Nuestro comienzo.
Cuando solía ser niña veía el mundo como algo irreal y bello, en donde yo siempre estaba en el centro de este. Veía a la gente de una manera tan ingenua e inocente, que al final me terminan lastimando de diferentes formas.
Por primera vez, mis padres y yo, habíamos decido visitar a mis tíos Lilian y Steve. Mi Tía Lili es hermana de mi mamá; tan parecidas que de espaldas no se podían diferenciar. Y podría decir que mi tía tiene bastantes cualidades, pero mi favorita, sin duda, es la manera en la que hace un pastel de chocolate.
Miro por la ventana el pueblo en donde estamos. Pasamos por una linda plaza en donde había niños jugando en el pasto o familias dando un paseo de tarde. Parece ser un lugar muy alegre.
Después de unos minutos el carro para en una casa grande bastante bonita con flores en su entrada y una puerta roja, que me recordó al programa que ve papá y el cual no se su nombre. Mi Tía Lilian sale de ella, feliz por vernos después de un tiempo.
- ¡Tía Lili! - grito, mientras voy corriendo a sus brazos hasta al fin abrazarla.
-Mi pequeña, cuanto creciste -me levanta del suelo y me apachurra, lo que me hace reír -. Eres más bonita de lo que recordaba ¡Mira todas esas pecas! -exclama, dándome un sonoro beso en la mejilla-. Pasen, por favor - saluda a mis padres con un abrazo amistoso.
- ¿Hiciste mi pastel? - le pregunto a mi tía con los ojos brillosos de emoción.
-Claro, nunca me olvidaría del famoso pastel.
- ¡Siii! - digo emocionada adentrándome de una a la casa
La casa es más espaciosa que la mía, pero eso no me evita encontrar la cocina. En la alta isla está un pastel de chocolate con cubierta de chocolate, hecho exclusivamente por mi tía. Una delicia que hace que se me caigan las babas del hambre.
Mi tío Steve llega justo antes de que yo pueda meterle el dedo a la deliciosa cubierta.
-Hola, Candace ¿No saludaras a tu Tío? -me pregunta con cariño.
-Hola, Tío -voy hacia él y le doy un abrazo. Me reciba emoción y me abraza fuerte.
El Tío Steve es el reciente esposo de mi Tía. Desde el principio él se ha mostrado cariñoso y amable conmigo, y por eso me cae bien. Su cara me recuerda a la de un anuncio inmobiliario.
-Cada día te pones más linda, ya eres toda una señorita -aprieta mis cachetes. Yo le sonrió, orgullosa, por el cumplido.
Mis tíos y padres se quedan platicando en la sala, mientras yo, fingiendo estar en una misión secreta, me escabullo hasta la cocina para poder apreciar el pastel. Más que apreciar, lo saboreo al meterle la punta de mi pequeño dedo al chocolate y después llevármela a la boca.
-No le metas más el dedo, Candace -la voz de mi papá me hace dar un brinco del susto. Al parecer no soy muy buena agente secreto. Mi padre y mi tío me miran con una ceja alzada.
-Pero quiero pastel -me cruzo de brazos, apunto de hacer un berrinche.
-Linda, qué te parece si haces algo mientras se hace la comida, después de comer podrás saborear tu pastel ¿trato? –ofrece, y lo pienso unos segundos.
-Trato -sonrió en grande.
Mi mamá siempre dice que es el único que puede controlarme. Quizás sea razón.
Casi volando, salgo al patio para jugar en el aire libre. Tiene un césped color verde, flores blancas, como las que vi en la entrada, y unos gnomos de jardín que de seguro me causarán pesadillas.
Tomo una flor, con mi mano, y la miro con atención. Es tan bonita que me gustaría preservar su imagen de alguna manera.
Estoy por imaginarme un gran escenario para jugar, cuando de repente se escucha un golpe desde el otro lado de la cerca, acompañado de unos sollozos.
La curiosidad es tan grande en mí que agarro una de las sillas que mi tía tenía en el patio, convenientemente, y la pongo en la orilla de la valla. Al subirme en ella puedo ver el patio de los vecinos con una gran claridad; es casi igual al de mi tía, pero sin las flores blancas.
Ahí hay un niño con la cara roja, llorando. Tiene el pelo café oscuro igual que sus ojos. Él no se ha dado cuenta de mi presencia.
- ¿Por qué lloras? -el niño se asusta al escuchar mi voz.
Me mira inseguro antes de contestar: -Me pegue con mi pelota. -dice con su dulce voz entrecortada mientras se frota sus ojos llorosos.
- ¿Y cómo te pegaste?
-Estaba jugando y la pelota pegó a la cerca y luego rebotó a mi cara -se incorpora del césped para verme desde abajo. Parece tener razón, en la mitad de su cara hay un gran círculo rojo.
-Eres un llorón -me burlo de él.
-Detesto esta pelota -la toma del suelo y la lanza lejos de él. Su furia me hace reír a carcajadas, y cuando él se da cuenta de eso, en su cara se forma una pequeña y nerviosa sonrisa.
- ¿Cuál es tu nombre? -cuestiono con interés hacia él.
-Arion.
-Nunca había escuchado ese nombre. -ladeo mi cabeza con curiosidad.
- ¿Cuál es el tuyo? -me pregunta el.
-Candace.
- ¿Cómo la de Phineas y Pherb? - dice con emoción, refiriéndose a alguna caricatura -. Te pareces a ella. -señala.
-Eso creo -hago una mueca-. ¿Cuántos años tienes?
-6 pero en unos meses cumpliré 7 -explica, orgulloso.
-Pues yo tengo 7 recién cumplidos -le saco la lengua, burlándome de él.
-Eso no segnifica que seas mayor -el me saca la lengua igual.
-Se dice significa - le vuelvo a sacar la lengua. Me mira con el ceño fruncido, algo irritado, pero poco a poco se va suavizando mientras me mira de una manera distinta.
-Eres molesta..., pero me caes bien. -comenta con dulzura.
-A mí también me caes bien -concuerdo, sonriendo de la misma madera con la que me mira el.
-Eres linda - baja la cabeza, avergonzado, y sus mejillas como sus orejas se vuelven de un color rojo.
-Oye ¿Quieres ju....- trato de ofrecer, pero me interrumpen antes que pueda.
- ¡Candace a comer! - la voz de mi mamá me llama desde adentro de la casa.
-Lo siento me tengo que ir -le digo, apenada.
-No te preocupes -su expresión se vuelve triste.
-Después de comer puedo tocar a tu casa y jugar juntos -lo animo.
- ¿Enserio? -dice con un brillo en sus ojos.
-Claro. Nos vemos luego, Arion -me despido.
Cuando entro a la casa ya todos los platos están servidos, así que me siento directo a comer. Todos están en un extraño silencio, pero yo no le tomo mucha importancia y me concentro en comer mi comida con tranquilidad.
Mis tíos me preguntan sobre mi desempeño en la escuela, yo yo, orgullosa, respondo que soy una de las mejores alumnas. Miro a mis papás, para que ellos lo respalden, pero me encuentro que los dos susurran entre ellos, y parecen estar enojados.
Cuando perciben que los miro con confusión, mi mamá me sonríe tan dulce como siempre y se levanta de la mesa.
-Disculpen -dice antes de irse.
-Maddi -le habla mi papá y va tras ellas a grandes zancadas, perdiéndose en alguna parte de la casa.
- ¿Qué pasa tía? -le pregunto, inocente ante la situación.
-No te preocupes, pequeña -acaricia mi mano.
Le hice caso y trate de comer con normalidad, pero de lo que fue un silencio, se convirtió en gritos lejanos pertenecientes a mis padres. Nunca los había escuchado gritar así y eso me confunde. ¿Por qué estarán enojados? ¿Acaso hice algo que los molesto? Quizás no debí salir a jugar antes de comer, o no debí meter el dedo al pastel.
Había terminado mi comida y estaba esperando a que me sirvieran el postre, cuando los gritos paran y mis padres vuelven a aparecer.
- Lo siento mucho, pero nos tenemos que ir -informa mi mamá.
-Pero acaban de llegar -exclama mi tía con desconcierto.
-Lo siento, te visitaremos pronto, hermana -va a ella y se despide con un rápido beso en la mejilla.
-Es hora de irnos -mi papá se dirige a mi.
- ¿Que? No -digo, negándome a irme.
-Vámonos, Candace -Mi mamá repite.
-Pero no me quiero ir, mami -hago un puchero. Ni siquiera alcance a comer pastel.
-Candace, haz caso -mi papá la apoya.
- ¡Papi, No! - mi mamá me agarra del brazo-. No me quiero ir- trato de zafarme.
Me sigo negando hasta que mi mamá decide cargarme y me saca de la casa. A fuerzas, ella me mete a la parte trasera del carro y me pone el cinturón, evitando que me escape. Miro por la ventana del carro a mis tíos en el lumbral de su puerta. De mis ojos ya salen lágrimas de desesperación, siguiendo con mi berrinche.
- ¿Por qué nos vamos? -pido una explicación con furia.
-Ahora no, Candace - mi papá dice, cansado.
- ¡Quería estar con Tía Lili y comer pastel! -les grito a los dos.
-Comerás pastel en la casa ¡Ahora no! -grita mi mamá, enojada y desesperada.
Cuando arranca el carro miro la casa vecina, recordando al torpe niño de ojos cafés. Pero aquello se va perdiendo cuando mi mamá se aleja, dirigiéndonos a casa. En el camino yo trataba de calmar mi llanto de niña y me limpiaba los mucosa de mi nariz, con la mano, que me había generado.
Salimos del pueblo poco después, pero eso no calma mi enojo por haberme sacado a la fuerza.
-Quiero volver -Suelto a ellos
-Ya nos fuimos, no podemos volver -explica el.
-¡¿Por que nos fuimos?¡ -insisto.Y como ellos me ignoran trato de sacarme en cinturón.
-No te quites el cinturón -ordena papá.
- ¡No!
-Candac. - advierte.
-¡No! -vuelvo a gritar.
- ¡Candace no te quites el cinturón! - mi mamá se voltea hacia mi.
Solo era una niña, no sabía lo que pasaría después. Todo cambió desde aquel instante. Y no para bien.
Ojalá todo fuera diferente.
10 años después . . . ¿Creen en el destino? ¿O creen en las coincidencias? Mi mamá solía hablar sobre las almas gemelas; dos personas predestinadas desde que nacieron a estar juntas. Es un vínculo que existe siempre. No importa cuánto tiempo discurre hasta que esas dos personas se encuentran, pero dicho instante se dará en algún momento de nuestra vida más pronto o más tarde. No lo entendí, así que decidí no creerle. Las vacaciones ya habían comenzado. Me sentía aliviado por haberme librado de la escuela y que comenzaran los días de no hacer nada. Aunque no es que odiara la escuela, simplemente no era mi lugar favorito, sin duda. Un lugar lleno de adolescentes fingen ser adultos, cuando solo son personas superficiales. Definitivamente no lo digo porque era un chico aislado sin amigos. Siempre fui el niño que se sentaba en el fondo del salón, el que no le gusta hablar frente a todos y el que se sent
Se quedo viendo las imágenes pegadas en mis paredes, que son bandas o artistas que me gustan. Su forma de verlas es con cautela. Mientras ella las veía yo me di unos segundos para verla bien; es mucho más atractiva de cerca.-Así que...no me dirás por qué estás aquí- deduzco lo obvio.-Eres un genio -ella voltea y me guiña el ojo. Yo siento que me sonrojo inevitablemente y ella sonríe por tal acto.Paso por un lado de mí, con una tranquilidad inquietante, y su aroma intenso me llega inmediatamente. Usa alguna fragancia fuerte que la hace notar.Para frente a mi estante de discos de vinilo. Es raro que una chica esté en mi habitación, ninguna chica había estado en mi habitación.-Linda colección -pasa las yemas de los dedos por ellos y saca uno-. Nunca había conocido a un chico que escuchara Lana del Rey -me mira con una
Pasaron unos días y no he visto a la pelirroja acosadora. Tampoco es que me importe, claro. He estado muy ocupada como para preocuparme de eso; el trabajo es más cansado de lo creí. Maldigo el día en el que empecé mi vida sedentaria de estar todo el día en mi cuarto escuchando música.Me despido de Sofía y Miranda, quien leía un libro solo cristales curativos. Empiezo a caminar a mi casa tranquilamente con las manos en los bolsillos de mis pantalones. Cuando, mientras voy por la acera, empiezo escuchar un motor que va bajando la velocidad poco a poco mediante se acerca a mí.Como el miedoso que soy, lo primero que pienso es que es una camioneta blanca con hombres y máscaras negras que secuestras chicos lindos como yo. Claro que me imagine una escena totalmente dramática de mi siendo secuestrado y les juro que sentí mucho miedo, el cual no duró tanto.Lo que yo
Mi día transcurría normal, hasta que a mi querida y bella madre se le ocurrió invitar a las vecinas a cenar esta noche. No estoy preparado para esto. No puedo creer que mi mamá la invitara solo porque le dije que es mi "amiga". En realidad, ni siquiera lo hice. Pero mi mamá es mi mamá. - ¿Eso hacen las mamás normales? ¿Acaso quieres ponerme en vergüenza? -Deja de decir que tu madre es una anormal y ve por el mandado -me da el papel con todo escrito. Ruedo los ojos con enfado y salgo directo a la tienda. A donde siempre voy es a la pequeña tienda del centro, frente a la plaza del pueblo; un lugar con un gran kiosco, bancas y pasto verde. Cuando termino de comprar todo lo que decía la lista, las pongo en el mostrador esperando a comprarlas con rapidez. Pero a Terry, el cajero, no le importa eso, porque me empieza a preguntar sobre mi mamá, atrasándome más. Espero que llegue el día en el que Terry supere su enamoramiento por mi mamá. <
Hago lo que puedo trabajando, hay días buenos y hay días malos. Soy muy bueno atendiendo a la gente, lo cual es irónico porque no soy alguien que conviva mucho con personas, y si lo hago probablemente soy de los que siempre están callados; En cambio, en la cocina no soy el mejor. Culpare a mi mamá por eso.Sofia y yo nos hemos acercado más este tiempo. Como amigos. A veces hablamos por mensajes de texto, ella suele enviarme bastante memes de gatos, y no me quejo. Los primeros días se me hicieron algo difíciles, ya que Sofia es algo perfeccionista, pero es bastante agradable, y me ha ayudado bastante.Me dedico a limpiar una de las mesas cuando escucho la conversación de la mesa de un lado en donde esta Sofia tomándole la orden a un señor mayor, que está apunto de sacarle de sus carriles.-Quiero una hamburguesa -pide el hombre, sin una pizca de amabilidad.-Bien, una hambu
Después de escabullirnos como todos unos ninjas, Candace y yo nos fuimos a la dichosa fiesta, en su motocicleta, que estaba bastante cerca. Estando a solo unas casas de la fiesta y ya se podía escuchar la música. Llegamos y se estaciona entre el tumulto de carros ya estacionados. La mayoría de la gente estaba dentro de la casa, pero en realidad no había tanta como yo esperaba o como enseñaban en las películas. Me siento estafado. Aun así, que hubiera menos gente de la esperada no calmaba mi ansiedad social. La música alta estaba a un ritmo movido, en una parte de la casa está la mayoría bailando tan pegados como se puede. Me imaginaba todo como una discoteca llena de colores y gente gritando como locos, pero no es así; La casa está bien iluminada, los adolescentes están por todos lados con sus amigos y algunos en esquinas comiéndose a sus parejas. También, en una de las habitaciones del principio, pude observar a unos jugando con una pelota y varios vasos apilados en la mesa
Estaba a punto de hacerlo. Ella estaba a punto de besarme. O eso creo que pasaba.Antes de que pudiera averiguarlo, al pasillo una pareja entre carcajadas y besos, que nos hace salir de nuestro momento y separarnos. Mi pulso se va tranquilizando a medida que pasan los segundos.-Es mejor que me vaya -me rasco la nunca con nerviosismo.-Si es lo que quieres, hazlo -dice, indiferente. ¿Y tú quieres que me vaya? deseo preguntarle, pero seguramente dirá que no le importa, así que solo me voy sin despedirme. Me fui sin mirar atrás.Camino solo por las calles para ir a mi casa, las cuales estaban muy vacías y tranquilas. La pelirroja misteriosa tenía razón, las noches son sumamente tranquilas y nunca lo había notado.Llego a mi casa y me meto por mi ventana, lo más silencioso que pude, pero termina sirviendo para nada.- ¿Dónde estabas, jove
Estamos los dos sentados en el piso de mi habitación, mientras le hago un extenso tour por mis discos de vinilo. Ella parece aburrida, pero por alguna razón se que me está poniendo atención a cada disco que le muestro y explico. Creo que nunca le había hecho un tour de mis discos a nadie. Aunque, no es como si se significará algo ahora, solo son las cosas materiales más preciadas que tengo. -Tenemos a... Pearl Jam, The Beatles, Michael Jackson, Queen...- nombro las artistas. - ¿No es muy vieja esta música? -Toma uno de los discos. Que insinúe eso me ofende. -No toda, también tengo a ColdPlay, La diosa de Lana del Rey, The neighbourhood y más música actual -aclaro, orgulloso de mi gusto musical. -Es que enserio no te entiendo, podrías descargar toda esta música gratis en tu celular y tú decides gastar dinero en discos -espeta con obviedad. -Pero no es igual. La música en vinilo es mejor, se siente más humana -afirmo ha