Samuel lo piensa. Lo piensa. Lo asimila en la cama, lo medita en la ducha y lo repiensa en su habitación. Camina de un lado a otro. Debe salvarla ¿cómo va a permitir que su Elizabeth se case para siempre con una cucaracha como Eliot Slinder? Eso no debía ocurrir, ahora tenía en mente en que de verdad tendría que salvarla ya que ella se había visto obligada a casarse solo por el simple hecho de evitar que la exiliaran y ya.
La única forma de evitar un casamiento es la muerte de una persona de la pareja en cuestión. Samuel mira el arma como si la observara de más. El ser humano cuestiona siempre si debe hacer algo bueno o malo, lo piensa porque sabe que lo moral y ético que se inculca desde pequeño debe ser siempre respetado incluso cuando uno es grande, pero...siempre hay excepciones.
Se pone de pie y se marcha. Baja por las escaleras con paso lento, como si aún cuestionara lo que debe hacer. Silencia esa voz interior que intenta salvarlo a él de una locura, pero ¿quién se ha puesto a pensar en Elizabeth?¡Nadie! Ella debe ser salvada de ese matrimonio maldito. Porque sabe perfectamente que ella lo ama a él y punto. Siempre fue así. Sus familias sabían que tarde o temprano ellos terminarían juntos. Serian unos multimillonarios. Serian la pareja perfecta para el pueblo de The Sun.
¿Ashton?¿Ashton Ecker? Aquel joven conde cada tanto merodea por los pasillos y las mujeres lo rodean como gatas en celo. Para llamar su atención, para mirarlo a la distancia o simplemente calcular cuándo será el día en que su fortuna aumenta aún más de la que tiene.
Samuel siente envidia. No ha logrado que ninguna otra mujer lo mire como las jóvenes comen con la mirada al conde. La única que lo miraba así era Elizabeth. Su hermosa y perfecta Elizabeth.
Entonces los ve, Eliot está hablando con Ashton. Desconoce el motivo, no le interesa. No le importa. Solo le importa que Eliot ahora está de espalda hacia él. Llegando al último escalón de la escalera saca el arma del bolsillo de su chaqueta y apunta a la espalda de Eliot.
Pero Ashton lo ve. Ahora todo ocurre en cámara lenta. Ashton empuja a Eliot hacia un costado en un intento de salvarlo. Eliot cae al suelo, Ashton queda al descubierto y ahora nada tiene sentido.
La primera bala viaja directa a Ashton, exactamente al inicio de su brazo izquierdo. La segunda impacta en Eliot...pero la tercera, la última en llegar y con gran tardanza, va directo a la cabeza de Samuel .
Samuel entró en pánico. Asimiló en cuestión de segundos lo que acababa de hacer. Le importó un bledo dispararle a Eliot pero ¿al joven adinerado y poderoso Ecker?
Asesinarlo significaba años de cárcel y años de cárcel significaban estar lejos de Elizabeth y ser rechazado por ella. Por siempre y para siempre.
Ecker estaba en el suelo bañado de sangre y había caído al suelo. Eso fue el detonante, el ensordecimiento de los gritos aterrorizado de los presentes en el enorme salón para que Samuel decidiera quitarse la vida volándose la cabeza.
Una vida sin Elizabeth, eso es lo que pensó cuando Ecker terminó en el suelo junto a Eliot.Una vida sin ella, y con esas últimas palabras en su cabeza decidió dar el tiro final. Ese tiro en donde todo en su vida se esfumó. Ese tiro que provocó que su sistema se apagara poco a poco. Un ardor insoportable pero ya considerado como el final.
Era su último dolor, sus últimos sentidos corporales, sus últimos sonidos que ingresaban por su cabeza, la cual había sido torturada por un disparo. Un adiós hasta nunca más volver.
Las piernas de Samuel tiemblan y ya no cumplen la misma función que antes ya que, al apagarse causan que este caiga al suelo con los ojos abiertos y soltando un último aliento. Los gritos aumentan, pero él… simplemente él ya no los escucha.
SEMANAS ANTES.—Vas a casarte.—Ni siquiera lo conozco.—Sinceramente eso es lo de menos.En el pueblo The Love era
CAPÍTULO 2.EMMA QUEEN.Abro la puerta. Agradezco que nadie me tiene encerrada por obligación y esta está abierta. Salgo directo al pasillo de la segunda planta. Sigilosa, camino como un animal con miedo. Entonces veo como una mujer sube las escaleras. Una mujer que no es mi madre. Es una señora de cabello canoso corto lleno de bucles pegados a la cabeza. Tiene una falda verde agua que
CAPÍTULO 3.ELIZABETH.Asimila masticando su cereal la noticia de la joven que había sido oculta por sus padres. Su madre no había parado de hablar de ello toda la mañana. Bueno, en realidad todo The Sun no paraba de hablar sobre eso.
CAPÍTULO 4EMMA.El coche se adentra en un jardín esplendido bajo el cielo azul. Los aspersores están encendidos y una preciosa cascada en el centro nos recibe cuando la rodeamos y nos estacionamos junto a varios coches más. Era de esperarse que aquel palacio era lo más parecido a un castillo de siglos pasados y que no fue tocado para ninguna renovación solo para respetar su arquitectura tan romántica.Hay incontables autos de gama muy alta y jóvenes que van bajando con sus respectivas maletas. Estoy nerviosa. Nunca vi tanta gente en un mismo lugar. Parece el inicio de un evento de un desfile de moda y eso me hace sentir incómoda.Miro mi ropa. He optado por un vestido blanco suelto en la parte de las caderas que llega hasta por encima de las rodillas y que tiene estampado de flores preciosos. Me puse un collar de perlas y unos aretes que
CAPÍTULO 5.EMMA.—Tú.La señora de ojos verdes que ahora era nuestra coordinadora me llama con un movimiento de
CAPÍTULO 6EMMA.—Ellas son Magenta, Ariadna y Camile —me presenta Elizabeth.Están las tres bebiendo una taza de
CAPÍTULO 7.EMMA.Éramos cuatro jóvenes a punto de subir el tercer piso. Yo estaba algo asustada porque sabía que allí había hombres mucho más grandes que nosotras y eso me daba un poco de vergüenza ajena.Ariadna se había retocado el labial y Camile se había acomodado la blusa para dejar ver su delicado escote. A
CAPÍTULO 8—¿Iras? No es porque soy un maldito obsesivo pero me interesaría ir contigo para saber qué no se trata de un degenerado que intenta ligarse a una chica de diecinueve—me dice Eliot acostado en la cama mientras tiene la nota en su mano.—Eliot, vi a un hombre de cabello rubio en el segundo piso, o sea este, cuando ingresamos al palacio—le cuento mientras doblo mi ropa sobre la cama—. También alguien ha pagado la suite más cara del sitio para que me hosp