- ¿Por qué lo preguntas? –Miraba atento las luces del semáforo.- Pensaba salir a buscar…–Antes que terminara la frase, volteó a verme. Tenía el ceño fruncido y los ojos rojos como el carmesí.- ¿Qué dijiste?- Nada –susurré.- No tardaré más de dos horas –volvió a ver las pistas a través de la luna delantera–. Cuando regrese, quiero encontrarte en casa.- De acuerdo –asentí sin atreverme a mirarlo–. Te amo.Respondió con un cacofónico ruido de motor que asfixió mis palabras, perdiéndolas en un grotesco espacio entre él y yo.No entiendo porque se comporta de esa manera; a veces es tierno y amable conmigo, otras, grita y descarga su enojo sin importarle mis sentimientos. Quiero pensar que es porque se siente atrapado por sus problemas. Me encantaría que confiara más en mí, en lugar de guardarse todo para sí mismo.Me dejó en casa y se marchó en medio de una polvareda vertiginosa.Era doloroso verlo en ese estado, yo lo amaba desmesuradamente y me sentía morir cada vez que se alejaba s
- Vamos hombre –agregó soltando una lacónica carcajada–. No me cuentes tu vida, no me interesa. Hablemos de negocios.- Tan contarte como siempre –suspiré mientras sonreía. De todas las personas que conocí en este frívolo mundo, Walter fue el más sincero. Debo admitir que su vida no era perfecta, ni mucho menos un hombre ejemplar, pero nunca fingió interés por cuestiones que no le beneficiaban– ¿Puedes realizar el pago en efectivo?- ¡Bah! A la antigua –carcajeó–. Deberías modernizarte –echó a reír–. De cualquier manera, no estas para contarme ni yo para preguntar, así será ¿Dónde nos encontramos para realizar la transacción?- Dentro de un par de horas, en la cafetería “Coche poche” –suspiré–. Llamaré a mi abogado y le diré que prepare los documentos –golpeé ligeramente el timón–. El me acompañará.- Perfecto –se escucharon delicadas risas. Al parecer habían ingresado mujeres–. Nos vemos entonces, haré que preparen el dinero. Ahora voy a relajarme un momento.- No me cuentes tu vida
Un mar de abundantes lágrimas saladas, acudieron presurosas a rebasar sus gastados ojos. Su boca se torció en un gesto doloroso, rechinó los dientes evitando hacer ruidos, sabía que me incomodaba ver llorar a las personas, pero ahora todo era diferente.- A veces es bueno hacerlo –dije frotando su cabeza.Maximilian echó a llorar con desesperanza. Parecía un niño abandonado, que le suplica a una distante presencia omnipotente, volver con sus padres. Yo lo reconforté a mi manera, no era muy bueno manejando emociones ajenas ¿Qué habría hecho Vanesa en este momento? No puedo evitar sonreír con solo imaginar que, seguramente, le hubiera contado uno de sus graciosos chistes o hubiera preparado una deliciosa comida para él. Eso último me puso un poco celoso.Dejé a Maximilian en un hotel. Aquella fue la última vez que lo vi. Espero que su viaje sea grato y pueda vivir el resto de sus días, al lado de su esposa, en un lugar pacífico y no tenga que volver a embarcarse en un viaje peligroso, a
Transcurrieron exactamente tres meses desde que Mr. Stevens llegó a vivir con nosotros y en todo ese tiempo, no vi aquella señal que nos avisa a las mujeres que aún no seremos madres; eso solo significaba una cosa…¡Iba a tener un hijo!Estaba feliz y asustada al mismo tiempo.Esa mañana esperé que mis padres y Mr. Stevens se fueran a trabajar, acompañé a Dalia a la escuela y pasé por la farmacia para comprar una prueba de embarazo. Ya en casa, me encerré en el baño y esperé con impaciencia el resultado.¡Mis sospechas eran ciertas!¡Sería mamá!¡Mr. Stevens se pondrá feliz cuando se entere que Ame estaba en camino!Ahora entiendo por qué eligió ese nombre, él ya sabía que esto sucedería. Apostaría mi alma a que solo aguardaba el día en que le diera la noticia.Caminé a la cocina bailando al son de una sabrosa cumbia, de esas que no te dejan tranquila si no aplicas los pasos que te indican en cada estrofa.La alegría no cabía en mi corazón.No tenía manera de expresar tanta felicidad,
- Debiste pensarlo mejor antes de acostarte con una mujer que no era tu novia –dijo mi hermano con una imperceptible sonrisa en sus labios–. Que irónica es la vida ¿Verdad?- ¡Este bastardo no es mi hijo! –Rompí furioso las hojas–. ¡Esa zorra se embarazó a propósito! –Caí de rodillas al suelo. Vanesa solo me observaba entristecida.#- Si yo te dijera que estoy embarazada ¿También sería una zorra y mi hijo se convertiría en un bastardo? –Pregunté dolida. Nunca me imaginé escuchar semejantes palabras de su boca; él iba a tener un hijo con Marilyn y no podía aceptarlo ¿Qué diría ese niño cuando crezca y se entere que su padre no lo amaba?- ¡No! –Exclamó aferrando su rostro a mi cintura–. ¡Jamás diría eso de ti! No hay punto de comparación entre esa mujer y tú ¡Eres distinta a ella! ¡Yo amaría a nuestro hijo!- ¿Por qué dices que soy distinta? –Inquirí enfadada. No soportaba verlo humillar de esa manera a Marilyn, ella era fémina igual que yo y como tal, debía defenderla. Además, todo e
No debí precipitarme con mis decisiones, debí calmarme y escucharlo…¡¿Qué importa si va a tener un hijo con otra?!, Estoy segura que hubiera preferido quedarse conmigo, estoy segura que hubiera amado a nuestro niño….¡Tonta!¡Estúpida!Lo dejaste marchar con facilidad y ahora esa mujer es feliz a su lado.Pero… Pero si él decía amarme tanto…¿Por qué no volvió a buscarme?Mis padres al enterarse que serían abuelos, me odiaron y querían matar a Mr. Stevens; más, Henderson intervino y logró que me perdonaran.Decidió por voluntad propia, hacerse cargo del niño; me hizo prometer que cuando crezca, le diría que él era su padre. Yo acepté temerosa; no sabía qué hacer ni a quién acudir, mi Príncipe me había abandonado y me sentía sola, completamente sola.Henderson fue bueno conmigo, me acogió en su casa –la que compró especialmente para mi niño y para mí–, después que mis padres concluyeran que ya no podía seguir viviendo con ellos, porque había faltado a su confianza.Los entiendo, no po
Pero yo… Yo no dejaré que se salga con la suya, no le permitiré ser feliz al lado de otro hombre. Cargarás conmigo hasta el día de tu muerte… Vanesa…¡Acabaré contigo como se exterminan las cucarachas y las ratas de las letrinas!#- No estoy segura –Henderson llevaba días insistiendo con lo mismo–. ¿Si no funciona? –Desvié el rostro intentando evitar su penetrante mirada grisácea. Me sentía incómoda cerca de él. No era mi Príncipe amado.- Todo estará bien –sonrió–. Sólo déjate llevar.- ¿Cómo estoy segura que esto servirá para olvidarme de Mr. Stevens? –Él decía que, si ambos hacíamos el amor, olvidaría por completo aquella persona que tanto amé, y me haría a la idea que el hijo era suyo y no de mí Príncipe–. No quiero mentirte, yo aún lo amo –sus brazos vacilaron un momento en abrazarme–. Será mejor que me valla. No te mereces una mujer como yo –giré sobre mis talones, con la única finalidad de irme. Quería desaparecer, volar lejos de todo y de todos. Internarme en la inmensidad de
Desde aquel día, iba religiosamente todas las tardes a casa de mi hermano, y la observaba desde lejos, mientras mordía mis labios desagarrándolos con furia.A través de esa ventana, aquella vulgar ventana que me mostraba una deformada imagen del amor, podía verla. Sonreía, danzaba, hablaba y besaba al infeliz de Henderson como si fuera el único hombre sobre la tierra. Él la tenía en sus manos, la había deslumbrado con toda esa caballerosidad fingida. Lo único que este sujeto buscaba, era hacerme enojar y lo consiguió. Dudo que él pueda amarla tanto como yo. Siempre prefirió a las muchachas vírgenes, eso lo sabía muy bien, al igual que todos en la empresa. Era estúpido que ahora fingiera amarla, sabiendo que su cuerpo ya no era puro, ella fue mía primero.Después de contemplarla, lloraba agriamente y refundiéndome en los rincones más oscuros y repugnantes de aquel bar, bebía hasta quedar dormido para no sentir más el agudo dolor de la traición. Solo quería morir. Dejar de respirar y ol