Capítulo 3
Todos son desconocidos hasta que toman alcohol
Mañana el circo se iría y todavía no había llamado a la señora Furléz.
Empezando por ahí, ¿Qué podía decir? Pensaba demasiado para hacer cosas arriesgadas, como para irme a un circo lleno de colores cuando yo era… la antítesis.
Me coloqué mis sandalias de tacón, esta noche iría con mi tía a una cena con su equipo, celebraban el hecho de que hubieran hecho seis operaciones en la clínica en tres días seguidos, yo no lo entendía, pero mi tía estaba feliz así que simplemente la apoyaría.
El noticiero daba su reporte de la noche mientras yo terminaba de aplicarme el labial vinotinto.
—"...Estoy segura que el circo es un lugar de alta categoría y no hubiera sucedido si la entrada hubiera sido restringida..." –escuché que murmuraba una mujer, agarré el control de mando y le subí volumen, reconocí que era la señora McKlein, era la esposa del dueño de uno de los centros comerciales más grandes de Pequeña Venezia, muy estirada y refinada, sin duda pertenecía a esta ciudad.
—"¿Por qué cree que este acto fue un desastre?, ¡pues porque la gente del otro lado de la ciudad y de los pueblos cercanos vinieron!, la gobernación debió saber que esa gente no pertenece aquí, porque siempre ocurren cosas como estas..."
Giré los ojos, era una desagradable estirada. El reportero comenzaba a decir lo ocurrido la noche del viernes mientras pasaron un video de lo sucedido, fue grabado por la cámara de un celular, me mostraba a mí dando vueltas sin parar de manera completamente irreal en el aire.
Si no era magia de seguro era brujería.
Y de repente la detonación sonó fuerte, haciendo que Mazo se encogiera y cayera al suelo, no se lograba ver la bala, pero parecía que hubiera impactado contra su hombro, me encogí un poco cuando mi cuerpo en la televisión impactó contra el suelo, e incoherentemente me llevé la mano a mi cabeza como si sintiera el dolor. Volvieron a pasar el momento del impacto, la bala parecía haberle golpeado el hombro, sin embargo Rodolfo dijo que la bala no le había tocado.
Extraño.
—"...No pasó realmente mucho..." —mi cara salió en la televisión, mi rostro grasoso y mi cabello; hecho un nido de aves—"...yo estaba en trance, y solo sentí el impacto cuando mi cabeza tocó el suelo y quedé inconsciente..."
Mi tía tocó dos veces la puerta, así que rápidamente apagué el televisor, yo le había dicho lo ocurrido, pero no quería que se preocupara. Ella entró sin esperar respuesta, sacándome de mis pensamientos.
—¡Oh my God, baby! Estas deslumbrante Grecia —dijo mi tía examinando cada centímetro de mi cuerpo haciéndome sentir incomoda. Ella tenía un vestido ceñido al cuerpo, ella era una belleza natural deslumbrante.
Grecia era una broma que ella tenía con mi madre, decía que para hacerla enojar siempre me llamaba como otra ciudad o país, solo esperaba que no se le ocurriera llamarme Guatemala y solo usar las primeras 5 letras, ja.
—Ahí estará el doctor Chester, y su hijo, por favor, quiero que te comportes como mi sobrina encantadora que sé que eres en lo más profundo de ti, ríete de sus chistes y si te pregunta algo no seas cortante... y lo más importante adúlame en cada oportunidad que tengas. Tal vez tenga suerte con él esta noche, me ha coqueteado toda la semana y me besó en nuestra hora de descanso, fue realmente ardiente cuando...
—¿Sabes? —la interrumpí— una tía normal no le dice esas cosas a su sobrina.
—Ya eres grandecita y no me vengas con que nunca has estado con nadie, me la paso todo el día trabajando lo mínimo que puedes hacer es traer a alguien aquí cuando no estoy.
Ja. Si fuera puta de seguro que no me diría nada de eso.
—No lo hago.
Ni siquiera se me había ocurrido la idea. Lo único que hacía era colocar música hasta no escuchar mis pensamientos y ver series de adultos cuando no leía o estudiaba.
—Tienes ¿qué?, ¿40?, ¿60? —Dijo dándome una nalgada antes de ir a mi cama—, yo a tu edad iba a las mejores fiesta universitarias y con tu madre nos escabullíamos a las mejores discotecas, ¿Cómo crees que conoció a tu padre?, ¡en un club de strippers! Y si supieras como más de una vez los atrapé en la habitación...
— ¡Para!, por favor para —me estremecí con exageración—, perdón por no ser una adolescente desenfrenada que te de dolores de cabeza o que actúe como Puta en fiestas universitarias a las que me niego rotundamente a ir, pero...
—No Francia... —mi tía me interrumpió, dio unas palmadas al colchón para indicarme que me sentara a su lado, así que le obedecí tomando una profunda respiración ante lo que me fuera a decir— Escucha, no te estoy diciendo que seas una zorra y que te acuestes con todos en la universidad, pero sí que salgas, te diviertas, tengas amigos, disfrutes la vida, porque cuando llegues a mi edad, donde ya te has divorciado dos veces...
—Tres —la interrumpí contando su alocado matrimonio en Las Vegas, fueron las vacaciones de navidad el año pasado y cuando volvieron a la realidad, mi tía descubrió que el sujeto era un estafador que endeudó todas sus tarjetas de crédito, así que se divorciaron y a él lo metieron preso.
—Tres veces —sonrió—, y no tengas tiempo para tener una familia o ser libre de responsabilidades, dirás: "Maldita sea, no tengo historias para contarle a mis nietos." Porque cariño, luego de que seas vieja como tu tia Wanda solo te quedarán los recuerdos de que viviste aventuras estúpidamente increíbles con personas que aunque no estén, en esos momentos estuvieron, y nos hicieron muy felices. Además, yo creo en el destino y que casi te hayan disparado es una señal de que debes vivir al máximo.
Bonito discurso tia Wanda, esta vez me llegaste adentro.
Madura Francia.
Mi tia se levantó de la cama, se arregló el escote de su vestido y me miró.
—Lo sé a veces soy realmente buena consejera —se dirigió a la puerta—, vamos, tenemos una cena y un doctor que seducir.
Esperé a que mi tía cerrara la puerta para alcanzar mi teléfono, agarré la tarjeta que la señora Furléz me había dado, la había guardado bajo la almohada, y marqué. No estaba pensando en ese momento y lo prefería de esa forma porque si me ponía a darle vueltas al asunto nunca tendría las agallas para ir.
—¿Hola señora Furléz?, soy Francia Miles y quiero unirme a su circo.
. . - - - - - - - ..
Todos los cirujanos y enfermeros estaban pasados de tragos, se reían muy fuerte y contaban chistes incoherentes. Luego del restaurante donde todos se comportaban como ricos estirados de clase alta, el doctor dijo que tenía unas cuantas botellas en su casa y que podrían ir para allá a "compartir", me pareció gracioso que cuando dijo eso, sus ojos color ámbar fueron al escote de mi tia y ella encantada se colocó más erguida casi pegándole las tetas a la cara.
Mi tía era… especial.
La música estaba fuerte, al ritmo de salsa casino, yo me encontraba en una sala que parecía un mini cine viendo una película en la enorme televisión pantalla plana, era sobre una invasión extraterrestre o algo así, lo único que yo veía eran los músculos del actor protagonista, estaba realmente bueno.
—Hey, ¿quieres sexo en la playa? —me voltee observando que se trataba de Estefan, el hijo del doctor Chester, me extendía un vaso.
—Uhm, gracias —murmuré.
Toda la cena se la pasó andando su celular y creo que lo pesqué mirándome en secreto cuando en un momento estaba distraída. Sus ojos eran al igual que los de su padre, de un ámbar más claro, su rostro cuadrado, era bastante sexy lo admitía.
Él tomó asiento a mi lado cuando acepté la bebida.
—Nuestros padres se andan como enrollando ¿verdad?
Quité mi mirada de los músculos del protagonista para ver a Estefan.
—Es mi tía —tomé un sorbo de la bebida notando que tenía alcohol, debía tomarla despacio si no quería acabar borracha.
—Oh, ¿vives con tu tía? —aquí estaba el pobre chico intentando hacer conversación conmigo cuando yo realmente solo quería ver la película en paz.
—Si —respondí, él dio un sorbo a su bebida lucía incómodo— ¿Tú con tu papá?
Intenté seguir conversando, pero él lucía como si ya hubiera perdido el interés en mí. Lo entendía, me sucedía siempre.
—Oh, sí, o eso creo, casi nunca está en casa —tomó nuevamente un sorbo y fijó la mirada en la televisión.
—Te entiendo —–murmuré y también volví a centrar mi mirada en la televisión.
Me parecía absurdo el desenlace de la película, los extraterrestres vinieron a buscar a unos híbridos que era humanos/aliens los cuales no tenían todos los poderes de los alienígenas, solo el de súper fuerza, rapidez, telequinesis y algo así como calor corporal al punto de que podían expulsar fuego u ondas de sus manos.
Habían pasado más de media hora y ya yo me había quitado las sandalias y tenía los pies sobre el sofá, me había también quitado mi abrigo y ya iba por mi cuarto vaso de sexo en la playa, pero Estefan no se quedó atrás, se había quitado los primeros botones de su camisa y se la había sacado fuera del pantalón, se reía y comentaba conmigo la película, cualquiera que nos viera diría que teníamos años conociéndonos por la forma en la que comentábamos y discutíamos los malos efectos especiales.
Al finalizar la película, ambos miramos los créditos completamente indignados.
—¡Por Dios!, ¿viste eso? —Gritó—, la muchacha era un alíen.
—¡Lo mató!, ¡lo traicionó! —Dije igual de indignada que él—, toda una guerra y cuando por fin ganan ella lo mató, el que escribió esa película es un crack.
—Nunca lo hubiera pensado, ¡vaya! —Dijo Estefan sin creerlo todavía— ¿tú crees en los alienígenas?
Lo miré con una leve sonrisa, a juzgar por mi mareo y porque bebí sentada, estaba completamente borracha.
—Nunca he visto uno —me encogí de hombros—, ¿y tú?
—Obviamente que creo en todo, también en los vampiros, duendes, hombres lobo, Mario Bros —me sonrió, y debía de admitir que tenía una sonrisa deslumbrante como de comercial—, yo no veo para creer, solo creo y ya.
No sé por qué pero sentía que involuntariamente nos estábamos acercando o estábamos más cerca no estaba segura, pero definitivamente mi corazón se aceleró.
—Entonces —dije sintiendo mi garganta reseca—, ¿eso no te volvería algo así como un iluso?
—No, me gusta pensar que soy algo así como —se inclinó hacia mí—, un hombre dispuesto a todo.
A este punto respirábamos el mismo aire y sentía el calor subir a mi rostro.
— ¿Aventurero? —Susurré sin dejar de mirar su boca—, o sea que si te llega una carta de Hogwarts no te parecerá raro.
— ¿Esto te parece raro? —terminó de acortar el espacio pegando sus labios contra los míos.
No me resistí, era realmente lo que quería que hiciese en ese momento, su lengua me obligó a abrir mi boca y gemí sintiendo que no estábamos lo suficientemente cerca, envolví mis manos en su pecho agarrando en mis puños su camisa y lo atraje hacia mí, sus manos fueron a mi cintura atrayéndome hacia él y mi cuerpo parecía tener mente propia, me alcé acomodándome sobre sus piernas y él gimió cuando me menee sobre su cremallera, no estaba pensando, pero me gustaba simplemente no pensar en nada. Sus manos fueron a mi trasero para que siguiera moviéndome sobre él mientras sus labios se dirigieron a mi oreja en pequeño besos que me hicieron gemir.
—¿Quieres ir a otro sitio? —preguntó.
Me quedé congelada por un momento, ¿por qué no simplemente me besaba y se callaba?
—¿Qué sugieres? —levanté mi ceja, él rozó su nariz con la mía y sonrió deslumbrantemente.
Si, definitivamente estaba borracha para querer seguir en esto con un chico que acababa de conocer.
—Podemos ir a mi habitación —dijo—, a menos que no tengas problema en que tu tía y mi padre entren por la puerta en cualquier momento.
—Déjame pensarlo…
Él me interrumpió atrapando mis labios nuevamente, tenía una forma ardiente de besar, sus labios eran suaves y cómodos, sabían a dulce de manzana, en un momento me mordió el labio inferior dejándome desarmada, rozó nuevamente su nariz con la mía mirándome fijamente, noté sus ojos más oscuros.
—Creo que ya me convenciste —susurré, él me echó a un lado incorporándose arreglándose el pantalón y me extendió una mano, se la tomé sin pensar y nos dirigimos a su habitación, al pasar por la sala vi a mi tía Wanda montada sobre una mesa y el doctor Chester sentado en una silla viéndola bailar, los demás del equipo estaban bailando y otros estaban realmente enredados en besuqueos candentes, el alcohol definitivamente era un peligro para todos.
Apenas entramos a la habitación noté como habían muchos muñecos y peluches de felpa en la cama de Estefan, algo completamente diferente a lo que pensaba de él.
—Mi madre me los regaló antes de abandonarnos —se justificó al ver lo que yo veía—, se fue con un muchacho creo que menor que yo.
Oh.
—¿Qué edad tienes? –indagué con curiosidad.
—23.
Uh, era bastante mayor.
Me reí al ver como torpemente se quitó los zapatos perdió el equilibrio y se acostó en la cama abrazando uno de los peluches tamaño gigante en forma de una alienígena, este chico era... raro.
Me agradaba.
—Yo 19 —me acerqué a la cama y me acosté a su lado sin saber exactamente si me iba a besar o qué—, me encanta ¿es una cama de agua?
—Si —se soltó una carcajada, y creo que allí me di cuenta de cuan borracho estábamos y que él no parecía querer hacer nada.
Él reposó su cabeza en mi hombro.
Okey, creo que me había perdido de algo, ¿No veníamos a tener algo de acción?
Creí que íbamos a follar.
—Eres suave, hueles a mi madre —murmuró.
Eso no era nada romántico.
—¿Extrañas a tu madre? –pregunté, alcé mi brazo de modo que él metió su cabeza en el hueco de mi axila y no tenía más opción que abrazarlo.
Oficialmente, no habría acción.
Que decepción y yo quería follar.
—A veces —él inhaló fuertemente—, hueles bien, ella también olía bien...
Permanecimos en silencio un largo momento, no sé muy bien en qué momento pasamos de ser unos adolescentes con hormonas alborotadas a ser hijo y madre. Ahora ese chico el cual creí sexy, lucía pequeño y frágil.
La pasión murió al instante.
—No sé por qué me dejó solo —sentí la piel desnuda de mi hombro mojarse por sus lágrimas e inconscientemente comencé a acariciarle el cabello—, ella nunca más me llamó, nunca más la vi, me gusta creer que en realidad murió, así no pensaré que se fue como una zorra a vivir con otro niño, debe ser que yo no soy lo suficiente.
El alcohol debía de hacer cosas raras.
O no, tal vez él era así de raro.
—Estefan, tú no eres un niño –dije—, además ella tal vez simplemente cometió un error, un grave error... tal vez no sabemos su lado de la historia, a lo mejor fue... secuestrada por aliens.
Él soltó una carcajada y envolvió su brazo por mi cintura, yo lo besé en la cabeza y caímos en un profundo sueño...
...Hasta que sentí que alguien me tocó el brazo, visualicé la figura de mi tía Wanda que me hacía señas para que nos fuéramos, así que con cuidado de no despertar a Estefan, me removí lentamente, mi tía Wanda salió para esperarme afuera, de seguro pensó que estaba desnuda, observé a Estefan y supe que tras esa apariencia de hombre sexy y seguro, se escondía todavía un niño asustado del mundo, casi me vi reflejada en él, me incliné y le di un suave beso en la frente, él sonrió y se volteó del otro lado, suspiré sabiendo que no lo volvería a ver y salí.
Eran las 4:30 am, me dolía la cabeza de la resaca y para empeorar la situación yo manejaba porque estaba menos borracha que mi tía Wanda, ella hablaba con detalles de lo que hizo con el doctor Chester en su habitación dejándome asqueada y la vez asombrada de que de verdad lo hubieran hecho 3 veces en 3 posiciones diferentes, luego ella solo murmuraba incoherencias hasta que llegamos a la casa y apenas tocó el sofá de la sala, se quedó dormida.
Joder, se suponía que yo era la adolescente aquí.
Observé a mi tía un momento, le quité las sandalias, busqué unas sábanas y la arropé, sintiendo algo de lastima por ella, su primer esposo era un idiota que la golpeaba, por culpa de él tuvo tres abortos y quedó estéril, su segundo esposo fue un imbécil que la engañó con una secretaria y su tercero solo un estafador, ¿acaso mi tía encontraría la felicidad que buscaba en el doctor Chester?
Esperaba que sí, ya estaba harta de sus despechos.
Me rasqué la cabeza, era muy temprano para tener pensamientos tan profundos. Así que me fui a empacar, me tendría que ir con el circo dentro de tres horas por los próximos cuatro meses y no había arreglado nada. Cuando ya tuve todo listo, le escribí una carta a mi tia, explicándole que viajaría con el circo Furléz por cuatro meses y que luego regresaría, le enfaticé que ella me dijo que fuera en busca de una aventura y le dije muchas veces que recordara no casarse tan rápido.
Aunque sabía que no me haría caso.
Le dejé unas pastillas para la resaca y al lado mi carta en la cocina. La bocina sonó avisándome que el taxi había llegado.
Bien Francia Miles, no lo pienses solo hazlo. Me repetía mientras observaba por la ventanilla del taxi mi hogar alejándose de mí.
Aquí iba por la ilusión de mi aventura que no sabía que destruiría mi vida.
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