CAPÍTULO 22ALAY BENJAMIN ECKER QUEENLas actividades en el palacio iban desde lo llamativo a lo absurdo. Y ahí estaba yo, en una competencia de ajedrez que se había instalado en una de las salas. Cada sala tenía una actividad diferente. Quise anotarme en el pequeño taller de esgrima, pero las espadas sin filo me daban miedo.Era una idiota.Papá me había ensañado a jugar al ajedrez. Sólo sabía jugarlo. No era una obsesiva o lo tomaba como mi estilo de vida como todos los de allí. Incluso participar de aquello me hacía sentir incomoda porque me presentaba solo para aparecer en la ficha extracurricular a la que debíamos anotarnos sí o sí.Es decir. Cada postulante estaba obliga a participar de una actividad por día. Aquella regla no estaba pautada años atrás, era algo nuevo y todo gracias al mandato de mi bisabuelo se había llevado a cabo.Sinceramente él le había quitado la diversión a todo. Lo supe cuando me entregaron mi uniforme gris.—Jaque mate—me dijo la chica con la que estaba
CAPÍTULO 23 DAMIAN BENJAMIN. Cada dos semanas se hacía una reunión general en uno de los edificios del pueblo en donde todos los hombres de negocio se juntaban para beber algo y de paso, intercambiar contactos. Era un sitio en donde los hombres bebían, fumaban y tiraban comentarios misóginos y machistas cada dos por tres. A Damian no le gustaba asistir, despreciaba a la mayoría y tampoco tenía intenciones de hacer negocio con nadie porque siempre querían hacer negocios con él. En otras palabras, siempre buscaban a Damian y él no buscaba a nadie. Excepto aquella noche. Los negocios de casinos de Damian y su carrera como modelo habían llegado a tal punto que necesitaba más promoción. Un nuevo casino empezaba a liderar el mundo. Ya no era el casino Benjamin…sino, el casino Bedolla. Esa familia se había instalado en el pueblo hace ya un tiempo y a Damian le preocupaba su liderazgo dentro de los casinos superiores. La estrategia de los Bedolla era hacer ganar dinero a la gente co
CAPÍTULO 24 Esa noche sabíamos todos que se acercaba la primera fiesta de presentación de todos los postulantes y teníamos la libertad de lucir los vestidos que nosotros queríamos. Creo que, en eso, el bisabuelo había considerado la piedad. Cornet Queen era familiar mío y aun así no habíamos tenido contacto desde que llegué y eso me tenía un poco mal porque eso le daba la razón a mi madre. Mis abuelos no tenían contacto conmigo y menos un bisabuelo que solo había visto en el retrato del primer piso. Aquella noche parecía de terror. El cielo partía en lluvia. Me vi a mi misma, cruzada de brazos, en el reflejo del cristal de la ventana de mi habitación. La terraza se mojaba, al borde de inundarse, las plantas se agitaban y a la distancia pronunciados truenos azotaban las nubes grises y espesas. —Señorita Benjamín, su vestido ya está listo—me dice María, una de las muchachas que se ocupaba de ajustar los corsé y realizar los peinados. Me doy la vuelta y le sonrío. —Gracias María.
CAPÍTULO 25 ALAY BENJAMIN. —Estás preciosa—Charlotte me abraza por atrás, entrelazando sus menos en mi vientre, tomándome por sorpresa mientras camino por el pasillo y así bajar al gran salón en donde se hará la fiesta. Me suelta y nos miramos. Ella parece realmente arrepentida y creo que lo está intentando, pero aún así, un halago no me basta. Lleva un vestido celeste ajustado al cuerpo estilo medieval. Su abundante cabello oscuro cae en bucles, suelto y sedoso. Sus ojos tenían un delicado delineado que incluso relucían con sus espesas pestañas. Charlotte era una mujer hermosa, segura de si misma y con ganas de comerse al mundo. Yo simplemente me preguntaba por qué demonios éramos amigas siendo tan diferentes. —Perdóname por lo qué pasó. Prefiero perder a mil tipos con dinero que perderte a ti—me toma de la mano—. Si quieres estar con Sebastián, solo hazlo. Tienes todo mi apoyo y… —No quiero estar con nadie—me empiezo a reír—. No quiero a nadie para ser sincera. —Pero dijiste
CAPÍTULO 26 ALAY BENJAMIN. Si de jugar se trataba en este manicomio social, algunas mujeres y hombres eran perfectos locos. De esos que sabían lo que querían y si debían aplastar a alguien que se interpusiera en su camino para hacerlo desaparecer, ni siquiera lo pensarían dos veces tras llevar a cabo esa acción. El simple hecho de nacer en este pueblo te ataba a cosas horribles y a tener malos tratos con las personas que quieres. Y allí estaba yo, golpeando con fuerza la puerta de Charlotte para que salga al pasillo a hablarme. Los postulantes que pasaban me miraban con cara extraña, como si estuviera loca. Charlotte no abría la puerta, cosa que me desesperaba demasiado, pero no me quede allí lo suficiente como para humillarme. La quería, pero que tuviera estos arranques de ignorarme (esto ya ha pasado varias veces cuando hacía algo que no le gustaba, incluso desde niñas cuando mamá me compraba una muñeca mejor que la suya), me dolía muchísimo porque sabía que era una capricho
CAPÍTULO 27.EMMA QUEEN.Condujo hasta su casa, estacionó y cuando entró, observó que todas las luces del interior estaban apagadas y que en el sofá estaba Damián, dándole la espalda, sentado con la cabeza algo agachada. La mitad de su cuerpo parecía estar alumbrada por una de las pequeñas luces Emma creyó que seguiría en la reunión, no lo esperaba allí para nada. Tenía que recibir a los Bedolla, y allí estaba él.Su corazón se estrujó.—Si quieres dejarme, lo entenderé y te daré la libertad de no amarme —le dijo él, con su voz grave y serena llena de angustia —. Pero no me pidas que intenté volver a conquistarte, no me supliques que intenté hacer lo posible para no amarte, Emma. Porque estoy tan enamorado de ti como el primer día en que te vi y si tengo que pelearme contra otra persona para pisar más fuerte que él...simplemente lo haréEmma entendió que Damián había comprendido que lo estaba dejando por la llegada de Ashton. Cosa claramente errónea.—No hay ningún tercero en esto, D
CAPÍTULO 28Muevo la cuchara, mirando un punto fijo. Distraida viendo el paisaje qué hay detrás de ese enorme ventanal. No paro de pensar en lo que acaba de pasar en el tercer piso con un desconocido. Mi mente va a mil por hora, el olor a ensalada de frutas se mete en mi nariz. Mi corazón palpita lentamente, relajado, pero con muchas inquietudes. Mi mentón reposa sobre mi mano en un leve descanso.Estoy desayunando sola.Veo mi tazon. Hay, creo, diecisiete rodajas de manzana, veinticinco pequeñas bananas y alguna que otra uva flotando en jugo de naranja en mi tazón. Ni Charlotte ni Sebastián han bajado aún. La mayoría se encuentra durmiendo debido a la fiesta de anoche. Aunque está prohibido, sabía que la mayoría estaba tratando de recuperarse de las fiestas privadas que se hicieron en algunas habitaciones después de la fiesta oficial.Y como siempre, yo no fui invitada a ninguna como todo el periodo escolar. Era algo que no iba a cambiar por más que deseaba ser integrada algún grupo
CAPÍTULO 29 Charlotte me mira desde la distancia con rabia. Me mira como si fuese una persona que le disgustara y eso me tiene intranquila. —No me vuelvas a hablar en tu vida—espeta ella, con lágrimas en sus ojos que no caen en su mejilla—. De verdad te lo digo. Y se marcha, dejándome más triste de lo que pensé que estaría. Si ella quiere estar así está bien. Yo no soy el maldito problema. —¿Todo bien?—me pregunta Hugh, asomandose por la puerta. Asiento con la cabeza porque no soy capaz de articular palabra por el horrible nudo en la garganta que me ha dejado esto. Hugh me estaba esperando en la planta baja, en uno de los jardines escondidos para irnos juntos en auto a dicha fiesta. Me estaba alistando en la habitación. Me puse una falda corta de cuero, medias red negras, unas converse, un top oscuro que levantaba mis pechos un poco y dejaban ver mi fina cintura de reloj. Los pedí todo por internet y al instante me llegó utilizando la tarjeta de papá con el monto que cada mes m