La vida había cambiado de repente para Elizabeth. A pesar de asumir responsabilidades a una edad temprana, había logrado avanzar y seguir un camino que la llevaría a un futuro mejor. A ella le gustaba la lluvia, pero no cuando comenzaba a llover de repente mientras iba camino al trabajo. Lo último que quería era llegar empapada y desaliñada. No quería parecer mal.
—¡Oh, por Dios —susurró—, sabiendo que sus súplicas no serían escuchadas por nadie. La lluvia comenzaba a caer con más intensidad y tuvo que detenerse en una parada para refugiarse hasta que pasara el mal tiempo y el cielo dejara de estar oscuro.Sentía ganas de llorar, sabía que llegaría tarde a la cafetería. Aunque tuviera una explicación para su retraso, sabía que recibiría un regaño y que podría incluso ser despedida. No podía permitirse que eso sucediera, su trabajo era muy importante para ella, con lo que ganaba podía cubrir sus necesidades. Pensó en llamar a su compañera, pero desechó la idea cuando vio un autobús acercarse.Afortunadamente, no llegó tan tarde como pensaba. El restaurante no estaba muy lleno, lo cual también le ayudó. De lo contrario, su jefe la hubiera hecho atender de inmediato, sin perder tiempo.Estaba agradecida de trabajar allí, ya que en otro lugar no habría encontrado mejores condiciones salariales. Se dirigió al vestuario, donde encontró a dos de sus compañeras. Ambas la saludaron y terminaron de vestirse como de costumbre. Otro día más, más órdenes, servir a los comensales, tener paciencia y, por supuesto, mucha energía. Tenía la sensación de que sería un día largo.O tal vez era solo ella quien pensaba eso.—Has llegado temprano, algo raro en ti. ¿La lluvia te atrapó? —preguntó la chica con la mitad de la cabeza rapada y mechones morados, conocida por su apariencia irreverente. Su nombre era Alicia.—Sí, casi llego tarde. La verdad es que tengo muchas cosas que hacer y siempre surgen contratiempos por la mañana —explicó Elizabeth, sin entrar en detalles sobre su vida personal, ya que prefería mantenerlo en secreto. No tenía sentido cambiar las cosas si lo gritaba al mundo.—Entiendo. Además, las mañanas suelen ser muy agitadas. Qué bueno que ya estás aquí —coincidió la otra chica, sonriendo.Poco después, más personas comenzaron a llegar al restaurante y todo se volvió más exigente. Elizabeth llevaba órdenes de una mesa a otra sin descanso. En un momento, se equivocó con una orden y la persona le hizo señas.—Oye, esto definitivamente no es lo que pedí. ¿Dónde está mi orden? —reclamó el cliente.—Oh no, disculpe. Qué vergüenza, le pido disculpas de todo corazón —se disculpó Elizabeth, avergonzada por la situación.Después de resolver ese problema, le tocó llevar una orden a la mesa cuatro. Todo iba bien, a pesar de que los nervios todavía la afectaban. Alicia había atendido esa mesa y Elizabeth llevaba la orden mientras su compañera hacía otras cosas. Sin embargo, cuando llegó a la mesa, se distrajo al ver al hombre sentado allí. Era extremadamente guapo, como sacado de una revista. Se quedó impresionada y, sin darse cuenta, derramó el agua que estaba en la mesa, justo cuando ponía la comida.Fue entonces cuando se encontró con sus ojos verdes aceituna llenos de ira. Elizabeth abrió los ojos, sintiéndose morir de vergüenza y sin saber cómo actuar ante esa situación tan embarazosa. Lo primero que se le ocurrió fue tomar una servilleta y pretender limpiar la camisa del hombre, lo cual no debió hacer.—¿Qué demonios estás haciendo? —le reclamó el hombre mientras se ponía de pie, dejándola aún más asustada.—Yo... Fue un accidente, lo siento mucho. No quería manchar su traje —tartamudeó ella, desesperada.Ya todas las miradas estaban sobre ellos. Ella solo deseaba que se abriera un enorme agujero en el suelo y la tragara.—¡Maldición! Esto es inaceptable. ¿Por qué una mesera tan torpe como tú debería atender a las personas? —rugió el hombre con ira. —Ahora mismo quiero hablar con tu jefe.—¿Qué? Solo fue un accidente, jamás quise manchar su traje —respondió ella afectada y preocupada.—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó el encargado del restaurante al acercarse.—Resulta que esta señorita me ha volcado el agua encima. ¿Debo fingir que ha sido un accidente y dejarlo pasar? No, por supuesto que no. Esto es inaceptable —se quejó el hombre.—No, Elizabeth, el señor Fiorenmonti tiene toda la razón. Vamos a mi oficina, por favor —intercedió el encargado, mirando seriamente a Elizabeth.Tragó saliva con dificultad. Ya sentía un enorme nudo en la garganta. Sabía que las cosas no terminarían bien.—Fue un accidente —balbuceó ella.—Evidentemente, pero esto no puede repetirse. Trabajas en un restaurante de prestigio y debes comportarte de manera intachable. Lamento mucho tener que hacer esto, pero me veo obligado a despedirte. Si continúas aquí, podría repetirse algo similar. ¿Sabes quién es ese hombre, Elizabeth? —preguntó el encargado.—No, no lo sé. Pero para mí es un idiota —respondió ella con frustración.Sin decir más, Elizabeth salió de la oficina. Nada era fácil, cuando parecía que las cosas iban bien, siempre había alguien que se interponía y obstaculizaba su vida en cada segundo.—Elizabeth, despierta —la voz de Coral despertó a Elizabeth de sus pensamientos.Elizabeth, ya una adolescente, o casi. Aunque tenía doce años, Coral seguía despertándola de la misma manera.—¿Qué pasa, Coral? Te dije que tu comida está en la cocina, ve a buscarla. Estoy muy cansada como para hacerlo —confesó sin abrir los ojos.Ese día había sido un desastre. Después del incidente con aquel hombre arrogante, Elizabeth no dejaba de pensar en él. A pesar de sus intentos por sacarlo de su mente, el hombre detestable seguía ocupando sus pensamientos. Solo esperaba con todas sus fuerzas no volver a encontrárselo en algún otro lugar y en algún otro momento. No sabría cómo sobrellevarlo. La simple idea le daba escalofríos.—No, te estoy despertando porque van a pasar tu programa favorito y no quiero que te lo pierdas —explicó su hermana, preocupada por ella. Coral sabía que Elizabeth estaba luchando arduamente para salir adelante, y una de las maneras en que quería ayudar era obteniendo bue
Los recuerdos siempre resultaban agradables en momentos de angustia, cuando todo parecía ir cuesta abajo. No quería sumergirse de nuevo en la desesperación, pero tampoco lograba mantener la calma y fingir que nada malo estaba sucediendo, después de perder su empleo en aquel prestigioso restaurante.Ahora más que nunca necesitaba encontrar un nuevo trabajo para poder mantenerse a ella y a su hermana. De lo contrario, se enfrentarían a serios problemas; debían pagar las cuentas del apartamento en el que vivían, los estudios de Coral y comprar comida, entre otros gastos necesarios para sobrevivir.Era realmente difícil fingir ante Coral que todo estaría bien, que no debía preocuparse por el dinero, cuando esa era su principal preocupación. Pero tampoco podía hacer un milagro y solucionar todo al instante, sabía que las cosas llegarían en su debido tiempo, pero deseaba que sus problemas económicos terminaran o, al menos, fueran menos pesados.En cualquier caso, Elizabeth se sentía muy ang
Coral también preparó comida para ella misma. Aquel martes era el segundo día más difícil hasta ahora, cada segundo era realmente complicado. Era urgente para ella encontrar un trabajo pronto para solucionar todos los problemas económicos que tenían en ese momento. Sus ahorros se estaban agotando y tristemente ya no sabía qué hacer.—¿Por qué no estás comiendo? —preguntó, mirándola con cierta preocupación al verla distraída en algún punto de la cocina, sin comer apenas nada.Elizabeth, al darse cuenta de que su hermana se había dado cuenta de su estado de preocupación, decidió disimular rápidamente antes de levantar más sospechas. A decir verdad, no tenía apetito porque su cabeza estaba llena de angustias. Sentía que en cualquier momento no podría soportar guardar más tiempo en secreto que había perdido su trabajo y terminaría contándole todo a su hermana. Sin embargo, no lo haría porque no quería preocuparla aún más.—Quizás no tengo mucho apetito porque desayuné tarde.—Bueno, ¿no t
Tiziano se encontraba en medio de una reunión para discutir los puntos más importantes sobre el nuevo proyecto que se llevaría a cabo en la ciudad de Nueva York. Era crucial para él que todo saliera perfectamente, sin lugar a errores.Afortunadamente, todo transcurría sin problemas y estaba seguro de obtener un resultado fantástico gracias a su talentoso y inteligente equipo, quienes estaban comprometidos en realizar la construcción asignada.―Bueno, si alguien en esta sala tiene alguna objeción o pregunta, por favor levante la mano y le daré la palabra―, anunció Tiziano. Sin embargo, todos estaban de acuerdo y no hubo ninguna objeción.―Muy bien, en ese caso, fue un placer discutir estos puntos con todos ustedes. Nos vemos el viernes de la próxima semana para verificar el avance―, concluyó Tiziano, finalizando la reunión antes de retirarse junto a su amigo Liam a su oficina.Una vez dentro de la oficina, Tiziano caminaba de un lado a otro, preocupado por un escándalo en el que estaba
Su hermana sonrió.—¿Significa que definitivamente dejarás el restaurante en el que estabas trabajando? —Significa que ahora tendré un trabajo con una buena remuneración y no tendré que saturarme demasiado, así podré estar más tiempo contigo. Es algo bueno, porque siento que estar atrapada todos los días en un lugar hasta tarde me afecta mucho, el no poder pasar tanto tiempo contigo. ¿No crees que es una buena idea?—¿Quieres decir que soy una de las razones por las que decidiste buscar otro empleo? Aunque me parece genial, yo también siempre he querido pasar más tiempo contigo y así no tengo que estar sola aquí en el apartamento. Además, podemos hacer muchas otras cosas juntos, como ir al cine o al parque. Me divertí mucho la última vez que fuimos al cine —añadió.—Sí, también quiero disfrutar más de la vida y enfocarme menos en el trabajo. Lamentablemente, es importante que trabaje para poder tener lo necesario y para que tú continúes tus estudios.—Oye, estoy haciendo todo lo posi
Tiziano se había quedado en su oficina hasta tarde, trabajando en algunas tareas pendientes. Ni siquiera había almorzado porque no quería perder ni un solo minuto, en lugar de eso, terminando el tedioso trabajo frente a él. Era una persona que no le gustaba dejar las cosas incompletas, especialmente cuando se trataba del trabajo. El trabajo que estaban haciendo ahora era muy importante y todo tenía que salir perfecto. No podía permitirse ningún error, ya que se jugaba mucho dinero. Quizás por eso se había vuelto más absorto en ello de lo habitual.Estar ocupado todo el tiempo era una de las razones por las que no quería convertirse en padre ni siquiera en esposo. No tenía tiempo para juegos ni para esas cosas que eran importantes para otras personas. Para él, era solo un juego.Pero, obviamente, el magnate estaba equivocado. Se estaba perdiendo realmente disfrutar de la vida. En lugar de trabajar para vivir, estaba viviendo para trabajar y tarde o temprano se daría cuenta de las conse
A la mañana siguiente, la no tan pequeña Coral se levantó temprano como de costumbre para ir a la secundaria. No quería llegar ni un minuto tarde, por lo que siempre se esforzaba en levantarse incluso antes de que saliera el sol. Así tendría suficiente tiempo para arreglarse y comer la comida que su hermana, con tanto amor, le preparaba.Incluso prefirió la comida que su hermana le preparaba en lugar de lo que ofrecían en la cafetería. Lo que ella cocinaba todas las mañanas era insuperable.—Buenos días, Eli. Ya estoy lista para desayunar y luego irme a la secundaria. Así que no te preocupes por el bus esta vez.—Pero si siempre tomas el bus escolar sin problemas. Nunca has llegado tarde a la secundaria... ¿me equivoco?—Sí, pero eso es lo que me preocupa. No quisiera llegar tarde y tener justo la clase con el profesor gruñón. Afortunadamente, hoy no tengo clase con él.—Entiendo, realmente no te cae bien ese profesor.—Es insoportable con sus reglas estrictas. Ojalá fuera diferente y
Elizabeth finalmente había llegado al lugar donde obtendría más información sobre la oferta que le hizo el desconocido en el mercado. A medida que se acercaba al lujoso edificio, sentía cierto temor y suspense que la hacía caminar con inseguridad. Dentro del edificio, se sintió perdida y decidió acercarse a una joven para pedir indicaciones.—Hola, soy Elizabeth. He venido porque quedé en encontrarme con el señor... —saludó a la mujer, pero se dio cuenta de que había olvidado el nombre del hombre. Confundida, esperó a que la mujer hablara primero.—¿Estás buscando al señor Thomson? —preguntó la mujer.—No, en realidad recordé. Estoy buscando a Tony Benson —respondió Elizabeth.La expresión de la mujer cambió levemente al escuchar el nombre de Tony Benson, pero pronto lo olvidó y esperó a que Elizabeth confirmara que ella era la persona que buscaba a Benson.—Vale, así que eres tú —dijo la mujer en un tono más bajo. Elizabeth frunció el ceño confundida, pero luego asintió con la cabeza