SIN PALABRAS.

Narrador Omnisciente.

Al otro día en la mañana Bruno despertó con un dolor de cabeza bestial, su camisa estaba lavada y planchada, podía ir directo a la oficina, allá tenía ropa y la herida le dolía mucho menos que la noche anterior.

Se arregló y salió de la habitación de invitados y lo recibieron para desayunar, Arantza afanada ayudando a las chicas del servicio con las viandas de comida y atendiendo a Marcelo que la miraba como padre orgulloso cuando ella le dio un beso en la mejilla.

—Buenos días, querido… —le dijo Emiliano con voz fina bromeando junto a él sonriendo, Bruno también lo hizo.

—Ahora tu casa es un sitio familiar y feliz. —, Bruno palmeo su hombro burlón, sin embargo, y aunque Emiliano puso los ojos en blanco, Bruno siente alegr

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