— ¿Qué mierdas haces aquí? — exige saber Itzam.
En su rostro, tenía estampada una sonrisa que a cualquier otra le parecería dulce, pero a Milenka le resultaba espeluznante.
— Tu prima me obligó a venir — se defendió, y aunque quiso sonar segura, su voz denotaba temor.
— ¿Te puso una pistola en la cabeza? ¿Te sacó a la fuerza de la casa? — espetó Itzam.
— No, pero…
— Entonces no te obligó. Estás aquí porque quisiste y eso es una falta muy grave para nuestro acuerdo, sin contar que eres menor de edad. ¿Te das cuenta del riesgo en que nos has puesto? — manifestó con irritación.
Milenka era mucho más bajita que Itzam, así que su cara quedó a la altura de su pecho.
«Sabía que se iba a molestar, pero, aun así,
— Pudimos venir nosotras solas al baño — le reclamó Ramona a Itzam mientras esperaba fuera del sanitario a Milenka.— No confío en ti — dijo sin inmutarse él.— Al parecer no confías en nadie — se mofó Ramona — ¿Qué?, ¿tienes miedo de que tus amigos te hagan lo mismo que tantas veces les has hecho tú? — inquirió a su prima.— ¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué la trajiste?— Porque es muy extraño que no quieras que nadie se acerque a ella.— Te advertí que no la metieras en tus malditos juegos, no tengo nada que probarles a ti ni a nadie, por increíble que les parezca, ella está a mi lado y la quiero solo para mí… no dejaré que la corrompas con tu porquería — hasta el propio Itzam se sorprendió con sus
Al abrir los ojos, Milen estiró sus extremidades. Los músculos de sus brazos y piernas se sentían doloridos, como si hubiera corrido un maratón. Bajo las espesas sábanas, se quejó y juró no volver a tomar nunca más. El dolor punzante en su cabeza y la sequedad en su boca no eran nada agradables.—Espera, ¿dónde estoy? —En cuanto estuvo más despierta, notó que no era su cama. Con fuerza destapó su rostro para descubrir que se encontraba en la habitación de Itzam y que solo una playera de este cubría su cuerpo.Se incorporó de golpe sobre la cama, asustada. El movimiento tan rápido le provocó mareos.«¡Ay!, duele», se quejó, llevando las manos a las sienes.—¿Qué hago aquí? — preguntó al aire, recordando que Itzam no le permitía ni asomar la nariz en su habitación; pero ahí estaba, y, por si fuera poco, medio desnuda. El repiqueteo del agua cayendo le hizo saber que el dueño de la habitación se estaba bañando.—¡Dios! ¡Dormí en su cama! —rápidamente cubrió su boca con las manos para aho
— ¿Todo bien? — preguntó Noah entrando a la oficina. — Tu tiempo ha terminado, Sorni — puntualizó Noah; era evidente que no era una charla amena la que sostenían. El abogado a regañadientes se alejó de Itzam; antes de salir de la oficina, le lanzó una última mirada de advertencia.— ¿Se atrevió a golpearte? Debes despedirlo de inmediato — exclamó Noah furioso.— No lo voy a despedir, es el abogado de la familia. Además, es el único que sabe de Milenka y está a cargo de todo lo que refiere a ella, en el tema legal, claro — explicó Itzam mientras revisaba el golpe en su mentón.— ¿Cuál es su maldito problema?— Cree que me acosté con ella — soltó Itzam.— ¿No? —indagó Noah con suspicacia.— Por s
Los estragos del desprecio e indiferencia de Itzam hacia Milenka comenzaban a notarse en ella. Estaba más delgada y algo ojerosa, se pasaba mucho tiempo encerrada en su cuarto, a veces dormida y a veces llorando. También comenzó a evitar a Itzam; le dolía ver cómo, por más que lo intentaba, él no le dedicaba ni siquiera una mirada, mucho menos un saludo o una sonrisa. Torturaba su mente preguntándose una y otra vez qué error había cometido ella para que él la tratara de aquella manera.— Santurrona, pareces un zombi, ¿qué te pasa? — preguntó Doecchi, su compañero de asiento, durante la clase.— No he dormido bien — había dicho tantas veces esa frase que ya le salía automática.Doecchi la miró con sospecha. — Eso llevas diciendo semanas a las tontas de tus amigas; pero a mí no me engañas, ¿qué te pasa? — la insistencia del joven comenzaba a molestarle.— Nada que te importe, ¿mejor? — exclamó irritada.— Adivinaré, problemas con Balcab — exclamó socarrón. La tomó con la guardia baja, a
Milenka tragó en seco al sentir los dedos de Itzam rondando su zona más sensible.Eran miles de sensaciones las que experimentaba por primera vez, que llegó a sentirse un poco abrumada y con cierto temor a la expectativa de su primera vez.«¿Y si no soy buena?, estoy llena de arena y si no le gusta mi cuerpo», un sin fin de inseguridades invadieron su cabeza. «No, concéntrate, lo tienes donde quieres, es lo que importa.»Percatándose del temor en ella, Itzam se alejó. En realidad, nunca tuvo la intención de ir más allá; la deseaba, no tenía duda, sin embargo, estaba determinado a no sobrepasar la línea en su papel como tutor.— Tienes suerte de que sea un caballero y no un cobarde como dices &mdas
— Te dije que no era buena idea — reclamó Milenka a Doecchi mientras esperan en la oficina del director a que sus respectivos tutores se presentaran y recibir junto a ellos el castigo correspondiente por estar fumando y bebiendo dentro del colegio.— Nadie te obligó santurrona — respondió él despreocupado, desparramado en su asiento. Se veía más aburrido que temeroso.Mientras tanto Milen se moría de los nervios y aun más de la pena, Rigo movió mar y tierra para que pudiera entrar a aquel colegio, usó sus influencias, pidió favores, en incluso le prestó su propio apellido y con ello el prestigio y el respaldo de la familia Sorni y ella lo estaba haciendo quedar muy mal.<< En qué estaba pensando>> se reprochaba la joven.Comenzaba a considerar seri
En el instante en que el auto se detuvo, Milenka bajó apresurada de el, Itzam la había ofendido, no de una, sino de muchas formas, no podía esperar que por temor a un castigo ella volvería a idolatrarlo como una tonta.Pero tenía dudas y no pensaba quedarse sin respuestas así que una vez entraron al departamento enfrentó a Itzam.—¿Por qué lo hiciste? — quiso saber.— ¿Hacer qué? — quiso saber él serenamente.— Decir que soy tu prometida — reclamó ella.— ¿Estás molesta por eso? — Itzam apenas y podía creerlo, unos meses atrás e
Hay quienes creen que en la vida no existen las casualidades, cada suceso estáescrito ya, Itzam Balcab era uno de ellos.— Te digo que de cualquier forma siempre termina mal— discutía con Noah mientras bebían un par de tragos en el privado de un aclamado bar de la ciudad.— Claro que sí, mientras sigas rechazando la cura seguirás enfermo, Cham — alegó su amigo.— Eh intentado de todas las formas hacerla entender; pero no, es más terca que una mula, ¿qué piensa conseguir comportándose así?, echar a perder su futuro, ¿sabes que me dijo?, que no soy su padre y que no tengo derecho de meterme en su vida, estoy seguro de que con mi padre no se comportaba de esa manera — Itzam exhaló con fuerza.— Ella tiene razón, no eres su padre y