—Aurorita, no te voy a mentir, este proyecto no es nada normal. Casi todos piensan que va a fracasar y por eso hay muy pocos inversionistas dispuestos a poner dinero. Pero yo creo que tiene mucho potencial. Si sale bien, las ganancias se van a multiplicar y la empresa va a ganar mucha reputación. Tienes que saber que esta empresa no lleva mucho tiempo y yo acabo de volver al país, no tengo muchos recursos, así que este proyecto es mi única oportunidad. Por eso, Aurorita, en serio espero que me ayudes a cerrar esta inversión.—Pero... yo no sirvo para este tipo de cosas.Pensé que Michael tenía demasiada fe en mí.Sí, nací en una familia rica, pero ahora no tengo nada, no tengo plata, ni conexiones, ni habilidades. ¿Cómo voy a ayudar en algo así?Además, hay tanta gente buena en la empresa, ¿por qué no dejarles eso a ellos?Por lo que dijo, este proyecto es clave para la empresa, y yo, que apenas entré y no tengo experiencia, no me siento capaz de meterme en algo así.Si lo arruino, el p
Michael y yo íbamos sentados atrás.Me miró y con un tono de disculpa dijo:—Perdón, Aurorita. Pero esta vez necesito que me ayudes con tus contactos.—No tienes que disculparte. Al final, nos hiciste un favor enorme a mi papá y a mí —le contesté.Me quedé pensando un momento y luego agregué:—Pero, para ser sincera, no soy tan cercana a Alan. No puedo asegurar que logre conseguir algo.—No te afanes, haz lo que puedas —dijo Michael mientras me daba un golpecito en el hombro, con esa expresión cálida que siempre tiene.Lo miré unos segundos, después giré la cabeza hacia la ventana. Tenía la cabeza llena de dudas.Alan parecía relajado, medio bromista, y no era fácil hablar con él.Además, disfrutaba provocar a Mateo.Suspiré. Tenía que encontrar la forma de hablar con Alan y pedirle que no dijera nada.Mientras pensaba en eso, vi a Javier, reflejado en el vidrio.Volteé por reflejo, y en ese instante nuestras miradas se cruzaron.Sentí un pequeño brinco en el pecho.Lo miré y le pregunt
Vi a Mateo entrar, con su traje tan elegante.Su presencia era fuerte, y con esas cejas pobladas y esa mirada tan amenazante, imponía respeto.Me miró con una sonrisa apenas marcada, con ese aire burlón que tanto conocía.Sentí que se me helaba el cuerpo de arriba abajo.¿Qué está pasando?¿Qué estás haciendo por aquí?¿No se suponía que el inversionista importante era Alan? ¿Qué hace Mateo apareciendo?Miré a Michael casi por reflejo.Tenía la mirada baja, no se podía ver su expresión.Entonces, ¿alguien me puede explicar por qué estábamos esperando a Alan y apareció Mateo?En ese momento, quise desaparecer, pero sentía los pies como pegados al suelo.Apenas Mateo entró, los otros dos empresarios se pararon y lo saludaron con respeto.Recién cuando él se sentó, ellos se animaron a sentarse también.Eso dejaba clarísimo quién mandaba ahí.Mateo me miró rápido y, con esa sonrisita, le dijo a Michael:—¿Así que ella es tu nueva asistente?La palabra "asistente" venía con veneno, se le not
Miré a Michael, con la cabeza vuelta nada.Pensando en lo insistente que fue para que buscara la inversión, sentí nervios por un momento.¿Era cierto no sabe que el verdadero dueño de Horizon International Group es Mateo?¿O no se imaginó que él sería el que aparecería?Al verlo con esa cara tan tranquila, me recorrió una sensación helada.Michael bajó la mirada y dijo con una sonrisa muy suave:—Creo que mi hermano está confundido. Cuando me fui al extranjero a estudiar, le dejé la empresa a Javier para que la manejara. Con el tiempo, él terminó siendo el presidente. Y sobre la relación de mi hermano con el señor Ferrucho, la verdad no sabía nada. Si hubiera sabido que él vendría, ni habría armado todo esto, ¿no te parece?Mateo soltó una risa seca y dijo con tono sarcástico:—¿Entonces por qué la trajiste a ella para hablar del proyecto? Si no me equivoco, apenas lleva unos días aquí, sin experiencia ni preparación. ¿Y tú la mandas a negociar un proyecto tan importante? ¿Es que no val
Con mi típica sonrisa, me acerqué a Mateo y le dije:—Señor Bernard, ¿me permite ofrecerle una copa si no le molesta?Sin esperar respuesta, me acerqué para servirle vino.Pero, de pronto, puso la mano sobre la copa y, mirando a Michael y Javier con una sonrisa burlona, preguntó:—¿Esto es lo que ustedes consideran talento? ¿Servir vino para quedar bien? Vaya, su empresa sí que anda escasa de talento.Michael abrió la boca, pero no alcanzó a decir nada. El tranquilo Javier sonrió y contestó:—Brindar es algo básico, ¿no cree? Señor Bernard, ¿no será que está siendo un poco duro con Aurora?Mateo miró hacia abajo y, después de un rato, se rio un poco y quitó la mano.Le serví el vino con cuidado, luego me serví una copa para mí, la levanté y le dije:—Mejor les ofrezco un brindis.Mateo no dijo nada. Solo alzó su copa, brindó conmigo y se la tomó de un solo trago.Al parecer, no fue tan difícil que aceptara el primer brindis.Después me acerqué a Ciferri y Donati para brindar también.Al
Con fuerza, me solté de la mano de Michael y le sonreí:—Tranquilo, voy a hablar como se debe con este señor Bernard. Al final, el proyecto tiene bastante potencial, las ganancias pueden multiplicarse un montón. Él es bueno para hacer negocios, seguro ve que es una buena oportunidad.Mateo sonrió, tranquilo, sin decir nada.Estaba clarísimo que no vino por el proyecto, vino por mí.O sea, ya sabía que yo estaría representando a EC Media en esta reunión.Pero, ¿cómo lo supo? ¿Desde cuándo lo sabía?Hoy cuando me llamó, sonaba como si no supiera ni dónde trabajaba.Y yo misma recién me había enterado de que Michael era el dueño de la empresa.Pensé en cómo Michael me convenció de venir.¿Será que lo hizo a propósito? ¿Era su informante?Sacudí esos pensamientos y le ofrecí otra copa a Mateo.Después seguí explicando las ventajas del proyecto, intentando que se interesara.Mateo no le prestaba mucha atención a lo que decía, pero cada copa que le ofrecía, se la tomaba sin rechistar.Donati
—Si para hacer negocios dejas que tus sentimientos se involucren, entonces mejor no hay trato —dijo Mateo.Sus palabras tenían mi nombre.Básicamente me estaba echando en cara que quería usar lo que hubo entre nosotros para sacarle una inversión, ¿no?Qué risa. Ni se me cruzó por la cabeza usar nuestro pasado.Si lo hubiera hecho, seguro me habría dejado en ridículo sin pensarlo.¿Ocho copas? No es para tanto. Me las tomo y listo, aunque después ande mal varios días.Miré a Mateo y le pregunté con voz firme:—¿Es en serio? ¿Si me tomo estas ocho copas, inviertes en el proyecto? Espero que cumpla con su palabra, señor.Mateo botó el humo del cigarro y se rio con un tono burlón:—Yo no engaño a la gente, no como otras personas.Me entró una sensación de tristeza amarga.¿Se refería a mí con ese “otras”?Ya qué, para él siempre fui una mentirosa.—Eso es, Mateo es un hombre de palabra. Si te tomas esas ocho, no solo él, mi empresa también va a invertir —dijo Donati.—Y la mía también —añad
Con la vista borrosa, vi a Mateo soltar el humo del cigarro mientras me miraba en silencio, con esa mirada tan amenazante.Temiendo que se desesperara, ni pensé en descansar. Agarré la quinta copa.Pero, justo cuando iba a tomarla, una mano grande me agarró la muñeca.Era Michael, con una mirada que no podía entender:—Aurorita, ya no más. No necesitamos esta inversión.Intenté soltarme:—Déjame. Te dije que lo haría, y lo voy a cumplir. Faltan cuatro, no voy a dejarlo a medias. Sería como si las otras no hubieran servido de nada.En eso, Javier miró a Mateo y dijo:—Yo voy a tomar por ella.Mateo se le quedó viendo con una sonrisa llena de fastidio y respondió:—¿Te dio lástima? Entonces, ¿para qué la trajiste? Si aceptaste el trato, no te eches para atrás, sé hombre y llega hasta las últimas consecuencias.Javier lo miró, enojado. Iba a decir algo más, pero yo lo tomé del brazo y le sonreí:—No pasa nada, señor Martínez. Es solo un poco de alcohol, no es la primera vez que tomo. Ya ve