Pero yo… Yo no dejaré que se salga con la suya, no le permitiré ser feliz al lado de otro hombre. Cargarás conmigo hasta el día de tu muerte… Vanesa…¡Acabaré contigo como se exterminan las cucarachas y las ratas de las letrinas!#- No estoy segura –Henderson llevaba días insistiendo con lo mismo–. ¿Si no funciona? –Desvié el rostro intentando evitar su penetrante mirada grisácea. Me sentía incómoda cerca de él. No era mi Príncipe amado.- Todo estará bien –sonrió–. Sólo déjate llevar.- ¿Cómo estoy segura que esto servirá para olvidarme de Mr. Stevens? –Él decía que, si ambos hacíamos el amor, olvidaría por completo aquella persona que tanto amé, y me haría a la idea que el hijo era suyo y no de mí Príncipe–. No quiero mentirte, yo aún lo amo –sus brazos vacilaron un momento en abrazarme–. Será mejor que me valla. No te mereces una mujer como yo –giré sobre mis talones, con la única finalidad de irme. Quería desaparecer, volar lejos de todo y de todos. Internarme en la inmensidad de
Desde aquel día, iba religiosamente todas las tardes a casa de mi hermano, y la observaba desde lejos, mientras mordía mis labios desagarrándolos con furia.A través de esa ventana, aquella vulgar ventana que me mostraba una deformada imagen del amor, podía verla. Sonreía, danzaba, hablaba y besaba al infeliz de Henderson como si fuera el único hombre sobre la tierra. Él la tenía en sus manos, la había deslumbrado con toda esa caballerosidad fingida. Lo único que este sujeto buscaba, era hacerme enojar y lo consiguió. Dudo que él pueda amarla tanto como yo. Siempre prefirió a las muchachas vírgenes, eso lo sabía muy bien, al igual que todos en la empresa. Era estúpido que ahora fingiera amarla, sabiendo que su cuerpo ya no era puro, ella fue mía primero.Después de contemplarla, lloraba agriamente y refundiéndome en los rincones más oscuros y repugnantes de aquel bar, bebía hasta quedar dormido para no sentir más el agudo dolor de la traición. Solo quería morir. Dejar de respirar y ol
Quiero recuperarla. Quiero volver a ser el dueño de su amor incondicional, de sus sueños y fantasías. Quiero que cure mis heridas con las blandas yemas de sus dedos. Quiero que añore ser mi esposa, que sus ojos brillen ilusionados cada vez que hable de nosotros. No puedo permitir que se convirtiera en la esposa de Henderson. No importa si se acostó con él, yo me encargaría de borrar las mugrientas marcas de su cuerpo.- Mr. Stevens –besó mis labios con ese exquisito encanto que solo ella podía bridar.Ese contacto fue devastador. Mis piernas flaquearon y caí de rodillas al suelo, sumergiendo mi rostro en las perfumadas telas de su blanca falda. No podía creer que fuera ella la misma mujer que vi en brazos de mi hermano, tal vez mis ojos me jugaron una mala pasada.Después de unos papeles, firmas y trámites, Henderson me llevó a su casa. El extenso camino transcurrió en afonía.Yo estaba recostado sobre el cándido pecho de Vanesa, escuchando los delicados latidos de su amante corazón,
- Discúlpame –dejando la bandeja sobre la mesa–. Es solo que…–Tendiéndose encima de mí–. No me gustó ver que te preocuparas tanto por Stevens, él solo te hizo daño y aun así tú… Tú los sigues amando –vi cristalizarse sus pupilas hasta romperse en miles de fragmentos acuosos–. Dime ¿Qué debo hacer para que me quieras? Si te lastimo como lo hizo él, si soy como es él… Entonces ¿Me amarás?- Henderson…–Susurré sin saber que más decir–. Perdóname –cubrí mi rostro son las sábanas–. Me gusta cómo eres. Te odiaría si te conviertes en lo mismo que Mr. Stevens. Te quiero así, tierno y dulce, amable y compresivo…- Vanesa –descubrió mi faz–. Dime todo eso mirándome a los ojos y no me atreveré a dudar de ti nunca.Mi valiente caballero, ¿Por qué tuviste que enamorarte de una mujer necia?No te merezco, lo sé; pero, no quiero alejarme de tu lado. Me acostumbré a tus atenciones, tus cariños, tus besos, esas palabras afectuosas que dices cuando hacemos el amor; porque contigo, solo contigo, aprendí
Después de aquello, intentó escapar de mi lado, pero no la dejé hacerlo. Corrí tras ella y la aprisioné entre mis brazos. Aquella noche firmé mi sentencia con nuestros besos, sin saber que la ruina estaba cerca, acechando la fortaleza que había construido. Tal vez, hubiera sido mejor dejarla ir en ese momento. Ojalá pudiera devolver el tiempo para reparar mis errores, y no pecar de inocente, pero ya es muy tarde para eso.Desde este momento, juro que vengaré cada herida que abrió en mi alma. Haré que cumpla con la promesa que alguna vez me hizo:“Estaremos juntos siempre, incluso si hay vida después de esta…”Seremos encadenados el uno al otro. Nuestra esencia viajará junta por toda la eternidad. Te amo… Vanesa.Empecé a acecharla como un hambriento lobo a una mansa oveja. Día tras día, aguardaba desde la distancia, solo para verla desenvolverse en su rutina.Sufría con cada beso suyo, lloraba cuando se tomaban de las manos y golpeaba las paredes cuando llegaba la noche, sabiendo que
¿Por qué?¿Por qué mi Príncipe me hizo esto?Yo lo amaba…Yo deseaba ser feliz a su lado y si me lo hubiera pedido, habría huido con él a donde quisiera; sin embargo, aunque me hiera, no puedo odiarlo¡No puedo!Lo amo y me siento culpable por todo lo que ha sucedido en su vida. Sé que, por mí, él dejó todo lo que le gustaba y amoldó sus costumbres a las mías. Cambió su estilo de vida y se dedicó a hacerme feliz, a cuidar de mi familia y a brindarnos estabilidad.No fui lo suficiente fuerte para cobijarlo, no fui lo suficiente buena para un hombre como Mr. Stevens.Merezco todo lo que me pasa. Merezco todos y cada uno de sus golpes. Merezco su odio, su desprecio, incluso ahora no puedo entender como es capaz de tocar a una mujer tan sucia como yo. Ya no era solo suya, también me acosté con su hermano.Es necesario que sufra para que mitigue su dolor, su amargura, su tristeza; estaba desesperado y solo quería sentir que vivía, que su vida no se había desperdiciado en algo innecesario.
- No… No –susurraba con las escazas fuerzas que le quedaban. Una hemorragia estaba a punto de arrebatarle la vida–. Mí Príncipe… ¿Por qué lastimó a Ame?- ¿Qué? –Dije quitando el afilado metal–. A… ¿Ame? –Las lágrimas acudieron presurosas y rebasaron los límites de mis ojos–. ¿Qué dices?... No… No mientas…- Era tu hijo… Nuestro hijo –sollozaba de dolor. Las contracciones de su tierna boca, me avisaban que el fin estaba cerca.- ¡¿Por qué no me lo dijiste?! –Tapé su herida con mis manos. No había manera de contener la sangre que drenaba fulminante desde su interior–. Vanesa… Mi ángel… Mi ángel hermoso –la calidez del fluido abrigaba mis fríos dedos; era como si el pequeño… Era como si mi hijo, besara mis manos con sus tibios labios–. ¡Vanesa! ¡Vanesa!- Stevens –musitó cerrando los ojos. Yo no podía soportar el dolor de convertirme en el asesino de mi familia… Mi mujer… Mi hijo… Mi vida–. Lo amo –exhaló para luego dejar de respirar.¡Mi amada!¡Vanesa!Exclamé desesperado, como si mis
Él nos odiaba. Cada vez más, empujaba con fuerza dentro de mí aquel despreciable y frío cuchillo. Sentí claramente como tocó el cuerpecito de mi pequeño, podía sentir como lo destrozaba sin compasión. ¡Soy una inútil! ¡Una m*****a inútil que no sirve para nada! No pude cuidar bien del hombre que amaba y no pude proteger a mi inocente hijo. Las lágrimas no tardaron en llegar y cristalizar mis ojos. Tal vez debí decirle que este pequeño que traía en mi vientre, era tan suyo como mío. Debí decirle que era nuestro hijo, pero una vez más había decidido guardar un estúpido silencio que solo nos arrastró a la desolación. Tal vez, si le dijera que es su hijo, él haría algo para salvarnos… - No… No –susurré con las escazas fuerzas que me quedaban. La fluctuante sangre que emigraba al exterior, estaba a punto de arrebatarme la vida–. Mí Príncipe… ¿Por qué lastimó a Ame? Vi como la desesperación hacía mella en sus ojos. Aquella horripilante sonrisa desaparecía, para dar paso a una mueca de c