Capítulo 4

CAPÍTULO 4

EMMA.

El coche se adentra en un jardín esplendido bajo el cielo azul. Los aspersores están encendidos y una preciosa cascada en el centro nos recibe cuando la rodeamos y nos estacionamos junto a varios coches más. Era de esperarse que aquel palacio era lo más parecido a un castillo de siglos pasados y que no fue tocado para ninguna renovación solo para respetar su arquitectura tan romántica.

Hay incontables autos de gama muy alta y jóvenes que van bajando con sus respectivas maletas. Estoy nerviosa. Nunca vi tanta gente en un mismo lugar. Parece el inicio de un evento de un desfile de moda y eso me hace sentir incómoda.

Miro mi ropa. He optado por un vestido blanco suelto en la parte de las caderas que llega hasta por encima de las rodillas y que tiene estampado de flores preciosos. Me puse un collar de perlas y unos aretes que hacen juego. También, unos zapatos bajos.

Me he recogido el cabello en una cola de caballo y estoy escondida bajo unos lentes de sol. Me he dado cuenta que soy lo suficientemente tímida como para no querer hablar con nadie e intentar pasar desapercibida, pero sentía todas las miradas sobre mi espalda mientras el chófer bajaba mi última maleta.

—¿Estará bien señorita Queen?—me pregunta Morrison al ver mi incomodidad en el sitio.

—Sí —miento casi sin voz.

Me regala un abrazo breve y veo como el coche se aleja sentenciando mi estadía en lo que quise evitar toda mi vida.

—Así que los Queen tienen una hija.

Una voz femenina me habla por la espalda y me doy vuelta al instante para ver de quién se trata.

Tiene el cabello castaño más sedoso que he visto en mi vida. Ojos castaños, rostro sin marcas de acné y una sonrisa superficial. Lleva una falda a cuadros roja y una camisa blanca. Tiene pinta de ser una colegiala.

—Soy Elizabeth Wattson. Un gusto conocerte —me dice ofreciéndome la mano para ser estrechada.

Miro de reojo y veo que la mayoría de todos los que asistirán a vivir al palacio nos están devorando con la mirada, calculando si tomaré o no su saludo.

Rápidamente la estrecho y la suelto.

—Veo que no hablas mucho—Elizabeth analiza mi aspecto—. Pero debe ser normal después de que tus padres te tuvieran encerra…

—Elizabeth.

Una voz masculina le advierte en aquel tono que no siga. Miro por detrás de su hombro y hay un joven alto y muy guapo que está mirando la situación.

Se acerca a nosotras con aire despreocupado.

—Hola, soy Sam—me saluda, incomodo y le susurra algo a Elizabeth.

Ella abre los ojos y sus mejillas se ruborizan. Le responde con una sonrisa y me mira, recordando que no están solos.

—Nos vemos luego—me dice sin ni siquiera mirarme y se marchan ambos.

¿Qué demonios acaba de ocurrir? Me los quedo mirando un instante. Supongo que son pareja o amigos. No puedo distinguirlo por la forma en la que se miran y hablan por lo bajo.

Las puertas del palacio se abren y todos empezamos a subir las escaleras de incontables escalones para entrar. Trato de evitar que los murmuros hacía mi persona no me lastimen pero me es imposible.

“Dicen que sus padres la tuvieron en un sótano y que sólo le daban de comer calabaza”

“Su cabello rubio es por el agua oxigenada que seguro le ponía la madre”.

“Su fortuna es tan alta que tuvieron los sustentos para ocultarla por años”.

“Mamá me dijo que seguro la ocultaron por pura estrategia y despertar el morbo entre los millonarios para tomarla como esposa”

Finalmente ingreso con la angustia fermentando en mi pecho y me quedo boquiabierta. El antiguo sitio presenta un inmueble de lujo en donde los detalles de oro son el centro de atención. Cuenta con segundo piso y un techo tan alto como inalcanzable en donde hay pintada una obra de arte. De este cuelga un enorme candelabro de gotas brillantes y la luz del sol ingresa en cada rincón creando un ambiente tan cálido como vacío.

Las voces de los demás postulantes se pierden en ecos por el vacío que hay. Aunque la mayoría, por un respeto inexplicable, prefieren permanecer en silencio logrando que se genere el ambiente de una iglesia.

Alguien me saca la manija de la maleta de la mano. A mi lado se posiciona un chico mucho más alto que yo, con gafas de sol, un saco gris y por debajo de esta una playera de rayas blancas y negras. Tiene el cabello castaño hacia atrás.

—Oye —protesto, molesta intentando recuperar la manija.

Él la saca de mi alcance con una sonrisa de dientes perfectos.

—Déjame ser un caballero —me dice, juguetón.

—No necesito a ningún caballero para llevar la maleta, gracias.

Intento quitársela otra vez y vuelve a esquivarme. Gruño.

—No pierdas tu dignidad intentando recuperarla. La llevaré a tu habitación.

Lo miro, enojada.

—Bien, has lo que quieras. Me da lo mismo —mascullo, soltando el aliento.

¿Quién era él y por qué se comportaba como alguien que siempre era el centro de la fiesta? Meneo la cabeza.

Aparece una mujer con un vestido ajustado color beige y un sombrero de paja muy bonito. Ronda los cuarenta años, pero su atuendo es tan juvenil que verla resulta ser refrescante.

—Hola a todos. Me presento, soy la señorita Michelle y soy la coordinadora de hace más de diez años de compromisos que se han llevado a cabo en este gran pueblo como es The Sun . Los acompañaré durante este largo periodo para responder a sus preguntas…

—¡Nosotros ya hemos decidido casarnos!

Miro consternada a la pareja que da un paso al frente tomada de la mano y que parecen feliz por su situación. Demonios.

La coordinadora abre levanta las cejas, sorprendida al igual que todos los presentes.

—Vaya, sí que han decidido rápido —asimila, sonriendo con cierta incomodidad —. Bueno, pueden pasar a las cinco por mi despacho para poder iniciar con los tramites de la boda.

La pareja salta en su sitio tomados de la mano. El chico le da un beso a su pareja en la frente y lo estrecha contra su pecho.

La coordinadora luego de esa interrupción nos implica cómo seguirá todo aquello. Cada uno de nosotros tendrá una habitación individual y la máxima libertad de hacer lo que queramos mientras no rompamos nada del sitio.

Hay horarios para cada comida y cada quien puede acostarse a la hora que se le apetezca. Habrá fiestas con temática, hay un gimnasio privado, piletas climatizadas, spa y caballos listos para ser cabalgados.

¿Acaso todo esto es una especie de fraternidad sin educación? ¿O una especie de reality show de adultos jóvenes?

La coordinadora y sus ayudantes van asignado habitaciones. Éramos más de cuarenta mujeres y más de cincuenta hombres cuando ingresamos, pero noté que en el segundo piso había más candidatos que miraban curiosos a los nuevo.

Veo desde mi lugar a un hombre que tiene la mirada en mí. Tiene los brazos apoyados en el barandal y tiene el semblante serio. Puedo notar sus ojos claros desde mi sitio y su cabello de un rubio oscuro muy corto.

Tiene una camisa color celeste claro.

Aparto la mirada, sus mirar es tan penetrante que me ha provocado un ligero rubor.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo