A pesar de mis escasos años, me di cuenta que Marcus pretendía manipular a su hijo conmigo.Si lograban retenerme, Mr. Stevens no se iría y así su padre no perdería su gallina de los huevos de oro; sin embargo, no entendía cuál era el afán por parte de Henderson para que me quedara en CODALU. Si Mr. Stevens se iba, él podría ocupar ese importante cargo y convertirse en un personaje tan relevante como mi Príncipe.¿Para qué me necesitaría?- Si deseas que me quede –acotó Mr. Stevens–. Discúlpate con Vanesa.- ¡Yo! ¡¿Disculparme con esa mujer barata?! ¡Olvídalo!- Adiós padre –dictaminó con determinación.Encendió el auto y arrancó dejándolos atrás.Yo sé lo importante que es para él este trabajo, y verlo renunciar así debe ser muy difícil. No supe que hacer para consolarlo, solo incliné el rostro y me disculpé. Él no se merece una mujer inútil como yo.#Me sentía liberado.Sabía que al cortar lazos con CODALU, podía iniciar una nueva vida, con un mejor trabajo –en el que la gente no m
El cielo oscureció y sutiles gotas inundaron el ocaso.No nos dimos cuenta que las nubes pronosticaban una noche extremadamente fría. Las calles se tornarían resbalosas en cuestión de minutos. No le dimos importancia, si no, hasta que la gélida precipitación cayó sobre nosotros, empapándonos por completo.Empezamos a reír mientras corríamos al automóvil; ya dentro, nos besamos como dos adolescentes excitados después de hacer una travesura –claro, yo aún era joven, pero Mr. Stevens, ya no tenía edad para andar en chiquilladas–, después nos observamos escasos segundos antes de dar rienda suelta a nuestras pasiones.Me gustó la manera varonil en que mi Príncipe me hizo el amor. Era la segunda vez y fue algo doloroso –menos que la anterior–, pero ese sufrimiento fue agradable, placentero.Él me preguntó si deseaba que fuera delicado, le dije que así estaba bien; me agradaba el ímpetu con que se deslizaba dentro de mí, y la fuerza con que apretaba mi cuerpo entre sus brazos.- Te amo
- Mucho gusto…–Guardé silencio esperando que dijera su nombre.- Retírese por favor –pidió amablemente su madre.- Mamá –susurró Vanesa–. Al menos permítannos ingresar a la sala y ahí hablaremos.- Este hombre no pisará nuestra casa –replicó su padre–. Váyase en este mismo instante o tendré que…- ¡Papá! –Suplicó mi niña–. Es por él que pudimos pagar las deudas, Mr. Stevens fue muy amable conmigo y me ayudó en diversas ocasiones.- ¿Qué te pidió a cambio? –Inquirió su madre, quien era una mujer muy linda.- Nada…–Se miraron unos a otros. El frío se tornaba cada vez más insoportable–. Ustedes me enseñaron que no se debe juzgar a las personas por su apariencia, ni por lo que dice el resto. Les ruego, escúchenlo y demuéstrennos a Dalia y a mí que ponen en práctica sus consejos.Rechinaron los dientes unos instantes.Tenían miedo de abrirle las puertas de su humilde hogar a un depredador; pero este lobo se había vuelto vegetariano y no pensaba devorar a ningún miembro de ese pacífico reba
- ¿Por qué lo preguntas? –Miraba atento las luces del semáforo.- Pensaba salir a buscar…–Antes que terminara la frase, volteó a verme. Tenía el ceño fruncido y los ojos rojos como el carmesí.- ¿Qué dijiste?- Nada –susurré.- No tardaré más de dos horas –volvió a ver las pistas a través de la luna delantera–. Cuando regrese, quiero encontrarte en casa.- De acuerdo –asentí sin atreverme a mirarlo–. Te amo.Respondió con un cacofónico ruido de motor que asfixió mis palabras, perdiéndolas en un grotesco espacio entre él y yo.No entiendo porque se comporta de esa manera; a veces es tierno y amable conmigo, otras, grita y descarga su enojo sin importarle mis sentimientos. Quiero pensar que es porque se siente atrapado por sus problemas. Me encantaría que confiara más en mí, en lugar de guardarse todo para sí mismo.Me dejó en casa y se marchó en medio de una polvareda vertiginosa.Era doloroso verlo en ese estado, yo lo amaba desmesuradamente y me sentía morir cada vez que se alejaba s
- Vamos hombre –agregó soltando una lacónica carcajada–. No me cuentes tu vida, no me interesa. Hablemos de negocios.- Tan contarte como siempre –suspiré mientras sonreía. De todas las personas que conocí en este frívolo mundo, Walter fue el más sincero. Debo admitir que su vida no era perfecta, ni mucho menos un hombre ejemplar, pero nunca fingió interés por cuestiones que no le beneficiaban– ¿Puedes realizar el pago en efectivo?- ¡Bah! A la antigua –carcajeó–. Deberías modernizarte –echó a reír–. De cualquier manera, no estas para contarme ni yo para preguntar, así será ¿Dónde nos encontramos para realizar la transacción?- Dentro de un par de horas, en la cafetería “Coche poche” –suspiré–. Llamaré a mi abogado y le diré que prepare los documentos –golpeé ligeramente el timón–. El me acompañará.- Perfecto –se escucharon delicadas risas. Al parecer habían ingresado mujeres–. Nos vemos entonces, haré que preparen el dinero. Ahora voy a relajarme un momento.- No me cuentes tu vida
Un mar de abundantes lágrimas saladas, acudieron presurosas a rebasar sus gastados ojos. Su boca se torció en un gesto doloroso, rechinó los dientes evitando hacer ruidos, sabía que me incomodaba ver llorar a las personas, pero ahora todo era diferente.- A veces es bueno hacerlo –dije frotando su cabeza.Maximilian echó a llorar con desesperanza. Parecía un niño abandonado, que le suplica a una distante presencia omnipotente, volver con sus padres. Yo lo reconforté a mi manera, no era muy bueno manejando emociones ajenas ¿Qué habría hecho Vanesa en este momento? No puedo evitar sonreír con solo imaginar que, seguramente, le hubiera contado uno de sus graciosos chistes o hubiera preparado una deliciosa comida para él. Eso último me puso un poco celoso.Dejé a Maximilian en un hotel. Aquella fue la última vez que lo vi. Espero que su viaje sea grato y pueda vivir el resto de sus días, al lado de su esposa, en un lugar pacífico y no tenga que volver a embarcarse en un viaje peligroso, a
Transcurrieron exactamente tres meses desde que Mr. Stevens llegó a vivir con nosotros y en todo ese tiempo, no vi aquella señal que nos avisa a las mujeres que aún no seremos madres; eso solo significaba una cosa…¡Iba a tener un hijo!Estaba feliz y asustada al mismo tiempo.Esa mañana esperé que mis padres y Mr. Stevens se fueran a trabajar, acompañé a Dalia a la escuela y pasé por la farmacia para comprar una prueba de embarazo. Ya en casa, me encerré en el baño y esperé con impaciencia el resultado.¡Mis sospechas eran ciertas!¡Sería mamá!¡Mr. Stevens se pondrá feliz cuando se entere que Ame estaba en camino!Ahora entiendo por qué eligió ese nombre, él ya sabía que esto sucedería. Apostaría mi alma a que solo aguardaba el día en que le diera la noticia.Caminé a la cocina bailando al son de una sabrosa cumbia, de esas que no te dejan tranquila si no aplicas los pasos que te indican en cada estrofa.La alegría no cabía en mi corazón.No tenía manera de expresar tanta felicidad,
- Debiste pensarlo mejor antes de acostarte con una mujer que no era tu novia –dijo mi hermano con una imperceptible sonrisa en sus labios–. Que irónica es la vida ¿Verdad?- ¡Este bastardo no es mi hijo! –Rompí furioso las hojas–. ¡Esa zorra se embarazó a propósito! –Caí de rodillas al suelo. Vanesa solo me observaba entristecida.#- Si yo te dijera que estoy embarazada ¿También sería una zorra y mi hijo se convertiría en un bastardo? –Pregunté dolida. Nunca me imaginé escuchar semejantes palabras de su boca; él iba a tener un hijo con Marilyn y no podía aceptarlo ¿Qué diría ese niño cuando crezca y se entere que su padre no lo amaba?- ¡No! –Exclamó aferrando su rostro a mi cintura–. ¡Jamás diría eso de ti! No hay punto de comparación entre esa mujer y tú ¡Eres distinta a ella! ¡Yo amaría a nuestro hijo!- ¿Por qué dices que soy distinta? –Inquirí enfadada. No soportaba verlo humillar de esa manera a Marilyn, ella era fémina igual que yo y como tal, debía defenderla. Además, todo e