítimos cuando recibió la visita de Tao, un influyente y antiguo socio del bajo mundo. Tao era conocido por su capacidad de mover hilos tanto en las sombras como en la superficie. Su propuesta era tan tentadora como peligrosa.—Luca, tienes que saber que el mundo criminal no perdona a los que intentan irse del juego. Pero hay una forma de hacerlo… una última transacción que te dejaría libre —dijo Tao, inclinándose hacia adelante, su voz baja y llena de intención.Luca no respondió de inmediato. Sabía que Tao no ofrecía nada sin un precio oculto, y cualquier salida que involucrara a alguien como él vendr&ia
El amanecer en París traía consigo una sensación de falsa tranquilidad, un velo delicado que ocultaba el caos que se avecinaba. Bianca había comenzado a acostumbrarse a su nueva rutina en la ciudad, refugiándose en los pasillos del museo donde trabajaba. El arte había sido su escape, un refugio para su mente mientras su corazón seguía dividido entre su amor por Luca y la vida que intentaba construir lejos de Milán.Pero ese día, algo se sentía diferente. Mientras caminaba hacia su apartamento tras una larga jornada, notó una sombra que la seguía de cerca. Al principio lo ignoró, pensando que era solo su mente jugándole una mala pasada. Pero cuando se giró por tercera vez y vio a los mismos hombres que había visto minutos antes, su corazón se aceleró.Intentó mantener la calma, apretando el paso sin parecer demasiado obvia. Lleg&oac
La atmósfera en el apartamento era pesada, como si el aire estuviera cargado de palabras no dichas y emociones contenidas. Bianca miraba por la ventana, observando cómo las luces de Milán parpadeaban en la distancia. Desde que había regresado de París, su mente no había encontrado descanso. Aunque amaba a Luca con todo su ser, las sombras que lo rodeaban parecían imposibles de disipar.Luca entró al salón, con su camisa aún desabrochada tras un día lidiando con los restos de su organización. La mirada cansada en sus ojos era un reflejo del peso que llevaba sobre sus hombros. Se detuvo al verla, notando la tensión en su postura.—¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja, aunque ya intuía la respuesta.
El sol apenas despuntaba cuando Luca se preparó para la reunión más arriesgada de su vida. Frente al espejo, ajustó su corbata, con la mente fija en las palabras que tendría que usar para convencer a sus enemigos. Las sombras bajo sus ojos revelaban noches de insomnio y una tensión acumulada que parecía estar desgastándolo. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que esta tregua
El sol de París iluminaba la sala de estar de la casa de la familia de Bianca, pero la calidez de la mañana no podía atravesa
El amanecer en Milán traía consigo una calma engañosa, como si la ciudad misma presintiera la tormenta que estaba a punto de desatarse. Luca estaba de pie frente a una mesa llena de mapas, armas y documentos, rodeado por Tao y otros hombres de confianza. La tensión era palpable en el aire, y aunque todos hablaban en susurros, las miradas eran de acero.Bianca observaba desde la puerta, su presencia tan firme como su decisión de quedarse. Desde que había regresado, no había dejado de insistir en que estaría con Luca, sin importar el peligro. Él había intentado persuadirla, incluso suplicado en momentos de vulnerabilidad, pero su determinación había sido inquebrantable.—Si piensas que voy a quedarme aquí mientras tú arriesgas tu vida, no me conoces tan bien como c
El sol comenzaba a salir sobre Milán, pero para Luca y Bianca era más que el inicio de un nuevo día. Era el amanecer de una nueva etapa en sus vidas. Después de la brutal batalla que había puesto fin a la guerra, la ciudad estaba tranquila, como si incluso sus calles estuvieran aliviadas por el fin del conflicto. Pero para ellos, la calma no era suficiente. Sabían que quedarse significaba arriesgarse a que el pasado volviera a atraparlos.Luca observaba la ciudad desde el balcón de su penthouse. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, pero su mente estaba en un torbellino de pensamientos. Milán había sido su hogar, el lugar donde había construido su imperio, pero también el escenario de todas las pérdidas que había sufrido. Detrás de él, Bianca lo observaba en silencio, sabiendo que ese momento era cruci
El sol de la mañana se filtraba por las ventanas de la pequeña casa que Marco y Bianca habían alquilado en un pueblo costero del sur de Italia. El sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla llenaba el aire, un contraste absoluto con los ruidos de la bulliciosa Milán que habían dejado atrás. Bianca estaba en la cocina, preparando un café con movimientos lentos, casi ceremoniales, mientras Marco se encontraba en el jardín, inspeccionando la mesa de madera que había comenzado a construir días antes.A pesar de la paz del lugar, ambos sentían el peso de la transición. Habían huido del caos y del peligro, pero la incertidumbre de esta nueva vida comenzaba a hacer mella en ellos.Bianca miraba el mar desde la pequeña terraza de la casa. Su taza de café