CAPÍTULO 13CUANDO UNA MUJER GUARDA SILENCIO, ES PELIGROSO— Itzam, maldito bastardo, hasta que te dejas ver — lo saludó uno de sus amigos al verlo llegar al bar.— Cierra la boca, Eliot. Soy un hombre con responsabilidades, no como tú que solo te gastas la fortuna de tu familia — se mofó Itzam.— Un idiota, eso es lo que eres. Ven aquí, maldito — Eliot envolvió a Itzam en un fuerte abrazo, era uno de sus amigos más cercanos.— Esto se pone mejor. Lili y Amelia llegarán en un momento — anunció Noah, dedicando una mirada de complicidad a Itzam. — Amigo, tu momento ha llegado.— ¡Pidamos otra botella! — animó Eliot — ¡Nos embriagaremos hasta morir! — chilló eufórico.— Estás loco, tengo una reunión
CAPÍTULO 14ES TODO UN HOMBREPor la mañana, Milenka lamentó haber llorado toda la noche. Tenía los ojos hinchados y no tenía nada con qué disimularlo: ni gafas, ni maquillaje. Optó por dejarse el pelo suelto para cubrir un poco su rostro. Al verse al espejo, se dio cuenta de que no le serviría de mucho, pero era su única opción.Tenía tiempo suficiente para llegar a la escuela, así que se apresuró a tomar sus cosas y dio sus rezos habituales de la mañana. «Hoy será un gran día», se animó a sí misma, y salió de la habitación con la intención de tomar algo rápido de comer. «Una manzana para el camino bastará».Se detuvo en seco al encontrarse con Itzam en la cocina. Este se encontraba bebiendo una taza de café mientras r
— Itzam, maldito bastardo, hasta que te dejas ver — lo saludó uno de sus amigos al verlo llegar al bar. — Cierra la boca, Eliot. Soy un hombre con responsabilidades, no como tú que solo te gastas la fortuna de tu familia — se mofó Itzam. — Un idiota, eso es lo que eres. Ven aquí, maldito — Eliot envolvió a Itzam en un fuerte abrazo, era uno de sus amigos más cercanos. — Esto se pone mejor. Lili y Amelia llegarán en un momento — anunció Noah, dedicando una mirada de complicidad a Itzam. — Amigo, tu momento ha llegado. — ¡Pidamos otra botella! — animó Eliot — ¡Nos embriagaremos hasta morir! — chilló eufórico. — Estás loco, tengo una reunión mañana temprano — alegó Itzam — Solo tomaré un par de tragos y le dedicaré un poco de tiempo a Amelia — sonrió con picardía. — Eres un aguafiestas. Creí que ahora que Milenka fue a la escuela, tendrías más tiempo libre... — ¡Mierda! — Itzam se golpeó en la frente con la mano. Acababa de recordar que tenía que recoger a Milenka de la escuela hac
Por la mañana, Milenka lamentó haber llorado toda la noche. Tenía los ojos hinchados y no tenía nada con qué disimularlo: ni gafas, ni maquillaje. Optó por dejarse el pelo suelto para cubrir un poco su rostro. Al verse al espejo, se dio cuenta de que no le serviría de mucho, pero era su única opción. Tenía tiempo suficiente para llegar a la escuela, así que se apresuró a tomar sus cosas y dio sus rezos habituales de la mañana. «Hoy será un gran día», se animó a sí misma, y salió de la habitación con la intención de tomar algo rápido de comer. «Una manzana para el camino bastará». Se detuvo en seco al encontrarse con Itzam en la cocina. Este se encontraba bebiendo una taza de café mientras revisaba algo en su tablet. Estaba pulcramente vestido con un traje sastre negro, camisa del mismo color y sin corbata, con los primeros botones desabrochados, dejando ver parte de la blanquecina piel de su pecho. A Milenka casi le da un infarto al verlo. Sus sentimientos por él la traicionaron y,
— No la toques — La oscura mirada de Itzam atravesaba a Samuel Doecchi mientras lo sujetaba por el brazo con más fuerza de la necesaria.— Cham, ¿qué haces aquí? — Fue una grata sorpresa para Milenka que él fuera a recogerla. Eso significaba mucho para la joven. Sin embargo, al verlo con la mandíbula tensa y mirando a su compañero de asiento como si deseara partirlo en dos, se asustó.— Sube al auto, yo me encargo — afirmó Itzam, afianzando su agarre en Samuel.« ¿Yo me encargo? ¿Es un tipo de código machista?» pensó.— Puedes soltarlo, es mi compañero de clase — Milenka lo tomó del brazo, intentando deshacer su agarre sobre Samuel.&md
— Mi hermoso bebé, hasta que te dignas a visitarme — la madre de Itzam lo tomó por las mejillas y comenzó a besarle todo el rostro.— Mamá, por favor, ya no soy un bebé, ¿quieres controlarte? — la reprendió su hijo.— Siempre serás mi pequeñito — Itzam rodó los ojos — ¿Qué es eso que ha sido más importante que yo, como para que me dejes abandonada? — reclamó su madre.— Tenía que poner todo en orden en la empresa — respondió él con serenidad.— Tu padre era un hombre ordenado — replicó ella.— No digo que no lo fuera, aun así, no deja de ser un golpe que genera desequilibrio, madre — explicó él con calma.— Primero es la familia, querido; tu padre lo tenía muy claro y espero que tú
— ¿Comprometidos? — preguntaron Nerón y Luciana al mismo tiempo.— Si, bueno, no lo han confirmado aún; pero sí que lo han hablado, ¿no? — Ramona se dirigió a su primo quien parecía haber perdido las ganas de vivir.— Fue… bueno… una idea. Eso es algo entre ella y yo — balbuceó.— No puede ser solo una idea, si están pensando en casarse, eso es un tema serio — alegó su madre.— No le tomes importancia, madre. Ramona se deja llevar por la emoción y la sorpresa. Tengo que irme — anunció poniéndose de pie.— Cham, es muy pronto, todavía no sirven el postre — exclamó con tristeza su madre — además, no puedes dejarnos así, cuéntame más sobre tu novia — dijo en una súplica.— No hay más
— ¿De qué sirve que me haya dado un celular si ni siquiera me llama? — se lamentaba Milenka echa un ovillo sobre el sofá, sosteniendo el dichoso teléfono por encima de su rostro. — Dos semanas con esta cosa y solo tengo dos mensajes suyos, es tan deprimente — se quejó al revisar los mensajes de texto de Itzam que no iban más allá de un: “Voy salir, no te quedes despierta hasta tarde” y era todo.Ciertamente desde que obtuvo el celular ya no se aburría tanto como antes, ocupaba la mayor parte de su tiempo hablando con sus compañeras del colegio, sin embargo, no era suficiente para ella, con quien realmente quería hablar, no le prestaba ni la mínima pizca de atención.Se encontraba concentrada contemplando la fragilidad de su existencia cuando el timbre sonó, en posición de alerta se puso de pie.«¡No puede