CAPÍTULO 05

"El

pasado

no

es

tan

fácil

de

olvidarlo."

Había terminado en la habitación de huéspedes con olor a menta fresca en el ambiente y una clara iluminación, le agradecí infinidades de veces a Ares por la cena y haberme preparado una ducha caliente mientras yo no tenia ni idea de que usaría para sobrevivir aquí. Pero, como si él supiera lo que estaba pensando, luego de dejarme frente a la puerta salió disparado en busca de ropa que ya Ev "como suele decirle" no necesitaba y me la entrego en las manos dándome un empujón dentro y cerrando la puerta tras de mi.

Me encontraba vestida con un suéter un poco transparente de color blanco y un short muy corto para mi gusto, debajo tenia un brasier con flores y una prenda femenina que sentía violaba mi intimidad en la zona baja.

— Hoy a sido el día más raro y largo de mi vida. —murmuro antes de caer en un profundo sueño. En mitad de la noche mis ojos se abrieron de manera automática cuando escuché algo que acelero mi corazón, busqué con la mirada por todo el lugar pero no había nada y entonces cuando estuve a punto de quedarme nuevamente dormida volvió a sonar.

Un grito de puro terror se escapó de mis labios cuando el segundo trueno hizo que hasta la lampara al lado de mi cama se estremeciera, si de algo estaba segura es que sea el mundo que sea jamas dejare de temerle a los truenos, relámpagos, rayos y centellas. Me acurruque en una esquina presa del pánico y miedo que circulaban por mi mente y deseé en ese momento estar en la comodidad de mi cama siendo abrazada por mi Ares mientras me contaba una historia sin sentido para que ignorara los sonidos.

Pero lamentablemente estaba en el mundo real o al menos en un mundo, tenía que aceptar que nada de lo que antes me aliviaba volvería a pasar y mientras sollozaba bajo las sabanas la puerta de la habitación se abrió dejando que la luz del pasillo se viera poca a través de lo que me cubría.

— ¿Eva?, ¿Estas bien?. —Poco a poco quité de encima de mi rostro la sabana y ví la mirada penetrante de Ares escudriñando cada parte de mi. —¿Que sucede?. — Interroga mientras camina con cautela hasta donde me encuentro y coloca una mano sobre mi mejilla.

— Odio los truenos —murmuro con pena de que se burle de mi pero hace justo lo contrario, toma una de mis manos que temblaba desenfrenada y la encierra en medio de las suyas.

—Sh, tranquila. Mientras yo este aquí nada malo va a pasar ¿Okay?, en unas horas dejara de llover y veras lo hermoso que se ve el jardín de atrás luego de toda esa agua. —Besa mi mano y me hago a un lado para que se siente, al hacerlo me toma de los hombros y abraza fuerte. —Estas helada, ¿se te antoja un chocolate caliente? Tengo galletas y malvaviscos para degustar mientras.

Asiento aún asustada porque un relámpago cae cerca de la casa y Ares lo notó al igual que yo, pero en vez de preocuparse por morir electrocutado si uno cae donde nos encontramos él me ayuda a levantar y toma la sabana para cubrirnos a los dos.

—Hace frío —comenta cuando lo siento tan cerca de mi y sus dientes empiezan a titilar. —Que pena que se daño la calefacción, me habría gustado jugar en la lluvia. — Lo escucho reír pero no soy capaz de acompañarlo esta vez porque enserio tengo mucho miedo y detesto estos momentos.  

Cuando llegamos a la cocina se encarga de preparar la bebida y de buscar las galletas, los malvaviscos y los coloco frente a mi. — Ya vuelvo. —dice y rodea la mesa saliendo de la cocina, la luz se va luego de que otro trueno se escuche y no puedo evitar gritar de terror, salgo corriendo de la cocina para refugiarme bajo mis fieles amigas cuando olvido por completo que la casa tiene escaleras.

Una mala pisada me dejo tendida en el suelo sobre algo muy cómodo que se quejaba por el golpe, la extraña voz en mi cabeza me decía que tenia dos opciones de lo que podía ser y era que uno, el suelo de este mundo tenia vida propia o dos, había caído sobre Ares y me estaba maldiciendo para que levantara mi cuerpo antes que él por cuenta propia me levantara.

Luego de que escuché la advertencia me puse en pie emitiendo un gruñido de dolor tras darme cuenta de que en la caída me había lastimado el tobillo derecho, y como toda una adulta madura que soy me arrojé al suelo a pedir piedad a mi creador para que evitara mi muerte en un sitio muy alejado de mi casa.

— Deja el drama Eva. — coloco mi brazo sobre su hombro o eso creo y comienzo con el discurso. — Ares Vólkov, a ti por ser mi más reciente amigo te dejare la Trilogía completa de Sombras de la Esquizofrenia autografiadas, así que si algún día viajas a mi mundo exige tu parte del testamento.  

La risa de la persona frente a mi inunda el lugar y por poco hace que un trueno pase desapercibido, pero como dije "por poco" porque igual lo escuché y emití un grito. No se en que momento sucedió pero cuando caí en la cuenta ya sus brazos me cubrían por completo brindándome una seguridad que hace meses no había sentido.  

 Lo único que se escucha en este momento son los truenos, la lluvia y nuestras respiraciones acompasadas. Pasamos unos largos minutos en esa posición hasta que Ares decide romper el momento de paz con sus palabras. 

—  La calefacción tumbo la luz, perdón. —  Froté mi cabeza contra su pecho y escuché su corazón latir a millón por segundo.  —  Traté de arreglarla conectándola directo a los cables de la luz pero echo chispas y cuando se fue la luz me dí por vencido, ¿Quieres beber aún el chocolate? y así te coloco algo de pomada en donde te lastimaste. 

Asiento y trato de ponerme en pie pero el tobillo me duele mucho, cuando estoy a punto de decirle a Ares este me levanta con sus brazos.

— ¿Que haces? —  pregunto y él me deja sobre un taburete. 

—  Ayudo a una princesa en problemas, solo eso.  

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