52: Mil pedazos

—Narra Siria—

—Ahhh… Casius… ¡Dios! —Gimo, mientras sus estocadas comienzan a acelerarse gradualmente. No sé si sea por la hipersensibilidad producida por mi embarazo, pero en definitiva me siento en las nubes

Casius no dice nada y su respiración se agita. Inconscientemente dejó caer mi cabeza hacia atrás y, cuando vuelvo a levantarla veo su rostro y noto que el solo quiere más, mucho más y no se detendrá hasta obtenerlo

De a poco se entierra en mi con más intensidad, mientras mi palpitante femineidad húmeda se acopla a lo que nuevamente que está entrando, y el sudor de mi cuerpo comienza a calibrar la embestida, de adentro hacia afuera y entrando con un ritmo constante y ascendente, sin rodeos, sin ningún tipo de remordimiento.

—¿Duele? ¿Qué sientes? —Pregunta jadeante, con su voz ronca y la mirada ensombrecida, por primera vez se da cuenta de lo que está ocurriendo dentro de mi y lo hace queriendo retroceder, pero mis piernas lo aprisionan. Por más que me esté sacudiendo el mundo,
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