★ EvaMe senté bruscamente en la cama, llevando mis manos a mi rostro mientras un suspiro escapaba de mis labios.La habitación estaba en silencio, aparte de mi respiración agitada.Sentía un nudo en el estómago, una mezcla de confusión y tristeza.—Nicolás... —pronuncié su nombre en un susurro apenas audible.Busqué con la mirada a mi alrededor, pero el otro lado de la cama estaba vacío, sin ninguna señal de su presencia. Me recosté nuevamente, sintiéndome abrumada por la ausencia que inundaba la habitación.Sin embargo, sus recuerdos permanecían vivos en mi mente y su fragancia aún impregnaba el aire que respiraba.«¿Por qué su olor está aquí? Me reproché internamente. Eva, Nicolás no puede hacerte esto de nuevo» me repetí, tratando de encontrar fuerzas para seguir adelante.Finalmente, me decidí a enfrentar un nuevo día. Me levanté de la cama, dispuesta a no permitir que mi mente juegue conmigo.Caminé con paso firme hacia el baño, consciente de que necesitaba este momento de tranq
Al final, Loreline se puso los moños para que los dos la lleváramos a la escuela.No tuve más opción que acompañarla, pues había una importante reunión de padres de familia y en ningún momento iba a dejar a Loreline sola con Nicolás. Ajusté el cinturón de seguridad y me senté al lado de mi hija en el auto.Nicolás me miró fijamente, pero decidí ignorarlo. ¿Acaso esperaba que me subiera al lado de él como copiloto?Suspiré profundamente mientras pensaba en todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Afortunadamente, Loreline empezó a cantar alegremente en el asiento, llenando el ambiente con su risa contagiosa. Siempre me encantaba ver a mi pequeña tan feliz.Mientras tanto, me di cuenta de que había olvidado que soy una CEO y comencé a responder algunos mensajes de la compañía, tratando de encontrar un equilibrio entre mi vida personal y profesional.Loreline entabló una conversación animada con su padre y no quise interrumpirlos.Finalmente, llegamos a la escuela. Nicolás se apresu
En mi opinión, creo que acabo de darle un voto de confianza a Nicolás.Hoy me sorprendió con un mensaje en el que se ofrecía a recoger a Loreline en el colegio. Mientras tanto, yo me encargaría de gestionar mis pendientes en la oficina y revisaba las aprobaciones de los proyectos de beneficencia que Nicolás había firmado.Todo parecía estar en orden, así que le pedí a mi asistente que se encargara de organizar una reunión para poner todo en práctica.A medida que avanzaba la tarde, casi llegando a las 6 de la tarde, la puerta de mi oficina se abrió. Era Rachel, quien entró cargando varias bolsas en sus manos.—Madre, creí que seguías de vacaciones —comenté con una sonrisa mientras me ponía de pie.—Mi niña, regresamos antes de lo esperado. Damián tenía trabajo y el FBI lo necesitaba para analizar a algunos de los agentes, ya sabes, cosas técnicas —me explicó.—No te quedes ahí parada, pasa y siéntate —le indiqué señalando una de las sillas.—Gracias, mi niña —respondió ella mientras s
—Bueno, ella necesita comprender que no todo en la vida es perfecto y que también hay maldad en el mundo. A veces, los príncipes azules no son capaces de rescatarlas —respondió él, acompañado de una sonrisa.Asentí en silencio, comprendiendo la perspectiva única de Nicolás. Él prefería ser el villano, aquel que podría destruirlo todo por proteger a su hija.—Bueno en ese caso me quedo con el villano que sería capaz de destruir el mundo entero por mi.—Eva, eres malévola —bromeó—Y tú eres un idiota —respondí, entre risas.Caminé lentamente hacia la habitación de Loreline, sumida en mis propios pensamientos.Al llegar, me acerqué a su cama y le di un tierno beso de buenas noches en la frente. Luego, me dirigí a mi propia habitación, con paso cansado pero decidido. El día había sido agotador y estaba ansiosa por descansar.Una vez en mi habitación, me apresuré a quitarme la ropa y dejé que el agua caliente cayera sobre mi cuerpo cansado en la ducha. Después de unos minutos, me envolví e
Negué con tristeza.—Ya sabes que no puedo hacerlo, Nicolás —le recordé.Acepté la realidad de nuestras circunstancias, aunque doliera en lo más profundo de mi ser.—Bien, descansa, Eva —dijo resignado.Intercambiamos unas últimas palabras antes de separarnos en las sombras de la noche. Sentí el vacío y la soledad en mi habitación, como si me faltara algo. Aun así, el agotamiento logró apoderarse de mí, y me sumergí en un sueño reparador.Desperté más tarde y me sorprendí al ver a Nicolás a mi lado, durmiendo plácidamente.Lo llamé suavemente, despertándolo con delicadeza.—¿Qué haces aquí? —pregunté curiosa.Él me confesó con voz suave y preocupada.—No puedo dormir si no estás a mi lado. Temo que desaparezcas y no quiero perderte de nuevo—. Sus ojos reflejaban una sincera vulnerabilidad mientras susurraba estas palabras.No pude evitar sentirme irritada.—Deja de decir esas cosas—. Pero su mirada triste me hizo replantear mi actitud.—¿Te molesta que lo haga? —me preguntó, buscando
★ Nick—Loreline, deja de moverte —le dije con frustración mientras luchaba para peinarla.Sus dos colitas estaban más chuecas que las uñas pintadas de un payaso.Sus cabellos rebeldes parecían tener vida propia, escapándose de mis manos en cada intento de ponerlos en su lugar.—Papá, me duele, mejor voy a despertar a mamá para que me peine —Se cruzó de brazos y comenzó a hacer una rabieta.Sus ojos reflejaban la indignación, pero también un poco de tristeza.—No, déjala dormir. Yo te haré una trenza —dije intentando mostrar habilidades que no sabía si tenía.La miré con una sonrisa, tratando de calmar su enfado.—¿Y sabes hacer trenzas? —preguntó con curiosidad, con su ceño fruncido.—Tengo dos hermanas, claro que sé hacer trenzas —respondí con seguridad, aunque la realidad era que apenas había intentado alguna vez.Ella se volvió a sentar en su silla, y con paciencia comencé a peinarla, tratando de que mi torpeza no empeorara la situación.—Papi, ¿estás enojado? —me preguntó con tim
Días después, nuestra dinámica familiar parecía estar mejorando.Eva mostraba señales de estar más tolerante con mi presencia, permitiéndome acercarme y participar en sus actividades.Aunque aún quedaban diferencias por resolver, teníamos una conexión más fuerte y eso me llenaba de esperanza.En medio de una conversación en mi despacho, Gerald cuestionó mi decisión de quedarme. Su tono crítico reflejaba la incredulidad que sentía respecto a mi elección.—No entiendo por qué quedarte aquí —pronunció con escepticismo.—No puedo irme, mi mujer y mi hija están aquí. Transferiré la empresa y estableceré nuestras vidas aquí, junto a ellas —respondí con convicción.Gerald pareció sorprendido por mi respuesta y mencionó:—Es impresionante cómo has cambiado.Sin darle mayor importancia a su comentario, cambié el enfoque de la conversación.—Cuéntame, ¿cómo va el casino?—Bueno, va avanzando, aunque sin tu dirección directa he hecho lo que puedo —respondió con honestidad.—No me interesa tanto
—¿Por qué te estás riendo? —me preguntó Ángel, con una sonrisa curiosa dibujada en su rostro.Sus ojos brillantes reflejaban su inquietud ante mi inesperada reacción. Sin embargo, su ceño fruncido evidenciaba su desconcierto ante mi risa.—¿Viste cómo reaccionó? —le pregunté, buscando su complicidad en aquel momento. Su sonrisa se volvió cómplice, como si compartiéramos un secreto oculto en esa situación divertida.—Eva, si llego a morir en manos de mi primo, será tu culpa. —Las palabras de Ángel emergieron en un tono entrecortado, impregnado de preocupación.Me invadió una sensación de culpa al presenciar su angustia, pero traté de consolarlo y transmitirle mi gratitud.—Ángel Anderson, te estoy muy agradecida, de verdad, por haberme apoyado y por todo lo que haces por mí. Pero no te preocupes, ya veré la forma de contentar al demonio. —Intenté mostrarme reconfortante, consciente de que sus miedos eran legítimos y que necesitaba mi apoyo.Ángel sonrió con gratitud, brindándome un abr