Morgan corrió preocupado, era cierto que él la había desafiado, pero creyó que ella no respondería al reto. Pensó que tal vez haría un máximo de dos vueltas y se daría por vencida, pero la condenada muchacha no había parado y aun cuando le ordenaba que se detuviera omitió su orden.
“¡Es una testaruda!” Concluyó.
Llegó a donde estaba Natalie y tocó su frente; estaba fría, pero a la vez chorros de sudor recorrían su rostro. La chaqueta estaba totalmente empapada, así que se la quitó para que recibiera aire. ¡Por Dios! La niña cargaba un top que apenas le tapaba los senos, dejando al descubierto su bien formado abdomen. Le tomó el pulso, lo tenía muy débil... la levantó y la cargó hasta enfermería.
Al llegar allí, narró lo que le había pasado por exceso de ejercicio. Luego de examinarla, el médico de guardia le informó que tenía un leve cuadro de deshidratación, que debían darle líquidos para hidratarla y que para acelerar el proceso podían colocarle suero intravenoso.
El médico le preguntó si la chica se había hidratado mientras corría y él respondió negativamente.
"He sido muy negligente, me dejé llevar por la rabia cuando la vi besándose con el mocoso ese y luego dejé de pensar cuando ella me abofeteó sin ningún pudor. ¿Y qué me pasó...? ¿Que me importa con quién se bese Natalie?” Pensó.
Se quedó acompañándola mientras la observaba. No pudo evitar pasar su mano por su rostro acariciándolo; se veía pálida, tan frágil, era una niña y él un hombre casado que amaba a su esposa y no iba a ser una chiquilla quien hiciera que la traicionara. Debía permanecer alejado de Natalie, ella era la tentación personificada.
Fue interrumpido en sus pensamientos por la llegada de un grupo de tres chicos, eran los mismos que se la pasaban cortejándola. Al entrar saludaron:
—Permiso, mi Capitán, buenas noches. —expresó el rubio —Somos compañeros de Natalie, yo soy Gray Newton, él es Campos Aarón —señaló al moreno—y él es Thomas Alfred —indicó a un castaño —Estamos aquí porque nos enteramos de lo que había pasado y venimos a acompañarla. ¿Hay algún problema?
—Tranquilos, por mí no hay problema, pero mañana deben levantarse temprano, entonces creo que es mejor que descansen. Mientras, yo no tengo ninguna limitación para quedarme con ella.
—Descuide, nosotros podemos cuidarla e igual levantarnos temprano o ir directamente a nuestras actividades. —dijo el moreno, llamado Campos Aarón.
Morgan no dijo nada, pero se mantuvo sentado velando el sueño de Natalie, sólo se levantó un momento mientras iba al baño, y al regresar luego de diez minutos, ella estaba despierta hablando con sus amigos; todos estaban emocionados, sentados uno en cada lado de la parte inferior de la cama mientras el llamado Gray Newton estaba parado al lado suyo, hablándole en susurros mientras le besaba la frente. Debía ser ese su novio si se trataban así, bueno como ya había reaccionado decidió marcharse.
Sin embargo, antes de irse no pudo evitar dejarle algo en claro.
—¡Qué bueno que ya reaccionó! Eso me contenta. Ahora debo pensar qué haré con usted, contravino una orden dada de parar, usted hizo caso omiso, es una indisciplinada. Con su actitud es capaz de poner la vida de los otros y la propia en riesgo, por hacer lo que le venga en gana. ¡Descanse, mañana hablaremos usted y yo! —le dijo amenazante, retirándose de la sala.
Sus amigos se quedaron viendo como se retiraba el Capitán, y entonces Newton le preguntó:
—¿Qué fue lo que pasó Natalie?
—Nada, no pasó nada. —respondió.
—¿Cómo vas a decir que no pasó nada, si te trajeron desmayada a este lugar? Somos tus amigos. ¿Por qué nos quieres ocultar los detalles de lo sucedido? —interrogó Aarón.
—Así como ustedes me guardan secretos a mí, yo estoy en mi derecho de hacer lo mismo con ustedes.
—Nosotros no te guardamos secretos, siempre te contamos todo.
—¡Sí verdad! Seguro, sobre todo lo de la Capitana de Corbeta Miller. —expresó Natalie con cierta suspicacia.
—Es que no son secretos nuestros. —dijo Newton —aunque si quieres que te lo contemos lo haremos.
—Está bien, la Capitana es una arpía y le es infiel al Capitán Clark. —confesó de sopetón Alfred.
—¡Mentira! ¡No les creo! ¿De dónde sacan esa información? —interrogó atenta.
—Ayer en la madrugada la vimos en el pasillo de los alumnos en una sala, con un guardia marino de segunda clase, desnuda montada sobre él, haciendo movimientos frenéticos mientras él le masajeaba los senos. —manifestó Alfred riéndose.
—¡No puede ser! —dijo sorprendida Natalie —Pobre Clark, ese hombre besa el suelo por donde ella pisa.
—Y eso no es nada, parece que siempre ha sido así, hasta anda enredada con un coronel en la base donde está. Aquí cada vez que viene se escapa de madrugada, se acuesta con cualquiera de los chicos que le atraiga, esos son los rumores que corren por los pasillos de la Academia, es una ninfómana. —aseguró Newton.
—¡Vaya! La lengua es castigo del cuerpo. —expresó pensativa —Él me insultó a mí, diciendo que yo me la pasaba coqueteando y besándome con un montón de chicos, y luego cumpliendo instrucciones de la arpía me retó a dar seis vueltas al campo, cuando su esposa es la que tiene ese comportamiento. Me imagino que si llega a enterarse, se muere o la mata.
—¿Qué? ¿Cómo se le ocurre hacerte eso? Esos son sesenta kilómetros, tú aún no estabas preparada para un recorrido tan largo, esa es la razón por la que colapsaste. —dijo molesto Aarón —Además ¿con qué chico te besas? Si tú te la pasas con nosotros, y lo más que hemos hecho es abrazarte, nosotros te respetamos y si no lo hacemos tú nos noqueas. Aparte no eres nuestro tipo.
—Sabes qué, trigueño, habla por ti, porque a mí sí me gusta Natalie y algún día me casaré con ella. —afirmó Newton.
—Estás como loco, tú no me gustas ni un poquito. —expresó ella despectiva.
—¿Qué, te crees superior a mí? —preguntó Newton molesto.
—Por supuesto que no, jamás haría eso. Pero es que yo los quiero como si fueran mis hermanos. —indicó la chica.
—Pues no somos hermanos, yo me imagino practicando sexo contigo en todas las posiciones y a todas las horas del día. ¿Te das cuenta que esos pensamientos no son nada fraternales? —afirmó Newton.
—¡Ya basta Newton! Déjala en paz, no permitiré que acoses a Natalie. —le habló Aarón muy enfadado —Es nuestra amiga y con respeto vamos a tratarla.
—¿Y qué tiene de malo lo que digo? Ella me gusta y no voy a descansar hasta tenerla. —dijo Newton mientras salía enfurecido de la habitación.
—¿Qué fue eso? Les juro que no lo vi venir. —expresó Natalie.
—Tranquila, es que te vio con ese conjunto tan pegado, a cualquiera se le despiertan las fantasías. —pronunció Aarón.
—¿Qué quieres decir? —interrogó ella —¿Que también les gusto a ustedes?
—Ja ja ja no, eres apetecible pero no comestible para nosotros. —le dijo Aarón riéndose.
—Me asustaron. —dijo ella sonriendo.
Aarón y Alfred se quedaron con ella hasta las dos de la mañana, luego de eso, se marcharon y ella se quedó dormida, soñando con Morgan.
En su sueño la besaba con ternura y podía saborear sus deseosos labios; la tocaba y besaba con una pasión desbordante, descubría sensaciones en ella que nunca se imaginó... Se despertó agitada, excitada y húmeda, y se asustó al ver frente a ella al objeto de sus fantasías.
—Hola Natalie. —saludó Morgan con voz ronca.
—Buen día, Capitán. —le respondió Natalie.
—¿Cómo te sientes? —la interrogó.
—Bien, ya quiero irme a prepararme para la actividad física de hoy. —expresó Natalie.
—Hoy no irás a esas actividades. —sentenció con firmeza el capitán.
—Yo quiero ir, ya me siento bien. —manifestó ella.
Morgan se le acercó, pasó el nudillo de sus dedos por sus mejillas acariciándola.
—Eres un peligro Natalie, quiero que te mantengas alejada de mí, no me busques fuera de la jornada de clases, vamos a limitarnos exclusivamente a esas actividades. Tú eres una provocación constante, y yo para empezar soy un hombre casado que amo a mi esposa, y no voy arriesgar mi relación por andar de calenturiento con una alumna, no quiero tener ningún tipo de relación contigo a excepción de instructor alumna, y por último pero no menos importante, eres menor de edad y constituye un delito tener algún tipo de relación contigo, aparte de que están prohibidas las relaciones entre miembros de esta academia y más si son subalternos de uno...
Natalie no supo qué la movió hacer eso, pero se acercó a él y le dio un beso en los labios, Morgan abrió la boca por la sorpresa y ella aprovechó para introducir la lengua en su boca mientras succionaba la de él, hasta que Morgan se separó bruscamente diciéndole:
—¿Qué parte de lo que te dije no entendiste Natalie? ¿Por qué eres tan temeraria?
—Lo entendí perfectamente, por eso quise besarte, en señal del pacto que estamos haciendo. —le dijo con picardía —Prometo no acercarme a ti. Si cambias de opinión tendrás que ser tú quien me busque —manifestó con seguridad.
—Jamás cambiaré de opinión, no me gustas de esa forma, tengo a mi esposa, ella es la mujer más hermosa y maravillosa que pude haber encontrado, la respeto y le debo fidelidad.
—Ojalá sea recíproco, que siempre sea así y nunca te decepcione. —espetó ella con doblez.
—Tenemos cinco años de casados y jamás lo ha hecho, ni lo hará. Ella es una señora que sabe lo que quiere, no es una niñita hormonal que busca la satisfacción en cualquier hombre que esté a su alcance. —expresó molesto.
—Me alegra por ti. —dijo con sorna —Ojalá nunca tengas que tragarte tus palabras. Ahora por favor Capitán, retírese.
Él se retiró sin pronunciar nada más.
Por su parte, Natalie se levantó, se arregló, se despidió de la enfermera y se retiró caminando lentamente hasta llegar a su habitación, donde se acostó en la cama como por veinte minutos mientras lágrimas surcaban su rostro. Jamás pensó que le iba a dar fuerte con este hombre, pero era sólo una ilusión, un amor platónico de los que surgen una que otra vez en la adolescencia y bueno, después de todo eso era ella, una adolescente.
Se levantó, se cepilló los dientes, se bañó, se vistió y peinó su cabello hasta dejarlo lustroso. Tocaron a la puerta de su habitación, era Newton que se encontraba en su puerta.
—¿Qué quieres? —interrogó ella.
—Vine a disculparme por lo de anoche, me conformo con que seamos amigos, no quiero perderte. _confesó el chico, dando aparente muestra de remordimiento.
—Está bien, acepto tus disculpas. Ahora puedes retirarte. —le dijo Natalie con firmeza.
—También vine a buscarte para ir juntos a la clase. ¿Me permites entrar? —preguntó él con un poco de timidez.
Ella se quedó pensativa y luego de analizarlo un par de segundos le permitió entrar. Mientras lo hacía, justamente estaba pasando cerca el Capitán Clark, quien al verlos movió la cabeza negativamente con un gesto de decepción.
Natalie se terminó de preparar mientras Newton no dejaba de mirarla. La tenía nerviosa, no debió haberlo dejado entrar, lo ignoró y siguió arreglándose, luego de diez minutos, salieron de la habitación con rumbo a la clase de aptitud física. La cara del instructor era de pocos amigos y la recibió diciéndole con rabia contenida:
—¿No le dije esta mañana que estaba exenta de venir a clases hoy? Anoche tuvo un exceso de ejercicio que repercutió en su salud. ¿Usted es inconsciente, le parece muy placentero llevarme la contraria o no entiende el idioma con el que le hablo? Respóndame.
—Discúlpeme, señor, no volverá a pasar —respondió la chica desconcertada por la actitud del hombre.
—Retírese y cumpla la orden que le di de inmediato. ¿Entendido? —habló él con firmeza.
— ¡Sí, señor! —afirmó la chica mientras se retiraba.
Natalie salió echando chispas del enojo, el Capitán Clark no perdía oportunidad de hacerle ver en público como una idiota e indisciplinada, y todavía tenía el descaro de decir que ella sentía placer de llevarle la contraria cuando a su parecer, era él quien se regodeaba en ofenderla en público.
Llegó a su habitación, se puso el uniforme de gala azul marino y se fue a la Biblioteca Nimitz, a realizar algunas investigaciones y a esperar que transcurriera el tiempo para entrar a las clases de ciencias sociales.
Estando allí, se le acercó el capitán Arthur Hamilton y empezó a conversar con ella, incluso le dio algunas ideas para su investigación. Era un oficial muy atento, aunque le preocupaba un poco que cuando estaba cerca no dejaba de mirarla fijamente y eso la ponía nerviosa.
Llegó la hora de entrar a clases, así que se dirigió al Departamento de Economía y Ciencias Políticas, que se encontraba en la misma edificación de la biblioteca. Ya los chicos la estaban esperando, y el primero en hablar fue Alfred:
—¿Qué tal estás?
—Bien, gracias. Terminé la asignación que nos mandaron de Economía, la retribución de los factores productivos, los tipos de mercado, los costes de producción, política monetaria, mercado de bienes, teorías económicas, la diferencia entre política fiscal y monetaria, entre otros. ¡Ya está todo listo! —manifestó Natalie con una sonrisa de suficiencia.
—Es lo bueno de hacer equipo con la cerebrito de la compañía. — indicó Alfred juguetonamente.
Newton se le acercó y tocando su rostro le dijo en susurros:
—Es lo que me encanta de ti, tú inteligencia, eso me enamora como no tienes idea, a tal punto que hace que partes de mi anatomía se endurezcan.
Natalie se enfadó y lo empujó.
—¡Ya Newton! Te dije que dejaras de fastidiarme, si no terminas de entender eso, entonces no quiero tener ningún tipo de amistad contigo. Me siento acosada y ¡no voy a permitirlo! —terminó desafiante.
—¡Ya déjala, Newton! Te volviste loco. ¿Qué te pasa? —expresó Aarón.
—Sólo bromeaba. No tienen sentido del humor. Aunque te voy a decir algo princesita y muy en serio —le dijo despectivamente —esto escríbelo: andas coladísima con ese Capitán, no te creas que no nos hemos percatado, pero tú a él no le interesas, él ama a su esposa sea lo que sea y no va a ponerla en riesgo por una niña como tú. Él te va hacer daño, va a destrozarte y cuando eso pase vendrás a mí, yo te estaré esperando, aunque también puedo ir a ti para darte consuelo. —concluyó entrando al aula.
Siete meses y tres semanas despuésPasaron los días, se convirtieron en semanas y estas en meses. Natalie seguía esforzándose día a día por ob
Natalie tenía la sensación de que el tiempo había transcurrido aceleradamente, en sólo un mes cumpliría sus dieciocho años y cinco días después empezaría su segundo año en la Academia Naval. Dejaría de ser plebe, como se le decían a los alumnos de primer año, para pasar a formar parte de los terceros guardias marinos de la clas
Se quedó observando unos segundos más, ninguno de los descarados se había dado cuenta de su presencia, entretenidos en el acto sexual. Respiró profundo, contó hasta diez y habló aplaudiendo:—¡Bravo! ¡Qué buena actriz has sido a lo largo de estos más de seis años! Y me pregunto ¿desde cuándo me estás viendo la cara? — interrogó fuera
Al día siguiente Natalie, se levantó como a las once de la mañana, estaba adolorida producto de la noche de pasión que había pasado con Morgan, se sonrió, se sintió un poco avergonzada. ¿Qué había hecho? Se preguntó, estaba totalmente loca. Y enseguida empezó a recordarse de todo lo vivido.Al princip
Natalie no dejaba de verlos, estaba paralizada, sintió un nudo en la garganta, su corazón se encogió de tristeza y contuvo sus lágrimas. Ellos la miraron, Adele con una sonrisa desafiante disfrutando del momento y él con una voz neutra expresó:—Lo siento, he decidido volver con mi esposa y darnos una nueva oportunidad, pues es la única
Llegó a Jacksonville aproximadamente cerca de las nueve de la noche, tomó un carrito porta equipaje y se dirigió a la correa número cinco para retirar sus maletas. Esperó unos cuantos minutos hasta visualizar sus valijas, las tomó, las subió al carrito. Al salir había empezado a caer un torrencial aguacero, esperó un taxi, subió las maletas, dio la dirección de la casa familiar. Pasaron un poco más cinco meses desde que había dejado la Academia Naval, y desde que Natalie lo encontró con Adele. No había sido fácil para él, porque innumerables veces las ganas de ir por ella lo habían invadido, sin embargo, no podía hacerlo, debía dejar que ella cumpliera sus sueños. Algún día la encontraría, tal vez en alguna operación militar, estaba seguro de que esa chica no se dejaría amilanar por las circunstancias, tal vez lo odiaba y después de lo que pasó no podía esperar menos. Dos meses despuésÚltimo capítuloCAPÍTULO 10. EL TIEMPO PASA
CAPÍTULO 11. VIVIENDO UN INFIERNO