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Estoy bien, gracias por no preguntar

“Cada lágrima enseña a los mortales una verdad”.

Platón.

(427 a.C.-347 a.C.)

Filósofo griego.

Correr bajo la lluvia sería romántico si tu destino fuese encontrar al amor de tu vida con los brazos abiertos, así como en las películas, sin embargo, ese no es mi momento.

El taxi se estaciona frente a mi edificio, la lluvia ya dejó charcos en la acera. Sin pensarlo dos veces salgo disparada chapoteando el agua del camino, empapándome, no hay otra opción. Llego a la recepción con aspecto de patito feo, y con mucho frío. Tiemblo por el frio que se cuela de afuera.

—Hola, Bee —saluda Eddy con una mueca de desagrado.

—No digas nada —replico, con una mirada mordaz—, ¿mamá ya llegó?

—Sí, hace rato subió.

Sin decir nada más voy directo al ascensor, no puedo creer mi imagen reflejada en sus paredes de espejo. Si bien sé, que luego de correr en la lluvia mi aspecto no es el mejor, ahora entiendo la reacción de Eddy, soy la encarnación de Samara la chica de El Aro[1]. El cabello húmedo cubre mi rostro, parezco un espanto.

Entro al departamento, busco a mi mamá para entregarle su caja un poco mojada con porciones triangulares de felicidad, si por ella fuera comería pizza de desayuno, almuerzo y cena.

—Abejita, ¿eres tú? —pregunta gritando desde la cocina.

 —Sí, má. Te traje algo —me acerco a dónde está y pongo la caja en la barra. Voltea y ve la pizza sus ojos brillan con emoción. Me encanta esa mirada en mi mamá. Luego repara en mí con el ceño fruncido.

—Bee, pero ¿qué te sucedió?

—La lluvia, mamá. —No necesito explicar más.

Me estremezco por el frío en mi ropa húmeda, o mejor dicho, empapada. Necesito una ducha. La dejo con su pizza y subo, mientras camino por el pasillo, sin querer escucho la voz amortiguada de mi hermano, suena alterado. Intento poner atención.

—No, no es así como funcionan las cosas —dice Matt con enojo en su voz. La puerta de su cuarto no está cerrada del todo. Mamá no me dijo que había alguien con Matt, por lo que debe estar al teléfono—. Por supuesto que estoy enojado, Rose. ¿Cómo no estarlo? No me dijiste nada, ni siquiera lo insinuaste, teníamos todo planeado, ponte en mi lugar. —brama esto último, me siento intrusa al escuchar parte de su conversación, por eso continúo el camino a mi dormitorio.

Quiero saber más, pero sé que si Matt tiene algún problema seguro me contará después. Así es como son las cosas entre nosotros, no nos ocultamos nada. Él es mi refugio y yo el suyo.

Dejo el bonsái en el escritorio, pienso en qué es aquello que Matt le reclama a Rose no haberle contado, porque dudo que a mí me hubiese dicho. No puedo dejar de pensar en lo furioso que se escuchaba, espero no sea nada grave.

Al salir de la ducha, más fresca, me pongo un pijama rojo de tirantes, que dice: «Estoy bien, gracias por no preguntar», decido organizar mi horario de la universidad. Ya quedan solo doce días para comenzar el nuevo período.

Mamá nos llama para cenar y noto que Matt está tenso, con la mirada perdida, apenas responde con monosílabos a las preguntas de mamá.

Aunque quiero saber, no preguntaré qué pasó, cuando se sienta listo me contará. Creo que mamá también nota la ausencia de la alegría que caracteriza a mi hermano, porque deja de hacer preguntas y nos concentramos en acabar el pollo con puré de papas que preparó.

—Amores, vayan a descansar. Yo me encargo de los platos. No tengo guardia hasta dentro de tres días. —anuncia con una sonrisa, acabamos de comer, se levanta y nos besa la frente. Los dos asentimos y obedecemos. Salimos casi abrazados de costado a nuestras habitaciones.

Apenas subimos unos escalones Matt me hace una pregunta que me toma por sorpresa.

—¿Bee, crees en el amor? ¿Crees que el amor existe? —Con calma, me mira con unos ojos que, aunque iguales a los míos, en este momento tienen un remolino de emociones debatiéndose en ellos, rabia, decepción, tristeza, dolor. Emociones que no son buenas y que odio ver en sus ojos. Presagio que algo malo pasó.

—Ehm… —reflexiono su cuestionamiento y me pregunto, ¿a qué se debe que me interrogue de repente sobre eso?

Es obvio que no he tenido novio antes, creo en el amor de verdad, en las almas gemelas, en el hilo rojo que puede estirarse, doblarse, contraerse, pero nunca romperse. Sí, eso me lo habían enseñado mis libros. Sin embargo, no lo he experimentado de primera mano, por lo que no tengo una respuesta inmediata.

—¿Y bien? —insiste impaciente, en espera mi veredicto.

—Sí, gusano. Creo en el amor verdadero —respondo con seguridad—. El amor es lo que al mundo da sabor. Y por supuesto que existen las almas gemelas, estamos destinados para alguien, sino mira a Daemon y Katie[2] aunque nadie apostara por ellos, y se negaban a aceptarlo, el destino les tenía preparado otra cosa. El amor existe, Matt —digo con cariño—, solo hay que saber diferenciar dónde está y dónde no.

—Gracias, abejita —me sonríe con tristeza—, ¿siempre tienes que meter a tus amores de libro en una conversación profunda? —pregunta divertido, aunque esa sonrisa no es de verdad.

—Siempre, es obvio. —Pongo los ojos en blanco.

Continuamos el camino a su habitación que se encuentra a oscuras. Aunque no fui invitada sé que hay más cosas que me quiere decir, lo conozco, mucho más que a mí misma.

 Matt es el más especial de los hermanos, tiene el corazón más grande y bondadoso del mundo, a veces siento que se pasa de bueno y ni siquiera se da cuenta, es lo que todos llamarían un «tonto», pero no, él es bueno, sin más, y haría lo que sea por quitar esa tristeza de él, mas hoy, solo puedo escucharlo, y estar a su lado.

—Bee, tengo el corazón roto —confiesa con voz débil, casi un susurro, mientras mira sus manos.

Estamos sentados en el borde de su cama, y busco sus ojos. Están cargados de lágrimas. Lo abrazo con fuerza, como si con ese abrazo pudiera reparar su corazón de oro que se formó a la par del mío. Matt solloza con fuerza, y yo solo lo abrazo porque sé que es todo lo que necesita. Así nos quedamos un tiempo, abrazados, le susurro una y otra vez una canción de cuna para hacerlo calmar…

… Duérmete pequeño, no tengas temor,

que hermana te canta una nana con amor[3]

Canto como hacia cuando éramos pequeños y él lloraba.

No sé si funciona, pero lo noto un poco más calmado, poco a poco se separa de mí y me mira con los ojos más tristes que alguna vez haya visto, mi corazón se rompe con el de él. Sus ojos están enrojecidos de llorar, con la nariz y las mejillas igual de sonrojadas, intenta calmar su respiración acelerada.

—Gracias —murmura en un susurro apenas audible que sé que le costó mucho pronunciar, de nuevo sus ojos son una tempestad de dolor. Me duele verlo así, y a la vez siento enojo, tanto por no poder hacer nada, como por la razón que aún no conozco, pero que involucra a Rose.

Matt cierra los ojos, pega su frente con la mía, y una lágrima solitaria resbala de nuevo por su mejilla. La limpio con mi pulgar derecho, tomo su rostro con ambas manos, y le digo:

—Mírame —sigue con los ojos cerrados—, ¡mírame! —Repito con más fuerza, me mira, y continúo—, eres increíble, gusano. —Sonríe cuando pronuncio la palabra «gusano», por supuesto esa sonrisa no es de verdad, parece más una mueca—. Increíble —enfatizo la palabra para que me crea—, y estoy orgullosa de ti, te amo y nada de lo que haya pasado es tu culpa, y mucho menos culpa del amor. Eres lo más valioso para mí, después de mamá y odio verte triste. Así que ¿a quién matamos? —finalizo con una sonrisa cómplice, que tampoco siento en mi corazón, pero que pinto sin demora porque debo sacar a Matt de su agonía, y creo que mi broma lo logra. Por fin puedo ver que sonríe un poco de verdad.

Se carcajea de repente y no puedo contener mi risa tampoco.

—Eres más increíble, Bee. La única que en un momento así puede hacerme reír. —Y comienza una guerra de cosquillas que termina por hacerme caer de su cama.

—¡Ay, Bee, lo siento, no era mi intención! —Niega para hacerse la víctima. Me levanto del suelo sobándome el trasero. Se pone serio—. Rose —Revela de repente, con dolor en sus ojos, y con su voz plana—, es Rose —vuelve al tema de su tristeza, su rostro de nuevo es sombrío. Lo sospeché por la conversación a medias que escuché antes en el pasillo.

[1]) El Aro (película): es una película estadounidense de terror psicológico, estrenada en 2002.

[2]) Daemon y Katie: Pareja que protagoniza la Saga Lux de Jennifer L. Armentrout.

[3]) El original: “Que mamá te canta una nana con amor”

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