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Se quedo viendo las imágenes pegadas en mis paredes, que son bandas o artistas que me gustan. Su forma de verlas es con cautela. Mientras ella las veía yo me di unos segundos para verla bien; es mucho más atractiva de cerca.

-Así que...no me dirás por qué estás aquí- deduzco lo obvio.

-Eres un genio -ella voltea y me guiña el ojo. Yo siento que me sonrojo inevitablemente y ella sonríe por tal acto. 

Paso por un lado de mí, con una tranquilidad inquietante, y su aroma intenso me llega inmediatamente. Usa alguna fragancia fuerte que la hace notar. 

Para frente a mi estante de discos de vinilo. Es raro que una chica esté en mi habitación, ninguna chica había estado en mi habitación.

-Linda colección -pasa las yemas de los dedos por ellos y saca uno-. Nunca había conocido a un chico que escuchara Lana del Rey -me mira con una sonrisa divertida.

-Entonces no conoces a chicos con buen sentido de la música -ella vuelve a sonreír de una manera burlona, dejando el disco con cuidado en donde estaba.

- ¿Tus padres o tu tía no se molestan porque entres a casas así? –pregunto, intimidado por su presencia. Aparte, no me quiero meter en problemas solo porque ella está aquí.

-Mis padres no están aquí y a mi tía no le importo -encoge los hombros con un gesto despreocupado-. Así que no. De todos modos, si lo hicieran, no me importaría.

Para de ver los discos y se acerca mí, quedando un espacio no tan corto, pero tampoco tan grande, entre nosotros. Es igual de alta que yo, quizás ella un poco más pequeña, así que nuestras caras están a la misma altura. Candace se me queda viendo por un corto rato, analizándome. Rato en el que yo aparte la mirada con nerviosismo. 

Se termina separando y se dirige a la ventana. ¿Ya se va? ¿Así nomas?

Pero antes de salir completamente por la ventana, me mira y esboza una sonrisa ladeada.

-Nos veremos después, Arion -dice, segundos antes de salir por mi ventana.

¿Qué acaba de ocurrir? ¿Eso fue una amenaza o un aviso? 

En shock, me quedo viendo la ventana abierta, pensando en lo confundido que estoy y lo peculiar que fue todo esto. 

Me acuesto en mi cama tratando de pensar en cualquier cosa, pero se me hace imposible. Lo que percibía de ella era una seguridad atractiva, y la forma de su mirada era intensa, pero su comportamiento era despreocupado. Me empiezo a preguntar ¿Acaso ella volverá?

Eso no importa, no puedo meterme en problemas solo porque se le da la gana meterse por mi ventana. 

Al siguiente día entro al restaurante de la que me contó mi papá para ver si puedo conseguir el trabajo-al me obligo a venir-. Era un pequeño restaurante con mesas de madera reluciente y poca gente con un lindo aroma fresco. Nunca había pensado en venir, pero parece un lindo lugar.

Voy al mostrador en donde hay una chica con una gorra y un delantal, que pone sal en un frasco con extremo cuidado y concentración.

-Bienvenido al restaurante orgánico G&G ¿En que lo puedo ayudar? - dice rápido y eficiente, con una sonrisa grande que me pregunto si será real.

-Hola, vengo porque me entere que hay un vacante -trato de sonreír; No tengo ni idea de cómo son conseguiré este trabajo.

-Oh claro, te llevare con la gerente para que le des tu información. -yo asiento.

Paso a la parte trasera del mostrador y ella me lleva por un pasillo en donde al fondo hay una puerta. Toca la puerta tres veces y la abre. 

-Miranda, aquí hay un chico que viene por el vacante. -la chica la llama.

La señora levanta la mirada de los papeles que veía en su escritorio, observándonos con unos lentes más grandes que sus propia cabeza y que hace que sus ojos se agrandan como una caricatura,

- ¿Eh? - la señora se queda unos segundos quieta, procesando la información- ¡Ah! Si, sí. Pasa, niño.

La chica se hace a un lado para dejarme pasar, me regala una sonrisa y se va. La mujer se levanta de su escritorio para guardar los papeles en un armario. Yo entro y cierro la puerta detrás de mí, inseguro.

 La mujer lleva un chaleco café con flecos y unos aretes grandes y brillantes. La oficina está limpia y ordenada con olor a lavanda que supongo que viene del incienso prendido en el escritorio. También hay algunas plantas y cristales colgados en las paredes. 

-Que rápido vino alguien por un vacante -dice más para sí misma-. No me gustan las formalidades, dime Miranda -se presenta.

-Arion Stone -estrechamos nuestras manos.

-Siéntate -señala una silla que está al frente de su escritorio-. Muy bien Arion, ¿Tienes alguna experiencia laboral? ¿Por qué quieres trabajar aquí?

-No tengo experiencia laboral, pero me gustaría aprender. Y lo elegí porque está cerca de mi casa -expongo, y ella solo asiente, asertiva.

-Bien, te diré algo; Necesito a alguien en este momento para ayudar a Sofí, ¿Estás dispuesto a trabajar desde ahora mismo? -adopta un semblante serio y profesional.

-Eso creo -digo, temeroso.

-Suficiente para mí, estas dentro -para contratarme de una manera tan rápida supongo que debe de estar desesperada. 

- ¿Que? Oh bueno, gracias- exclamo, confundido por la facilidad y rapidez.

-Ay no, gracias a ti. Me das buenas vibras, eso es una clara señal de que el universo quiere que trabajes aquí -comenta, simpática y con aires espirituales. 

-Sip, señales del universo.

Me da lo datos necesarios para que pueda trabajar sin problemas, y yo le doy mis datos personales. Después de poner todo en orden, salgo de la oficina para dirigirme a la chica llamada Sofía, mi nueva compañera de trabajo. Ella sigue poniendo gramos de sal en pequeños contenedores con cuidado. Toco su hombro dos veces y ella da un saltito, que hace tirar la sal por el mostrador.

-Perdón, no quería asustarte -digo, apenado por haber tirado toda esa sal.

-No te preocupes, de todos modos, esa sal ya no servía -sacude sus manos llenas de sal.

-Oh bueno -suelto una risa incómoda-, solo quería decir que Miranda me contrató. 

-Que bien -me sonríe-. Me llamo Sofía, supongo que ahora que seremos compañeros tengo que presentarme.

-Soy Arion. 

Sofia me da un pequeño Tour por el no tan grande restaurante, junto a órdenes y explicaciones sobre las cosas que tendré que hacer a partir de hoy. La forma en la que habla parece segura y experta, como si llevara trabajando mucho aquí y le gustara hacerlo. La verdad, parece algo mandona, pero creo que es simpática. 

-Que te haya contratado de forma bastante rápida me hace suponer que le caes bien.

-Eso creo. Dijo que le doy buenas vibras.

-No me digas, ¿También te dijo que es una señal de universo? -asiento lentamente-. Miranda está obsesionada con la astrología y la lectura de cartas. También está estudiando para ser una bruja, así que veras cosas muy raras por aquí.

¿Se puede estudiar para ser bruja? Que interesante...

Sofia me entrega un delantal y gorra color verde junto con una pequeña libreta para que pueda escribir los pedidos de los clientes. La campana de la puerta suena, avisando que alguien acaba de entrar al restaurante. Con la mirada gacha, tratando de amarrarme el delantal de una manera correcta, siento la presencia de alguien frente al mostrador.

-Bienvenido al restaurante orgánico G&G ¿en qué le puedo ayudar? - hablo como mi compañera me enseñó, aun sin poder amarrarme el delantal.

-Me gustaría una malteada verde y un sándwich tostado vegetariano -al escuchar su voz, levanto la mirada de golpe, olvidando por completo el delantal. Mi respiración se corta al verla directo.

Candace está mirándome un tanto indiferente, pero en su mirada puedo ver la gran pizca de diversión y burla que me mira.

- ¿Eso es todo?  mi voz sale bastante aguda, mientras anoto su pedido en la libreta con más rapidez de la que quiero.

-Eso es todo -afirma, mofándose por mi tono. 

- ¿Eres algún tipo de acosadora o algo parecido? -me cruzo de brazos, acusatorio ante ella. Al escucharme suelta una risa irónica.

- ¿Qué te hace creer que estoy acosándote? -exclama, socarrona.

-No lo sé, quizás que entraste a mi habitación como un ladrón o que da la casualidad de que estas aquí -arqueo mi ceja.

-Cambiare mi pregunta; ¿Qué te hace creer que yo quisiera acosarte? Es un lindo y buen restaurante, vengo a comer, no a acosar.

- ¿Qué estás queriendo decir? -entrecierro los ojos.

-Nada -sonríe, angelicalmente.

Poca gente llega después y les tomo la orden igual. Por mientras Candace sigue su trabajo de acosadora siguiendo cada movimiento que hago, su mirada me atraviesa, poniéndome nervioso. Hasta ahora noto que lleva la misma chaqueta que le vi ayer por la noche, también noto que lleva un casco de motocicleta con ella. 

Sofia me llama para que le dé su comida a la mesa seis, o sea a Candace, y yo suspiro, tratando de prepararme.

-Una malteada y un Sándwich vegetariano -pongo la comida en la mesa.

-Gracias -Espero y puedan imaginarse que ni con un mendigo "Gracias" su voz deja de ser atractiva.

-A ti -digo, amablemente.

-Sabes, el servicio al cliente es muy bueno aquí, creo que vendré más seguido -informa, tratando de provocarme.

¡Por favor!

<< ¿Que? ¡NO, ella es el enemigo!>> peleo conmigo mismo.

Me voy rápido de ahí antes de que mis piernas empiezan a temblar. Detesto reaccionar de esa forma, porque ni siquiera la conozco en verdad. Solo es una chica atractiva con una linda chaqueta de cuero que se mete por ventanas ajenas. No es la gran cosa. 

No pasa mucho tiempo cuando me doy cuenta que Candace ya no está en su mesa y que solo hay un par de billetes con la paga exacta. Por la ventana puedo ver como ella sube a una motocicleta, se pone su casco y se va. ¿Una motocicleta? ¿Enserio? Ahora es una chica atractiva con una linda chaqueta de cuero, una moto, y que se mete por ventanas ajenas.

Las horas pasan, la gente va y viene del lugar. Pronto empieza a bajar el sol hasta que ya es hora de cerrar y mi primer día de trabajo termina. 

Me voy caminando a mi casa, que solo está a unos minutos. Entro a mi casa y mis padres están en la sala viendo una película juntos. Sonrío por ellos, me gusta que se tomen un tiempo para los dos. Les cuento como me fue y lo que más o menos hare ahí. Orgullosos, me felicitan por haber logrado que me contrataran -aunque yo no hice casi nada-. Después de negarme a cenar, por falta de apetito, subo a mi habitación.

Abro solo un poco la puerta de mi habitación, cauteloso, tratando de ver si hoy hay visitas inesperadas. No veo a la pelirroja así que entró. Reboto en la cama por tirarme con bastante fuerza y suspiro por el largo día que tuve. 

De repente, mientras miraba el techo sin ninguna razón, la curiosidad de su presencia me llega. Me incorporo, dirigiéndome a la ventana para ver la suya.

Ella está ahí. Está de espaldas de la ventana con normalidad, hasta que Candace empieza a subir su blusa poco a poco hasta deshacerse de ella por completo, quedando en sujetador. Mis ojos se abren a su máximo esplendor, sin saber qué hacer. En un gesto inocente, tapo mis ojos con rapidez, tratando de evitar que ella provoque más en mí.

Espera, ¿Por qué me tapo los ojos cuando fácilmente pueda cerrar las cortinas? 

Le hago caso a mi sentido común y me destapo los ojos. Pero ya es muy tarde, Candace está frente a la ventana; en sujetador, con una expresión llena de burla y humor. Se acerca a la ventana negando con la cabeza, decepcionada, pero sin perder su burla, antes de cerrar sus cortinas.

Siento como mi cara se vuelve caliente, y de seguro más roja que la nariz de Rodolfo.

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