Narra Milton Estuve diez días en total junto a Rachel, hasta que finalmente decidí volver a Washington. Mi vuelo llegaba el viernes por la mañana, así que a pesar de que hubo un retraso en el vuelo, al medio día estaba en Port Angeles. Rápidamente me dirigí a La Push… quizás, hasta podría encontrar a Beatriz todavía en la reserva, y pedirle perdón por como la había tratado. Quería decirle, que pese a todo lo que había hecho, necesitaba tenerla cerca: pero esta vez como mi amiga, que pensar en ella de esa forma ya no dolía. Rápidamente me dirigí a casa de mi padre, quien estaba haciendo algunas llamadas telefónicas. En cuanto cortó la ultima llamada, se acercó para abrazarme ― Jake que bueno que vienes hijo, ¿cómo estas? ― Bien, padre. Estos días con esos chiquillos me han hecho muy bien, y por aquí, ¿cómo va todo? ― Aquí todo es un desastre, hijo. Necesitamos urgentemente buscar nuevos profesores, y a esta altura del año es muy difícil… ― Pero, ¿qué ha pasado? Me voy diez días
Después de que los invitados se fueran, ayudé a Beatriz a levantar las tazas de café que habían quedado en el living.― Cielo, mañana vienen mis padres ― comentó mi diosa.― Ah… no lo sabía ― respondí sorprendido, y no podía negar que el último encuentro que había tenido con Gerard no era de lo más emocionante, o emotivo. Era todo un fiasco, él me odiaba y con justa razón. Pero lo soportaría porque sabía que mi princesa necesitaba a sus padres cerca. Al fin y al cabo, tendría que acostumbrarme a ellos, también formaban parte de mi familia.― Se quedarán el fin de semana solamente, querían pasar un tiempo con Mía ― y pude notar sus ojitos llorosos, que me partía el alma.Solo la abracé y le di un beso. ― Creo que deberíamos irnos a la cama.Nos dirigimos a la habitación, entré al baño a ponerme mi pantalón pijama, cuando salí, pensé que Beatriz estaría ya en la cama, pero no; estaba sentada.― Bien ― dijo. ― Espérame aquí ― y se encerró en el baño.Mi teléfono sonó unos cuantos minutos
― Papi, papi, ¡Feliz cumpe! ― Y se trepó en Stefano . En ese momento se percató que sus abuelos estaban en casa. ― ¡Abuelitos! ― gritó, saltando de los brazos de su papi, a los de Gerard. ― Mía, ¿Cómo estas, pequeña? ― preguntó mi papá, mientras la giraba en el aire. ― Basta abuelo… que me estoy mareando ― mi padre paró bruscamente el juego y la dejó sobre la mesa. ― ¿Estás bien, mi niña? ¿Te sientes bien? ¿Quieres que vayamos al doctor? ― la cuestionó, asustado. ― No abue… pero no me gires así. ― Ma… má lete ― dijo Thommy, al tiempo que Stefano me pasaba su biberón. ― Así que tenemos un nieto nuevo, eh Beatriz ― interrogó mamá. ― Si, Thommy me dice mamá, así como Mía le dice papá a Stefano ― contesté con una hermosa sonrisa, dejé al niño en su sillita y comencé a preparar hot cakes. Servimos el desayuno y hablamos de muchas cosas, creo que mientras cambiaba a los niños Stefano y Gerard estuvieron hablando porque las cosas ya estaban más tranquilas. ― Cielo, nosotros nos
Narra StefanoLa mañana pasó rápidamente después de esa plática con Gerard. No quise ser duro ni prepotente, pero debía dejar en claro que todo lo que él pensó de mi fue un mal entendido, que yo siempre amé a Beatriz, dese el primer momento en que la vi, y si tuvimos que pasar por tantas cosas fue por no hablarlo. Era necesario aclararle que no dejaría a Beatriz, ni a mis hijos, que estaría a su lado siempre, y que sobre todo en este momento por el que atravesamos.También fue necesario dejarle en claro que pretendía contar con el apoyo de él para el tratamiento de la pequeña, que con la enfermedad de Mía, Beatriz más que nunca tiene que contar con todo el apoyo posible para poder sobrellevar esto, y si era necesario hacer algunos sacrificios para que la relación sea más amena, estaba dispuesto a hacerlos.Gracias al cielo, Gerard era consciente de eso, y estaba feliz de saber que me preocupaba por el bienestar de su hija y de su nieta, y que él también estaba predispuesto a dejar de
El viernes por la noche fue una noche única y especial. Nunca pensé que algún hombre podría despertar esas sensaciones en mí. Tenía tanto miedo y no sabía cómo sentirme, ya que a la vez, necesitaba confiar en alguien. Ver a mis padres juntos, con todo el amor que se tenían, a mis hermanos que estaban tan unidos a sus respectivas parejas, me daban muchas ganas de intentar algo, con ese moreno de ojos negros que me encandiló. Pero mi miedo de que él no sea el príncipe que me imagino y se convierta en un canalla no me deja tranquila. No quiero que si se llega a enterar de todo lo que viví, me deje… me rechace y no me quiera ver más. De todas formas, no puedo saber lo que siente él por mí. Aún es un poco apresurado pensar en todo esto, pero quizás, sólo quizá a lo mejor le pasa lo mismo que a mí. Escuché mi teléfono sonar y cuando lo revisé era un mensaje de un número desconocido **”¡Hola, Nessy! ¿Cómo estas? Soy Milton. Por primera vez, salté como una niña pequeña en mi cama. ¡Estaba
― Nessy: si estas pensando en tener algo con Milton, debes pensar en que en algún momento deberás contarle todo lo que pasó. Pero ese momento sucederá cuando tú lo quieras y te sientas preparada. Yo sólo le aclararía que no quiero que juegue contigo, ni que te presione para nada. Tan sólo sería eso, sería algo así como una charla sobre cómo cuidar a mi hermanita menor.― Gracias Bells, no sabes cuánto me tranquilizaste con tus palabras ― dijo.― No te preocupes Nessy. Siempre estaré para lo que me necesites, cuenta conmigo ― en ese momento Stefano se estaba acercando a mí, tomó una silla y se sentó a mi lado.― Gracias y tú también cuentas conmigo.― Nessy, tengo que dejarte, hablamos luego… cualquier cosa me llamas.― Chau Beatriz, cuídate.― ¿Qué quería mi hermanita? ― me cuestionó Stefano .― Tú hermanita quería un consejo amoroso ― dije, con voz cantarina.― ¿Qué? ¿Desde cuándo Nessy tiene novio? ― exclamó, exaltado.― No se trata de un novio… le gusta a alguien y la invitó a sal
Narra BeatrizEl lunes llegó ― para nuestro pesar― por lo que nos levantamos muy temprano y después de terminar de vestir a los niños y darles su desayuno, nos dirigimos a casa de Esmeralda para dejar allí a Thommy y seguir nuestro camino rumbo al hospital.Al llegar, nos anunciamos con la secretaría que nos hizo pasar al área de oncología. Esta era una sala grande y espaciosa. En ella había unos sillones de color azul, con una mesa pequeña en el centro, en uno de los costados también había una sala de juegos para los niños, Mía de inmediato se fue a jugar. El lugar estaba solitario, demasiado tranquilo para mi gusto.No pasaron ni cinco minutos, cuando el doctor Biers, junto con otros tres doctores se nos acercaron.― Stefano … Beatriz, permítanme presentarles a la Licenciada Carmen Ruibal, quien los acompañara psicológicamente en todo este proceso. Él es el doctor Benjamín Randall y el doctor Eric Yorkie. Ellos serán quienes llevarán a diario el tratamiento. ― Yo sólo asentí con la
Luego de acomodarnos, el facultativo sacó una carpeta. Supuse que debía ser el historial médico de mi hija.― Bien… aquí tengo todos los estudios de la pequeña. Como les informé ayer, empezaremos hoy mismo con la quimioterapia.― ¿Cómo encontraron los nuevos resultados? ― preguntó Stefano , interesado.― Lamentablemente no son buenos ― mi corazón se paralizó en ese momento.― Riley, por favor… ¿podrías mostrarme los valores?― Stefano , toma ― luego de un momento de evaluarlos, se miraron muchas veces, yo no aguantaba más, no soportaba estar al margen del estado de mi niña.― ¿Acaso no piensan decirme que es lo que va mal? ― cuestioné, indignada.― Bueno, Beatriz… por lo que hemos visto, los valores de Mía han empeorado con el correr de los días, la enfermedad avanza muy rápido, por lo que tendremos que ser muy agresivos en el tratamiento.― ¿Y eso que significa? ¿Mi hija debe quedarse todo el tiempo en el hospital? ¿O mi hija se va a morir? ― dije esas últimas palabras muy lentamente